Drama migratorio

Habib Camara: “Me sacaron del agua cuando ya me ahogaba”

Habib Camara, un joven de 19 años, natural de Guinea Conakry relata el naufragio ocurrido el pasado 28 de mayo frente al puerto de La Restinga, en el Hierro, donde perdieron la vida cuatro mujeres y tres niñas. Camara reside actualmente en el campamento de Las Raíces, en Tenerife, desde donde recuerda con emoción y dolor el momento en el que el cayuco con 152 personas a bordo a escasos metros de llegar a tierra firme

Por Aday Sánchez

22/10/2025
Un joven, Habib Camara, mirando a cámara

El 28 de mayo de este año, un cayuco con 152 personas a bordo —la mayoría mujeres y niños— volcó a escasos metros de la costa de El Hierro, en pleno puerto de la Restinga cuando el cayuco ya estaba llegando a tierra firme. Siete personas murieron: cuatro mujeres y tres niñas. Entre los supervivientes está Habib Camara, quien logró salvar su vida gracias a la ayuda de un compañero de travesía. “Me sacaron del agua porque no sé nadar. Ese amigo me salvó, pero no sé dónde está ahora”, relata con la voz y el ojo izquierdo temblorosos.

Camara vive hoy en el Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de Las Raíces, en Tenerife. Fue él quien pidió a los trabajadores del centro contar lo ocurrido. “Quiero que la gente sepa lo que pasó. Lo vieron por la tele, pero no lo vivieron”, insiste.

El naufragio que estremeció a España

Durante la entrevista en la entrada del centro, Habib recuerda cada instante del viaje: los días de hacinamiento en el cayuco, el hambre, el miedo constante. Pero lo que más le impactó fue el momento del rescate, cuando el barco de Salvamento Marítimo, la Salvamar Dipha, se acercó a la embarcación. “Todos empezaron a gritar y correr hacia un costado. Yo lloraba. Queríamos llegar a tierra, pero el cayuco volcó”, relata.

La ONG Caminando Fronteras había alertado con antelación de la llegada del cayuco. Sin embargo, el miedo acumulado durante la travesía llevó al caos. “Me quedé debajo del agua. Había gente en la parte de abajo de la barca que no pudo salir. Yo me ahogaba, hasta que mi amigo me sacó”, recuerda. Luego, perdió la conciencia. “Había gente que iba en un departamento inferior de la barca y se quedaron debajo”, detalla el joven guineano.

“Cuando el barco llegó a salvarnos, todo fue caos”

Cuando despertó, estaba rodeado de cuerpos sin vida. Fue atendido por la Cruz Roja y trasladado con otros adultos a un centro de acogida en El Hierro. Tres días después, fue llevado en ferry a Tenerife, desde donde hoy intenta reconstruir su vida. “Gracias a Dios ahora todo está bien”, dice. Ya ha podido hablar con su familia, que no sabía que había emprendido el viaje. “Salí solo. Nadie lo sabía. La situación era muy difícil en Guinea. No tenía otra opción”, cuenta Habib.

“Sueño con ser abogado”

Habib tiene un sueño: estudiar Derecho. “En Guinea cursaba Sociología y quería ser abogado. Ahora quiero aprender español, trabajar y estudiar aquí”, afirma. Sin embargo, su futuro aún es incierto. Espera la resolución de su expediente de extranjería mientras vive en el campamento de Las Raíces (Tenerife).

Allí ha recibido el cariño de los trabajadores y de otros migrantes, con quienes comparte historias similares. A pesar del trauma, se muestra optimista. “Me salvaron los médicos, los policías, los de Salvamento… Todos. Les agradezco de corazón.

La ruta más mortífera del mundo

La ruta migratoria hacia Canarias es una de las más peligrosas del planeta. Solo en lo que va de año, más de 5.000 personas han muerto o desaparecido intentando llegar a las islas, según datos de organizaciones humanitarias. El cayuco en el que viajaba Habib se convirtió en símbolo del riesgo y la desesperación que enfrentan quienes huyen de la pobreza y la violencia.

“Me quedé debajo del agua y me empecé a ahogar. Un amigo me sacó. No sé dónde está ahora”

Una historia para no olvidar

Habib Camara no quiere que su historia quede en el olvido. Por eso, decidió hablar. “Para que se sepa lo que pasó, lo que sufrimos”. Su relato no solo pone rostro a la tragedia migratoria, sino que también refleja la resiliencia de quienes, pese a todo, siguen soñando con una vida digna. Mientras este joven de 19 años espera una resolución legal, Habib se aferra a ese sueño: reconstruir su vida en un país que le dio una segunda oportunidad. “Gracias a Dios, estoy vivo. Eso es lo más importante.”

Datos oficiales del Gobierno de Canarias

  • En 2024 llegaron a Canarias 46.843 personas por la ruta migratoria africana, un 17,4 % más que en 2023, lo cual la convierte en la ruta atlántica más activa y mortal del mundo. De ellas, 9.757 murieron intentando llegar, según cifras del Gobierno canario
  • De los 5.800 menores no acompañados tutelados, solo 800 (14 %) tienen autorización de residencia; el resto está en un limbo administrativo pese a la obligación legal de regularización
  • Para acelerar la documentación de los menores, el Gobierno de España implementó un plan de choque, centrado en la oficina de extranjería de Las Palmas, con incentivos económicos para funcionarios. A finales de mayo de 2025 debía concluir la tramitación de los expedientes pendientes
  • Además, el Real Decreto 658/2025, en vigor desde el 24 de julio de 2025, establece un protocolo para redistribuir menores migrantes desde Canarias a otras comunidades autónomas en un plazo máximo de 15 días, previendo la creación de 1.200 nuevas plazas y una inversión de 40 millones de euros
  • El presidente Fernando Clavijo ha denunciado públicamente el abandono del Archipiélago por parte del Estado y ha pedido un reparto real de responsabilidad con otras comunidades, recalcando que la crisis migratoria es un problema nacional que requiere solución conjunta

Una presión insostenible

Canarias ha sido frontera sur de Europa en los últimos años. En 2024 sufrió la llegada de casi 47.000 personas —récord histórico— y ahora supera los 5.800 menores no acompañados bajo tutela, lo cual desborda los recursos locales. La ocupación en los centros de acogida supera el 80‑90 % y el Ejecutivo insular clama por solidaridad compartida.

“Solo 14 % de los menores tutelados en Canarias tienen residencia. El resto vive sin papeles pese a que la ley obliga a regularizarlos.”

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