La modificación de la Constitución y la inclusión real de las personas con discapacidad

Leo en los periódicos la noticia de una modificación Constitucional que, por la gran mayoría concitada entre nuestros habitualmente broncos políticos, ofrece cierto grado de optimismo, y demuestra que no todo está perdido. Durará poco, pues mucho me temo que el maniqueísmo volverá a ser la norma imperante, pero mientras lo haga, conviene disfrutar del éxito que supone y reflexionar sobre ello.

Por Nicolás Fernández-Miranda, socio cofundador Everlaw Legal y director del departamento de derecho penal

21/03/2024
Nicolás Fernández-Miranda. Socio cofundador EVERLAW LEGAL S.L.

En el año 1978, cuando se aprobó la Constitución, los padres constituyentes consideraron oportuno redactar un artículo -el 49- que incluía el término “disminuidos”, para referirse a personas con afectaciones físicas, psíquicas o sensoriales. Es indudable que, en esa época, la sociedad carecía de la sensibilidad que tiene ahora, pues las preocupaciones existentes eran otras.

Sin embargo, ya bien entrado el siglo XXI, no es discutible que esa mención resulta del todo inapropiada. Por ello, se ha acordado modificar dicho artículo, adecuándolo a una fórmula más actual y utilizando el término “personas con discapacidad”, a todas luces más ambivalente y menos ofensivo. Bien por los poderes públicos.

Hay que decir que la modificación constitucional no es lo único que ha cambiado en los últimos tiempos. Se han aprobado multitud de normas con el claro objetivo de avanzar en la inclusión social de las personas con discapacidad, cualquiera que sea esta, imponiendo unas cuotas -qué palabra más fea- de contratación a las administraciones y a las empresas de cierta entidad, lo cual ha supuesto sin duda un gran avance en esta materia.

La modificación constitucional no es lo único que ha cambiado en los últimos tiempos. Se han aprobado multitud de normas con el claro objetivo de avanzar en la inclusión

Sin embargo -continúo con mi reflexión- a esta evolución aún le queda mucho camino por recorrer, y ello se debe no solo a que dichos imperativos -cuotas, qué palabra más fea- no llegan a la mayoría de las empresas existentes en nuestro país, pequeñas PYMES a las que dicha obligación no alcanza, sino al hecho de que las personas, muchas de nosotras, aún no hemos asumido esta realidad como algo natural, como algo de lo que podamos participar, como algo muy positivo que nos pueda enseñar otra forma de ver la vida, el trabajo, y a nosotros mismos como nunca lo habíamos hecho antes.

Muchas personas, buenas personas que aceptarían sin ninguna duda colaborar en esta integración, lo intuyen como algo ajeno, desconociendo que sea una realidad a la que pueden sumarse.

Yo era una de esas personas. Hasta que algo ocurrió que me hizo ver las cosas de forma diferente, me hizo ver algo en lo que no había caído. Me ocurrió de la forma más inesperada, viendo la extraordinaria obra de arte que es la película Campeones, de Javier Fesser. Reí, lloré y disfruté mucho con ella, y tuve una revelación, que me llegó, entre otras cosas, cuando me di cuenta de que mis hijos, de 5, 7 y 10 años, no miraban la película como algo ajeno a ellos, sino como algo normal. No prejuzgaban a los protagonistas, ni les trataban de forma condescendiente. Reían con ellos, con sus comentarios, con sus hazañas y con sus errores. Los asumían como iguales, aunque diferentes. Repito: como iguales, aunque diferentes.

Cuando terminó la película, yo no me movía de mi asiento. Uno de mis hijos, o los tres (ya no lo recuerdo) me dijeron “Papá, ¿qué haces?, ¡que ya no queda nadie!”. En ese momento desperté de mi ensoñación, pero la idea se mantuvo en mi cabeza. Por la noche, ya en la cama, seguía dándole vueltas. Por la mañana lo tenía claro.

Trabajo en un despacho de abogados. Somos 4 socios, y 10 abogados, además del personal financiero y de administración. Nuestra filosofía siempre ha sido trabajar, trabajar y trabajar, y hacerlo cada vez más y mejor. Discutimos, argumentamos, nos tensionamos y nos ayudamos, pero siempre está latente, sin olvidar un buen compañerismo, la tensión que conlleva nuestro trabajo, que no es fácil. Sin embargo, desde hace unos meses, algo ha cambiado. Algo que nos ha hecho mejorar.

