IX Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE

Arte, discapacidad y salud mental en un mismo espacio

La exposición reunirá en Madrid hasta el próximo mes de enero las obras de más de 40 artistas: desde consagrados como Basquiat, Salvador Dalí o Andy Warhol hasta artistas actuales, de los cuales más de la mitad tienen alguna discapacidad.

Por Daniel Alonso Viña

10/10/2024
Obra de Ascanio Cuba.

A los 42 años, después de una vida haciendo fotos —empezó a trabajar a los 16 años, de aprendiz en un taller de revelado—, Carme Ollé Coderch (Barcelona, 1950) fue perdiendo la vista hasta quedarse prácticamente ciega. “Mi vida dio un giro de 360 grados”, cuenta. “Durante años estuve en un pozo y no sabía cómo salir. Ya no podía sacar fotografías”. Eso la devastó, y estuvo mucho tiempo sin tocar una cámara. Hasta que su hermano Alfons, que también está al otro lado del teléfono, se cansó de ella y decidió ser un poco más contundente de lo normal. “Le dije que o mandaba sus fotos a un concurso de la ONCE que encontramos o dejaba de acompañarla en sus paseos”, cuenta, tajante y divertido.

Carme aceptó que ya era hora de hacer algo para cambiar la situación en la se encontraba, así que enviaron una muestra de sus fotos. “Me aceptaron el material”, cuenta, pero para el concurso querían fotografías nuevas, echas después de que perdiera la vista. Se dio cuenta de que no tenía ninguna. Buscaron un evento cercano y se lanzó de nuevo a las calles. “Como eran las fiestas de La Mercè en Barcelona, nos fuimos allí”.

Carme, agarrada del brazo de Alfons, empezó a sacar fotos. Utilizaba (y sigue utilizando) una cámara digital con enfoque automático. Antes de sacar una foto, mira a través del pequeño visor y dispara. “Tengo menos del 10% de visión. Veo colores y formas, nada más”, explica. Las fotos gustaron tanto a los jueces que las expusieron en el Museo Tiflológico. Algunas de ellas todavía siguen allí.

Tras el cristal, de Carme Ollé.
Obra 'Tras el cristal', de Carme Ollé.

Una de las últimas fotos de esta artista se expondrá en la IX Bienal de Arte Contemporáneo de la Once, que este año se celebrará en el Palacio de Cibeles, en pleno centro de Madrid, entre el 25 de septiembre de 2024 y el 12 de enero del 2025. La Bienal se celebra desde 2004, cuando apostaron por primera vez por este formato para reivindicar el arte de las personas con alguna discapacidad que estaban siendo ninguneadas por el mercado del arte tradicional.

Caminos de resiliencia

La muestra gira en torno a una idea que está reflejada en su título: Caminos de resiliencia: la transformación de la salud mental a través del arte contemporáneo. “Hemos escogido ese problema porque estamos en un mundo bastante convulso. La pandemia ha dejado huella en la sociedad y en sus artistas, y queremos hablar de ese periodo, de cómo se enfrentaron los artistas a su trabajo en esos momentos”, explica Mercè Luz Arqué, la comisaria de la Bienal.

La exposición contará con las obras de 43 artistas, entre los vivos y los muertos. En el primer grupo están artistas como Paloma Navares, una artista multidisciplinar española. Nacida en Burgos en 1947, ha sido reconocida por su visión multidisciplinar del arte (en sus creaciones utiliza las nuevas tecnologías, el espacio, la luz o el sonido) y por la exploración de la temática de género. En sus obras habla de la condición de la mujer, de los estragos y bondades que provoca el paso del tiempo en el cuerpo y en la sociedad, o de la imagen del hombre ideal frente a las limitaciones más terrenales.

También estará en la Bienal la artista cubana Misleidys Castillo, de la que su galería dice que “no tiene otro medio de expresión que no sea a través de las obras que realiza”. Nació en La Habana en 1985 y arrastró desde pequeña una pérdida auditiva grave que se sumó al retraso en su desarrollo. Eso hizo que su madre la internase en una institución especializada cuando apenas tenía cinco años, cuentan desde la galería Christian Best.

Después la diagnostican autismo y la devuelven a casa, pero la falta de conocimiento y de recursos para tratar esa condición en la época la recluyeron al ostracismo social. Durante años vivió en un aislamiento casi total con su madre y su hermano menor en casa. Ahí empezó a pintar algunas de las obras y a desarrollar el estilo que se muestra en la Bienal.

Basquiat, Warhol y Dalí

Entre las obras de artistas fallecidos están el francés Louise Bourgeois, el estadounidense Jean-Michel Basquiat, Andy Warhol o el gran Salvador Dalí. Basquiat, por ejemplo, pasó su corta vida intentando liberarse de sus adicciones. Cuando regresó a Nueva York de un descanso que se tomó en Hawai, dijo que estaba recuperado. Poco después, a los 27 años, murió por sobredosis de heroína.

Los cuadros de estos personajes siempre estuvieron influenciados por los problemas de salud mental. Algunas obras han llegado desde Francia, Bélgica, Suiza, Rusia, Japón. Pero traerlas hasta aquí no ha sido el mayor reto de Luz Arqué.

Como cada año, hay que adaptar lo máximo posible las fotografías, pinturas y esculturas para que sean accesibles. “Tenemos dos objetivos: el empleo de las personas con discapacidad, también en el arte, y la accesibilidad universal. Hay que conseguir una muestra que sea accesible a todos”, explica Arqué. Para lograrlo, utilizan aplicaciones con las que crean audioguías de la exposición, signoguías (que explican la obra con lenguaje de signos) y textos sencillos y en letra grande para aquellos con discapacidad intelectual.

Para conseguir que una persona ciega vea una fotografía, en vez de hacer una imagen impresa en relieve —que pierde el color y las características originales—, Alfons y Carme han colaborado con Juan Torre, otro fotógrafo ciego, para desarrollar una nueva técnica. “Lo que queríamos conseguir era mantener el cristal que aparece en la foto, no como medio para ver, sino como elemento que te permite ver el fondo, pero te aísla del mismo”, explica Alfons.

“Si hacíamos una impresión táctil de lo que estaba al otro lado del cristal que aparece en la foto, el cristal desaparece”, así que utilizaron una nueva técnica que él llama “volumetización selectiva”, con el objetivo de que las personas ciegas pudieran disfrutar de la obra sin desvirtuar el mensaje de la obra.

 

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