Margaret Atwood, escritora
“Con Trump no ocurrirá lo mismo que con Hitler”
La autora de El cuento de la criada es consciente de los recelos que genera la victoria de Donald Trump, pero considera que “no hay nada perdido” ya que “mucha gente en Estados Unidos no estará dispuesta a aceptar una dictadura”. A sus 92 años —convertida en una de las mayores autoridades en distopías, feminismo y tiranía—, cuestiona la salud mental del nuevo presidente de “un imperio en declive” y pronostica que, si se extralimita, no recibirá apoyos o verá limitado su mandato. “Dicho de otro modo”, puntualiza, “no creo que vayamos a la Alemania de 1935”.
Por Rafael Olea
![Margaret Atwood](https://revistaperfiles.com/wp-content/uploads/2025/02/FOTO-PORTADA-Atwood-Margaret-c-Daniel-Mordzinski.webp)
Margaret Atwood aporta luz sobre las sombras de la incertidumbre mundial que provocan las guerras de Ucrania u Oriente Medio y, especialmente, la reelección de Donald Trump. Valora que tanto el sistema democrático como los propios republicanos que han llevado al excéntrico y condenado millonario a su segundo mandato presidencial no permitirán cualquier mínimo intento para acotar la democracia en Estados Unidos (EE. UU.).
“Realmente”, ironiza la humanista canadiense, “no creo que este momento sea como para tirarse de un puente”, puesto que todavía “no hay nada perdido”. En su opinión, “hay mucha gente en EE. UU. que no estará dispuesta a encajar un tipo de dictadura” y pronostica que, si Trump “va a ir realmente a la deriva, creo que los republicanos realmente no lo van a apoyar. Parto de la idea de que habrá gente limitando un poco su actuación”.
Sin embargo, se interpela sobre si realmente “es limitable” Donald Trump. Reconoce que “no tenemos respuesta a esa pregunta” y se cuestiona si “puede ser una persona que parece loca o que pueda estar loca de verdad”.
“¿Va a sobrevivir Trump a su mandato? Cuando acabe tendrá 82 u 83 años. Igual lo incapacitan antes del final de su mandato”
La veterana feminista advierte que todo “depende de si podemos creer en algo de lo que dice Trump, porque miente tanto…”. Es más, recuerda algunas de las inefables declaraciones en las que, por ejemplo, dijo que iba a ejecutar al jefe del ejército, que iba a construir campos de concentración y poner en ellos a los demócratas y a los inmigrantes… “¿Nos lo podemos creer? ¿El pueblo americano lo apoyaría? Eso está por ver”, puntualiza.
Asimismo, Margaret Atwood, desde la experiencia que le brindan sus 92 años y tras haber sido testigo de muchos ocasos, se hace una pregunta más cruda: “¿Va a sobrevivir Trump a su mandato?”. Y a continuación sentencia que “cuando acabe tendrá 82 u 83 años”, por lo que se cuestiona cómo estará de salud: “Igual en un momento dado lo incapacitan antes del final de su mandato de cuatro años. Es un interrogante. No sabemos cuánto hay de verdad en todo lo que ha dicho”.
En lo que no muestra duda es en que “las implicaciones para Europa no parecen que sean buenas”, así como la incertidumbre con respecto al futuro de Ucrania.
Misoginia y racismo
Sobre la victoria de Trump y la derrota de Kamala Harris, la autora de El cuento de la criada tiene claro que “mucha gente tenía miedo de tener una presidenta y, además, una mujer de color”. Atwood lamenta que la candidata demócrata que rivalizó con Trump apenas tuvo tiempo de hacer campaña, tras la decisión de Joe Biden de no presentarse a la reelección.
Considera que la derrota demócrata se debe a que “mucha gente temía que les hiciera a ellos lo que ellos habían hecho a gente como ella. Tenían miedo de perder su estatus identitario. Ella se cuidó mucho de no hacer una campaña centrada en ello, pero por la historia de los Estados Unidos tenían miedo de ella por ser una mujer de raza negra. Había gente nerviosa por lo que pudiera hacer como presidenta”.
Cambio social
El auge de Trump también se justifica por un cambio social que se ha producido en Estados Unidos. Según Atwood, en la superpotencia “las afiliaciones de clase han cambiado”. Ya no es válido, aquello de que “los demócratas representaban a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos”. En su lugar, la percepción que expone es que para una mayoría de los votantes y su partido “representan a la clase media y trabajadora”, mientras que “los demócratas representan a las élites, a gente muy snob y sabelotodo”. Es decir, a una minoría acaudalada alejada de los problemas del día a día.
Además, precisa que sus propuestas electorales se centraron demasiado en cuestiones como la identidad sexual, algo que no resultaba prioritario para todos los votantes. Sobre el futuro, advierte que “el debate de las clases va a volver”, pero de manera diferente a cómo se hacía hace un siglo, puesto que considera innegable “la existencia de clases con gente pobre, media, pudiente, rica y muy rica” en el mundo actual, algo que confía que hará reflexionar a las masas.
