Luis García Montero, director del Instituto Cervantes

“Hay que conseguir que el español sea una lengua de ciencia y de tecnología”

“No solo debemos sentirnos orgullosos de que el español sea el idioma de santa Teresa de Jesús e, incluso, de Gabriel García Márquez, sino que también debemos lograr que sea una lengua de ciencia y tecnología”, precisa el poeta Luis García Montero (Granada, 1958). Como director del Instituto Cervantes, defiende el respeto a la diversidad y subraya que no existe un lugar donde se hable el mejor castellano, un idioma que comparten 600 millones de personas en el mundo.

Por Javier Carrascosa | Fotografía: Instituto Cervantes

29/08/2025
Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.

¿Qué objetivos principales tiene el Instituto Cervantes?

La institución que presido se fundó en 1991. Si se relaciona con otras instituciones europeas parecidas, somos muy jóvenes: la Alianza Francesa es de finales del siglo XIX, el British Council, de principios del XX; el Goethe-Institut alemán, de los años cincuenta. El Instituto Cervantes se formó para enseñar y divulgar la cultura española en español. Hablamos de cultura en español porque España forma parte de una comunidad de 500 millones de hablantes nativos, latinoamericanos y de Guinea Ecuatorial, y trabajamos dentro de esas comunidades.

Los españoles somos el nueve por ciento de los hablantes de nuestra lengua. Nuestro futuro está en trabajar con todos los países que la comparten. Trabajamos en español, pero también me gusta decir que lo hacemos por la cultura y las lenguas españolas, para reconocer que España es un país diverso. El español cohabita sitios bilingües porque se habla el catalán, gallego...

Dentro de estos 500 millones de personas, ¿dónde se habla el mejor español?

Primero me matizo a mí mismo, porque son 500 millones de hablantes nativos que tienen el español como lengua materna, pero como es un idioma importante también se estudia mucho, y hay otros 100 millones de personas que también lo hablan. Debemos decir que son 600 millones de personas. Por otra parte, hace tiempo que la tradición filológica ha reconocido que no hay ningún lugar [concreto] donde se hable bien el español como centro de nuestro mundo. Un idioma con tantos millones de hablantes merece el respeto a la diversidad: en Sevilla se habla el español que se habla en Sevilla; en Salamanca, el de Salamanca; en Bogotá, el de Bogotá; y eso no significa que se hable mejor allí que en otros lugares.

Ha comentado que en los países hispanoamericanos el Instituto Cervantes sigue fomentando el español

Cuando se puso en marcha el Instituto Cervantes se decidió que se abrían centros en aquellos países que no tenían el español como lengua materna. Estamos muy extendidos en Europa, Asia y Norteamérica.

En aquellos países donde el español no es lengua materna, se decidió que no hubiera centros Cervantes, sino centros culturales, ya que una parte fundamental del Instituto Cervantes es enseñar el español como segunda lengua. Entonces se comprende que los encargados de enseñar el español en México sean los mexicanos; en Buenos Aires, los argentinos; y en Guinea Ecuatorial, los guineanos, pues todos tienen el español como su lengua materna. Los centros culturales se dedican a divulgar la cultura española en relación con la de los países donde están.

“La lengua es de los hablantes, no de los académicos”

¿Qué destacaría de este año 2025 del Instituto Cervantes, de su labor a la hora de fomentar el español?

Tenemos retos como la transformación digital, la conexión entre centros, la enseñanza… No solo tenemos que sentirnos orgullosos de que el español sea el idioma de santa Teresa de Jesús e, incluso, de Gabriel García Márquez, también hay que conseguir que sea una lengua de ciencia y de tecnología, para lo cual hay que relacionarse mucho con todos los proyectos universitarios, en España y en América Latina, y con todas las posibilidades de transformación digital.

Somos la segunda lengua del mundo en hablantes nativos después del chino mandarín. Eso, claro, se debe a toda la demografía que ha habido en los países latinoamericanos.

Es importante también tomar conciencia del África subsahariana. Por eso hemos abierto un centro en Dakar, en Senegal, y estamos extendiéndonos en parte del África subsahariana por un motivo fundamental, nos interesa mucho que las relaciones del sur de Europa con África no estén marcadas por las pateras, sino por situaciones de igualdad y que todo se enmarque en un conocimiento cultural: llevar nuestra cultura a África y conocer la cultura africana en España y en Europa. Por eso estamos también en el África subsahariana.

Ha citado que estamos en la era digital.  ¿Cómo influyen internet y las redes sociales en el lenguaje?

