La preocupación por el uso razonable y adecuado de las pantallas y sus contenidos por parte de nuestros niños, niñas y adolescentes cuenta ya con trayectoria suficiente para conocer que, al menos por el momento, no estamos acertando en la consideración y ejecución de las medidas que se adoptan para habilitar un escenario saludable que garantice el desarrollo adecuado de lo que ha venido a definirse como educación en ciudadanía digital responsable.