Las tiendas de segunda mano hacen circular los volúmenes para que no acaben en la basura

Las mil y una vidas de los libros

Por amor al arte y a la literatura. Ese es el leitmotiv de una serie de librerías, alejadas de las grandes cadenas, que se nutren de ejemplares donados por otras personas o comprados a ONG, y se mantienen gracias al trabajo de voluntarios. Su objetivo: no privar de las letras, que no caducan y perviven en el tiempo, a quienes están ávidos de ellas para que descubran el sinfín de historias que albergan, deseosas de ser descubiertas, sin que el precio sea un obstáculo.

Por María José Álvarez

03/01/2025
Libros.

Son otro concepto de librerías que llevan tiempo proliferando alejadas de las cadenas o franquicias. En plena era del reciclaje, del ahorro, de la economía circular y de lo digital han surgido tiendas especializadas en otorgar una segunda oportunidad a los objetos. Son low cost, lo que no les resta un ápice de calidad a las obras que atesoran. Sus objetivos: fomentar la cultura, acercar los textos a quien lo desee para que nadie tenga que renunciar al placer de la lectura ni a sumergirse en las miles de historias que contienen las obras, sin que el precio represente un obstáculo.

Y es que la vida de un libro no acaba nunca. La recobra con la que le da cada uno con sus vivencias, con los nuevos ojos que se pierden en sus líneas y en las manos que pasan sus hojas por primera vez. Olvidados en estanterías, repletos de relatos, biografías y aventuras condenadas al olvido, están deseosas de ser desempolvadas para renacer.

Un ejemplo de ello sucede en el mercado de San Fernando de Lavapiés (Madrid), con la mitad de sus puestos vacíos los días laborables y a pleno rendimiento los fines de semana, reconvertidos en gastrobares. Entre el ir y venir de cajas de frutas, verduras o carnes se encuentra La Casquería, un viejo local que ha cambiado de actividad y vende libros al peso, como el resto de las tiendas.

“Un libro manoseado es un libro que contiene más historias de las que cuenta”, se lee en una de las tarjetas publicitarias de ‘La Casquería’

Ha cumplido 12 años y entre ganchos, cadenas, básculas, mostradores y el grueso tronco de madera o tajo de corte de carnicero, almacena un sinfín de ejemplares. No ha sido remodelado y conserva el decorado añejo que retrotrae a mediados del siglo pasado. “Un libro manoseado es un libro que contiene más historias de las que cuenta”, se lee en una de sus tarjetas publicitarias. Vinculada al barrio y a sus actividades, surgió en el marco de la asociación del mismo nombre.

A diez euros el kilo

“El kilo de libros cuesta diez euros. Son más o menos cinco libros pequeños. Y los de cien gramos, un euro. Si pesa 800 gramos, ocho euros”, explica Luis, sentado en un recoleto rincón frente a un peso moderno. La idea: la recirculación de los volúmenes para que no acaben en la basura. “No tenemos catálogo, pero están clasificados por secciones: poesía, clásicos... Aquí se viene a rebuscar, no a por algo específico, y se pueden encontrar joyas o sorpresas inesperadas. Los ejemplares más antiguos que tenemos son del siglo XIX y también contamos con primeras ediciones valiosas”.

Hay de todo y de lo más variopinto: desde un Madame Bovary de 1920 en francés, a novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, pasando por los de divulgación más recientes como La Sección Femenina, de Luis Otero, o los Carteles de la Guerra Civil, editado por la Fundación Pablo Iglesias. No falta la poesía, como la obra maestra de la literatura francesa Una temporada en el infierno, de Rimbaud, traducida por Gabriel Celaya, o Réquiem por una reclusa, del Nobel William Faulkner, basada en la obra teatral de Albert Camus, editada en 1957. Su precio: 1,20 euros. “Desde que echamos a andar, hemos vendido unas 60 toneladas de libros. Lo que más se mueve —entra y sale— es la novela, sobre todo los escritores clásicos, el ensayo y los técnicos de arte, historia, etc.”

Origen de los fondos

“Este negocio no tiene beneficios, se mantiene gracias al trabajo de los voluntarios. No vivimos de esto”, dice Luis. Regalan ejemplares a colegios de la zona y al Centro Deportivo Los Dragones. La mayoría de los fondos proceden de donaciones fruto de mudanzas, de las bibliotecas de personas fallecidas o de la falta de espacio debido a que las viviendas son cada vez más pequeñas. Sus clientes son fijos: estudiantes y mayores que conocen el local y gente del barrio. “Vengo a cotillear a menudo y siempre me llevo algo”, dice Antonio Cordón, que sostiene Sombra y estrella, de Laura Kinsale, publicada en 2008.

“El precio lo pones tú”

De la librería de lance o de viejo pasamos a otro concepto, el de ‘Tuuulibrería’, una entidad sin ánimo de lucro que, con el fin de difundir la lectura “porque nos hace mejores”, afirman en su web, pone los libros que la gente no quiere a disposición de los que sí.

Librería.
En casi todas las grandes localidades de España han surgido locales que dan una segunda vida a los libros. En la imagen, ‘Tuuulibrería’. © Alfredo Morales.