Creo que, como en toda trasformación histórica, los avances tienen su cara y su cruz. Eso ha pasado desde la invención de la imprenta hasta la industrialización. La trasformación tecnológica tiene cosas muy positivas. Por ejemplo, facilita las comunicaciones. En nuestro trabajo es posible dar clase en situaciones donde no llegamos presencialmente, y poder avanzar un espacio digital para dar clase, hacer exámenes, certificaciones… Estar conectado es muy importante y estamos poniendo en marcha sistemas intermedios donde una clase puede contar con alumnos presenciales y digitales, relacionándose los unos con los otros. Eso es muy positivo.

Lo negativo es que las maquinas son programadas y a veces los seres humanos somos menos fiables que ellas. Es muy fácil hacer programas que tengan que ver con el supremacismo o con el machismo, el racismo o la soberbia, y que no sean respetuosos con la diversidad o la distinta situación de la gente. Frente a eso, hay que vigilar que toda la cultura digital y la trasformación tecnológica no sea medio para controlar nuestras conciencias, para depreciar a la gente que tenga una situación de dificultad, para imponer el machismo; para imponer el racismo... Todo eso hay que vigilarlo muy bien, haciendo de la cultura digital una cultura democrática.

¿Los jóvenes están perdiendo cultura a la hora de hablar? ¿Antes se hablaba más culto o con más palabras que ahora?

Creo que hay que tener confianza. Nosotros hablamos español porque el latín derivó en español. El idioma siempre está en movimiento y muy pegado a la sociedad. No hay una amenaza de desaparición o de empobrecimiento. Sí hay que ser conscientes de que hay dinámicas.

“Los seres humanos somos menos fiables que las máquinas”

Por ejemplo, en el siglo XVIII se decía que el español iba a desaparecer porque estaba dominado por la cultura francesa y parecía un horror utilizar palabras como peluca o peluquería porque no eran castellanas, sino francesas. Hoy esas palabras se han integrado, el español se ha enriquecido y sigue vivo.

Tenemos un idioma fuerte capaz de integrar todos los nuevos términos que, en contacto con otras culturas, van surgiendo en un ámbito global. Hay que apoyar aquellas medidas que sirven para mantener la unidad del idioma dentro de la diversidad y ser muy conscientes de que existen distintos ámbitos.

No es lo mismo cuando hablamos en una situación de intimidad, que cuando lo hacemos en una situación pública donde hay gente con la que no tenemos confianza. Del mismo modo, no es lo mismo cuando escribimos en un WhatsApp, que en un documento de trabajo que va a ser estudiado. Hay que ser conscientes de que existen distintos ámbitos y, al mismo tiempo, que el español tiene fuerza para integrar todos los cambios que vaya proponiendo el movimiento histórico.

¿Estamos perdiendo palabras castellanas?

Hace poco hicimos una exposición buscando palabras que están en el diccionario y que han dejado de usarse. Algunas, incluso, estuvieron siglos en el Diccionario y ahora se han quitado porque ya no se usan. Eso es propio de una lengua que está viva.

La lengua es de los hablantes, no de los académicos. Hay que llegar a un punto donde se siga comprendiendo que la lengua es de los hablantes. Influyen los medios de comunicación y las redes sociales. A partir de ahí, hay que trabajar para que eso no signifique empobrecimiento e intentar que en los medios de comunicación se utilice bien el idioma. Se da por hecho que a lo largo de los siglos hay términos que se incorporan y otros términos que desaparecen.

¿No es un poco pobre que desaparezcan términos de la lengua?

Al mismo tiempo empiezan otros muchos y depende de la situación. Por ejemplo, en algunos países de América Latina se utilizan muchas palabras que se parecen a un español arcaico medieval que, sin embargo, no se utilizan en España.

Hay palabras que se mantienen en un sitio y que dejan de ser habituales en otro, pero eso es lo normal en un idioma vivo y que tiene tantos millones de hablantes en tantos lugares del mundo. Todo lo que sea evitar el empobrecimiento es importante, pero eso no se puede hacer con normas, se puede hacer con trabajos que ayuden a mantener la calidad. Por ejemplo, me parece muy importante en este momento intentar dignificar a los medios de comunicación.

Lleva ocho años en la institución ¿cómo ha cambiado?

Cuando entré me di cuenta de que el Instituto Cervantes tenía una historia bastante decente. Desde el principio, trabajó en la conciencia de que defender el español no tiene nada que ver con el imperialismo, sino con la convivencia entre lenguas, y esa ha sido su característica. Creo que la institución ha ido por ese ámbito. Ahora reforzamos la idea de que un idioma es más que un vocabulario. Las palabras se llenan de valores culturales y es muy importante que esos valores, que representa una institución española, sean los de la democracia, del respeto a la diversidad, a la libertad a la experiencia de la gente.

Estamos trabajando en que nuestras actividades culturales tengan que ver con la igualdad de género, que no haya actitudes machistas, que haya respeto a las lenguas minoritarias y convivencia con otras lenguas indígenas. Me parece que es la mejor manera de representar a España dentro de la comunidad hispanohablante.

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