Riesgo dictatorial
El interés de Margaret Atwood sobre por qué y cómo los estados democráticos se tornan en dictaduras no es nuevo, sino que procede de una infancia marcada por lo peor de la Guerra Fría, cuando comenzó a leer el típico libro que algunos recomiendan a niños sin estar destinado para ellos, como es Rebelión en la granja, de George Orwell. “Creí que era una historia divertida, pero después me fui horrorizando cuando matan al caballo y me di cuenta de que no era para niños. No tenía ni idea de que era una alegoría política”, recuerda.
La derrota de Kamala Harris se debió a que “mucha gente tenía miedo de tener una presidenta y, además, una mujer de color”
Siendo ya una preadolescente de 12 años, Orwell publicó otro libro que también marcó a Atwood: 1984. “Entendí que había dictaduras, el sistema menos eficiente, y me interesó muchísimo la pregunta de cómo sería Inglaterra si fuese una dictadura totalitaria”. Desvela que “esa es la principal cuestión que me formulé a mí misma respecto a los EE. UU. cuando escribí El cuento de la criada”.
“Ante gobiernos espantosos necesitas una explicación de cómo se ha llegado ahí, y Orwell lo plantea. Ese enemigo puede existir o no, pero no sabemos si es real o no porque hay un gobierno que controla todos los medios”. También desvela que, contra el sentimiento mayoritario, 1984 no es una obra “que acabe en una nota muy sombría”, pues está escrito en un “inglés estándar en tiempo pretérito, y así sabemos que se ha terminado la época de 1984. Es un libro más esperanzador de lo que la gente creía en un primer momento”.
Sueño 'orwelliano'
Atwood no puede oculta su profunda admiración por George Orwell, y revela en un encuentro con periodistas españoles que siempre ha tenido el sueño de entrevistarle. Ese anhelo irrealizable (pues el escritor falleció en 1950) lo ha cumplido gracias a la imaginación: entrevistándole post mortem a través de una médium en su última obra: Perdidas en el bosque (editorial Salamandra). Atwood desvela que se decantó por escribir este libro de relatos porque muchos lectores prefieren historias breves, en contraposición “a los del siglo XIX, cuando las novelas eran bastante largas porque las leían en voz alta unos a otros durante los atardeceres”. Con ironía, afirma que los relatos cortos representan “la dimensión adecuada: no es un almuerzo larguísimo, ni tampoco un aperitivo”.
Tras Perdidas en el bosque, el siguiente proyecto de Atwood será escribir sus memorias, las cuales matiza que no serán “ni una biografía ni una autobiografía”. Alega que “las memorias son cosas que puedes recordar, y lo que normalmente recuerdas son cosas estúpidas y catástrofes. Hay gente que hace fotos constantemente de lo que comen y lo cuelgan por internet Pues bien, unas memorias no van de eso porque si no sería algo muy aburrido”.
Asimismo, promete describirnos qué fases de su vida le fascinaron más y forjaron una personalidad que la llevó a escribir más de 60 novelas con las que consiguió el reconocimiento de crítica y público. Y da pistas: “La primera parte de la vida de la vida de una persona es más interesante que la última. He pasado bastante tiempo antes de convertirme en escritora y esa parte creo que es más interesante para la gente y también para mí. Si hablo de la parte media de mi vida contaré que escribí este libro y después el otro, y después el otro... “No tiene interés, y la última parte de mi vida, pues, igual es más triste o aburrida.” Atwood no precisa fecha de publicación de estas memorias que darán las claves sobre cómo se cimentó su vocación como escritora y sus firmes valores democráticos y humanistas.
De utopía a distopía
Margaret Atwood describe el siglo XIX como “una época de utopías porque entonces pensaban que todo podía ser mejor. Eran tiempos de invenciones y mejoras en el ámbito médico, soñaban con poder volar, habían creado el sistema de alcantarillado o aparecieron las bicicletas, el automóvil, la máquina de escribir…”. Valora que a finales del siglo XIX “la gente imaginaba un futuro mejor, halagüeño, pensando en los avances tanto físicos como tecnológicos, y no sentía el desaliento del futuro”. Entonces, subraya, muchas personas “estaban alentada por esas utopías literarias e intentaban desarrollar utopías reales sin mucho éxito”.
Esta situación cambiaría “de una manera más sombría” durante el siglo XX, especialmente tras la I Guerra Mundial. “El futuro ya no iba a ser tan brillante ni tan halagüeño como podían imaginar. Incluso antes de ese periodo, aparece la primera novela de ciencia ficción, La Guerra de los Mundos, que presenta un futuro fatal con marcianos que llegan, devoran a la gente y tienen un conocimiento mucho más avanzado que los humanos”. También destaca la novela Nosotros (Ed. Salamandra), de Yevgeny Zamiatin, que predijo los excesos del régimen soviético e inspiraría el 1984 de Orwel. Su influencia, junto con la bomba atómica, “acabó con esa idea de un futuro positivo o maravilloso”.
“En los años cincuenta la gente creció pensando que en cualquier momento podía morir por una bomba atómica”, lo cual influyó en que dejaran de escribirse aquellas utopías de un futuro de paz y felicidad “y comenzaran a aparecer distopías” como El cuento de la criada.
Interpelada sobre si vivimos en una distopía… Atwood cree “que no, o al menos todavía no”. Su fe en la democracia se mantiene inalterable para que no lleguemos a ese futuro narrado por aquellos autores antes mencionados que tanto le influyeron.
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