En 2023 dieron una nueva vida a 56.357 volúmenes. “Proceden de donaciones y el precio lo pones tú. Se paga la voluntad por ejemplar, partiendo de un mínimo de tres euros para que el proyecto sea sostenible”, explica Laura Sánchez, una de las cuatro dependientas del local cubierto de estanterías mientras Jacinto Serrano, uno de los 15 voluntarios, coloca los libros, los revisa y retira los deteriorados o repetidos para dejar sitio a los nuevos. A la vez, turistas y jóvenes, ávidos por descubrir una obra olvidada, perdida o insólita, revisan, curiosos cada rincón. Los ejemplares que están duplicados los colocan en el exterior, apoyados en el escaparate para que quien lo desee se los lleve con total libertad.

Ponen los libros que la gente no quiere o no puede almacenar a disposición de los que sí. La amplia clientela abarca desde jóvenes a personas de mediana edad y ancianos

“Queremos que los libros sigan circulando y lo hacen por todo el mundo, pero no de cualquier manera: se regalan y destinan a proyectos solidarios. Guinea o India figuran entre los receptores”, precisa Laura. Los ejemplares de Bibliometro proceden también de esta librería, enclavada en las calles Embajadores, 11, y Padilla, 78, de Madrid, y que, además, funcionan a través de la web. “Los parados pueden llevarse siete libros gratis al año, uno cualquier persona si es su cumpleaños y también regalamos a titulares del carné joven”, agrega.

Libros prohibidos

Lo más demandado, además de la novela clásica, es la filosofía y los temas de desarrollo personal. Lo que más éxito tienen son los packs titulados Libros Prohibidos, ejemplares censurados en cualquier parte del globo y momento de la historia, Cita a Ciegas con un libro o los de la serie Zodíaco, cuyo contenido es una sorpresa. Todos cuestan siete euros. También disponen de tarjetas regalo o personales que ofrecen tres libros por diez euros o siete por veintiuno. Los más antiguos, del siglo XIX, los tienen en cajas de madera, junto al mostrador. Atesoran volúmenes descatalogados y curiosidades como Comedia Nupcial de 1926 que costaba 1,50 pesetas o Comedia Sentimental, de la misma época, impresos en papel de periódico. Con el dinero que obtienen de estas ventas y de la voluntad del que lleva un ejemplar se financian sin recurrir a subvenciones.

“El último libro que me he llevado ha sido Patria, de Fernando Aramburu. Pagué cinco euros”, explica Jacinto, que lleva siete años acudiendo a su cita semanal con ‘Tuuulibrería’. “Lo que más me gusta es hablar con la gente e intercambiar opiniones, me enriquece”, dice sin dejar de sonreír.

Contra la soledad

Luz Serra pasó de ser instructora de buceo a regentar una coqueta librería de segunda mano por un problema familiar hace apenas un año. Su amor por la lectura le había llevado a acumular cientos de ejemplares. “Sufrí una crisis de espacio y empecé a vender por Internet hace cuatro o cinco años. Vi que era un nicho de mercado y me lancé a esta aventura”, explica detrás del mostrador.

Es un punto de venta, un espacio para la música y la charla contra la soledad en el que tienen un lugar privilegiado los mayores. Para ellos, funciona como una peculiar biblioteca, con carné incluido, solo para tener un registro.

La novela, el ensayo, la filosofía y los textos de desarrollo personal son lo más demandado. Albergan joyas como obras del siglo XIX, algunas obras descatalogadas y primeras ediciones

“Los presto sin fecha de entrega para que lo lean a su ritmo. Es impresionante la honradez de la gente que los cuida, los devuelve y se llevan otro. Es una minoría ínfima quien no lo hace y yo no se lo reclamo”, explica esta mujer menuda y enérgica que lleva su tienda sola.

Cultura sostenible

Su negocio, enclavado en el número 6 de la calle Sombrerería (Madrid), se ha extendido por la web, no solo en nuestro país sino también en Argentina, México, Miami… que demandan libros que no se han editado en esos lares. Sus objetivos: “Fomentar una cultura sostenible y solidaria a precios asequibles donde el público encuentre lo que no hay en otro tipo de libreras”. Por ello, Luz es muy cuidadosa con el género en el que abundan los libros descatalogados, clásicos, de colección, además de contemporáneos o rarezas. “La idea es que la gente mire donde mire, vea un libro que le llame la atención y se lo lleve”, precisa.

Librería.
Una cabina londinense en la que poder ojear ejemplares en ‘Tráfico de libros’. © Alfredo Morales.

En sus estantes se encuentran desde obras en braille, Los mejores versos de Nietzsche de 1946, o La verdadera historia de la taquillera del metro, de Juan Carlos Zamorano, del año 2000, que se vende en la red a 190 euros de segunda mano.

En ‘Tráfico de libros’ los precios oscilan entre los 3 y los 200 euros. “Siempre es menor o la mitad del que se vende usado en Internet. Los más caros se pueden leer in situ poco a poco, eso sí, no pueden salir de aquí”. Luz se nutre de donaciones de particulares, porque se ha ido corriendo la voz y de los lotes que compra a una ONG, que utilizan el dinero que obtiene para emplear a personas en riesgo de exclusión.

El tiro al aire, como dice que dio cuando se tiró a la piscina con su idea de generar un espacio de cultura para la gente que no tenía dinero sin la avaricia por bandera le está dando muchas satisfacciones. Luz Serra valora que “la gente ha pasado de decir: ‘A ver cómo te va a qué lista has sido’. Esta ha sido la primera vez que no he hecho caso a nadie y soy feliz”.

 

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