Algo ocurrió al ver la película 'Campeones' que me hizo ver las cosas de forma diferente, que me hizo ver algo en lo que no había caído

Tras mi revelación, reuní a mis socios, y les conté lo que me había pasado. En ese momento, viendo su mirada, lo atentos que estaban a mis confusas explicaciones y la claridad con la que compartieron, asumieron y mejoraron la propuesta, me di cuenta de que era raro que no se nos hubiera ocurrido antes, a cualquiera de nosotros.

Al día siguiente comenzamos a perfilar la contratación. No sabíamos cómo hacerlo, ya que nadie nos lo había explicado nunca, pero no fue muy difícil. Contactamos con la Fundación Down Madrid (una de tantas buenas organizaciones de personas que se dedican a esto) y rápidamente se pusieron en marcha. Nos visitaron, nos explicaron, nos formaron, y comenzamos con las entrevistas a los candidatos que nos propusieron. No puedo definir la satisfacción con la que sale uno de esas entrevistas, ni la tristeza que se siente al no poder consumar todas las contrataciones. No puedo, pero creo que bastará con que diga que es ENORME.

Durante los primeros meses, nuestra nueva compañera vino acompañada con una tutora, lo que hizo que su adaptación fuera rápida, y muy fluida. Actualmente ya no lo necesita. Ha asumido con total naturalidad y sorprendente rapidez su rol en nuestra empresa, cumpliendo sus labores de forma brillante y poniéndose a disposición de todos para cualquier cosa que podamos necesitar.

Además, su tranquilidad y forma de ser, siempre un punto más sosegada, se ha trasladado de algún modo a nosotros, lo que coadyuva a que todos estemos más relajados, y trabajemos mejor. Me sorprende decirlo, pero creo que su presencia ayuda a que nos respetemos más.

Durante los primeros meses, nuestra nueva compañera vino acompañada con una tutora. Actualmente ya no lo necesita

Resulta llamativo observarla ejecutar cualquier función que se le haya encomendado, pues la verdad es que la hace siempre de forma tranquila, paciente y con total dedicación. Su última ocupación del día es la de recordarnos los señalamientos del día siguiente, y la verdad es que no puedo sino reconocer que espero ese momento con cierto anhelo; me apetece recibirla, escucharla, confirmarle lo que me toca al día siguiente y agradecerle su trabajo, añadiendo un “muchas gracias y que descanses”. A lo que ella, con pasmosa naturalidad y enorme sonrisa, siempre me contesta: “seguro que sí, espero que tú también”.

La conclusión a la que llego es simple: ¿cómo es posible que no valoráramos antes esta decisión? Y no encuentro respuesta para ello. Podríamos justificarlo diciendo que no es sencillo asumir esta posibilidad por defecto, o incluso podríamos aceptar que somos personas egoístas que solo miramos nuestro beneficio, pero la verdad es que una cosa, y la otra, serían inciertas.

La realidad es que, hasta el momento, veíamos imposible integrar a una persona “disminuida” en nuestro entorno, no nos dábamos cuenta de que sí hay un lugar para ellos a nuestro lado, que siempre hay labores -tan importantes como cualquier otra- que pueden asumir en beneficio de nuestra organización. Y a ello ayuda la terminología, la modificación de ese término inicial al término, más integrador, de personas con discapacidad. Permite que nuestro subconsciente vaya hilando cabos.

Decían en la película que estas personas no tienen menos capacidad, tienen capacidades diferentes. Y, por nuestra experiencia, podemos asegurar que eso es cierto. Es labor nuestra asegurarnos de que la inclusión real y efectiva no es solo un “gag” de mayor o menor éxito, debemos conseguir que sea una realidad. Por el bien de todos, por seguir evolucionando hacia una sociedad lo más igualitaria posible.

Es labor nuestra asegurarnos de que la inclusión real y efectiva no es solo un 'gag' de mayor o menor éxito, debemos conseguir que sea una realidad

Desde aquí animamos a todos aquellos que puedan hacerlo, a que lo hagan o, al menos, lo intenten. Seguro que en unos meses verán las cosas como las vemos nosotros ahora: la incorporación de nuestra nueva compañera con capacidades diferentes a las nuestras -pero muy complementarias- ha sido, sin ninguna duda, nuestro máximo éxito del año 2023.

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