Covid-19
Cinco años que cambiaron el mundo
Una vivencia del calibre de la pandemia, que dejó 7 millones de muertos en el mundo, pasa factura a toda la sociedad. Nuestro sistema sanitario, nuestra salud mental, la infancia y adolescencia, el trabajo, la economía o las relaciones sociales, todo a nuestro alrededor ha sufrido algún cambio a raíz del coronavirus. Desde Perfiles, hemos decidido ahondar en cómo se ha transformado España desde ese año 2020 que cambió nuestras vidas.
Por Carolina Martínez / Rafael Olea

El 14 de marzo de 2020, aproximadamente a las ocho de la tarde, toda España permanecía atenta a la televisión, a la comparecencia de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Intuíamos lo que pasaría: el confinamiento. Italia, principal foco en Europa del coronavirus, lo había decretado para todo el país cinco días antes, el 9 de marzo.
El 23 de febrero las autoridades chinas habían decidido cerrar Wuhan, una ciudad hasta entonces desconocida para los occidentales, que sin embargo tiene once millones de habitantes y un mercado donde se supone que comenzó el contagio del covid-19. A las 10 de la mañana se clausuraron todas las entradas y salidas de la ciudad por carretera, tren y aire, y los informativos nos dejaron imágenes de la gente intentando salir, algo nunca visto hasta entonces. Era el principio de la primera gran pandemia del siglo XXI, que ha dejado casi siete millones de fallecidos en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 120.000 de ellos en España.
Se cumplen cinco años de esta tragedia, que dejó una herida abierta en gran parte de las sociedades y que puso de manifiesto muchas de nuestras fragilidades. ¿Estábamos preparados para una pandemia? Claramente no. Pero lo verdaderamente importante es saber si ahora, cinco años después, lo estaríamos. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, tiene claro que “si llegara hoy, el mundo todavía tendría las mismas debilidades y vulnerabilidades que hace cinco años”. A pesar de ello, destaca algunos avances, como la creación del Pandemic Fund, un fondo creado junto al Banco Mundial, para ayudar a los países en desarrollo a dar respuesta a estas emergencias.
El 14 de marzo de 2020, aproximadamente a las ocho de la tarde, toda España permanecía atenta a la televisión, a la comparecencia de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Intuíamos lo que pasaría: el confinamiento
La OMS recuerda que activó los sistemas de emergencia el 1 de enero de 2020 e informó al mundo tres días después, el 4 de enero. En esas fechas, en España seguíamos viendo esa neumonía rara que estaba apareciendo en Wuhan como algo que nada tenía que ver con nosotros. Incluso cuando el coronavirus atacaba con virulencia Italia, no nos acabábamos de creer que llegaría a nuestras casas, hospitales, escuelas, centros de trabajo… Hasta que llegó, y todo se cerró.
Una vivencia de tal calibre pasa factura a toda la sociedad. Nuestro sistema sanitario, nuestra salud mental, la infancia y adolescencia, el trabajo, la economía o las relaciones sociales, todo a nuestro alrededor ha sufrido algún cambio a raíz de la pandemia. Desde Perfiles, hemos decidido ahondar un poco más en cómo se ha transformado España tras ese año 2020 que cambió nuestras vidas.
Sistema sanitario puesto a prueba
La pandemia reveló la fragilidad de los sistemas sanitarios en el mundo y España no fue una excepción. Todos recordamos cómo los hospitales y centros de atención primaria se vieron desbordados. Faltaba de todo: mascarillas, respiradores, trajes EPI y hasta mantas... Las UCI estaban al límite y el personal sanitario exhausto.
“Esta pandemia nos ha vuelto a recordar que somos vulnerables. Se nos había olvidado el efecto de las vacunas y del concepto de salud pública. Las campañas de vacunación de los años 50 y 60 cambiaron la calidad de vida de todos, dejaron de morir niños, pero hemos perdido ese concepto tan importante de la salud pública”. Son las palabras de la doctora Ana Fernández-Sesma, directora del Departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina del Monte Sinaí en Nueva York.
En su opinión, el mundo no está suficientemente “alerta”, “no se mantienen unas redes de vigilancia lo suficientemente potentes”. La investigadora defiende la carrera a contrarreloj con la que se consiguieron las vacunas. “A la gente le gustan mucho las teorías conspiranoicas de que causan daño, pero realmente lo que se ha demostrado es que han salvado muchísimas vidas. Con otras vacunas hemos tenido más efectos adversos que con estas en particular”, apunta. “Con estas vacunas podías coger el virus, pero era mucho menos grave”, añade.
El director general de la OMS tiene claro que si llegara hoy una nueva pandemia, “el mundo todavía tendría las mismas debilidades y vulnerabilidades que hace cinco años”
Sin embargo, no todo ha mejorado. Un reciente informe del Ministerio de Sanidad cifra en 100.000 el personal de enfermería que hace falta en España para equiparar la ratio al del resto de la Unión Europa (8,5 por cada 1.000 frente a 6,5 de media del país). Eso solo por citar uno de los datos más recientes. El informe del Consejo Económico y Social (CES) titulado El sistema sanitario: situación actual y perspectivas para el futuro (2024) valora positivamente la capacidad de respuesta del sistema sanitario durante la pandemia, pero alerta de la falta de personal, de los problemas de coordinación entre los distintos niveles administrativos (nacional y autonómico), y del aumento de las desigualdades regionales y socioeconómicas en el acceso a servicios, entre otros aspectos. Según el CES, el gasto sanitario en España alcanza el 7,5% del PIB, mientras en los países de la OCDE llega al 9%.
Cambiar el modelo de residencias
José Manuel Freire, médico y presidente de la Comisión de Sanidad de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), lamenta que “pasados cinco años de la pandemia, poco o nada ha cambiado en la atención sociosanitaria a las personas mayores en España, particularmente a aquellas que viven en las residencias de mayores”. “La lección más negativa es que, pasada la fase de pánico de toda pandemia, a muchos países, y en particular al nuestro, les resulta casi imposible transformar en medidas concretas las lecciones que nos dejó”, añade.
Los mayores, a través de la PMP, han pedido a las autoridades sanitarias reforzar la atención domiciliaria por parte de médicos y enfermeras. “Igualmente, hemos solicitado a las autoridades sanitarias dotar a las residencias de mayores de una buena Atención Primaria, a la que tienen derecho en igualdad de condiciones que el resto de la población”, explica José Manuel Freire. “Sus servicios han de responder a las necesidades específicas de una población mayor, y han de contar con personal de la sanidad pública, y no con profesionales sanitarios contratados por las propias residencias que no están sujetos a controles del Sistema Nacional de Salud. De momento, no parece que haya avances”, afirma.
La PMP lamenta que pasados cinco años de la pandemia, poco o nada ha cambiado en la atención sociosanitaria a las personas mayores en España
Si una cosa dejó clara la pandemia fue que las residencias de ancianos estaban desprotegidas. Por este motivo, la plataforma exige “cambios profundos” en la atención a los mayores. “Desde el punto de vista sanitario, además de una buena Atención Primaria, se necesitaría un sistema de inspección sanitaria y de vigilancia epidemiológica para prevenir, detectar y tratar brotes infecciosos, caídas, escaras, infecciones urinarias…”, demandan desde la PMP.
Salud mental tocada
El covid-19 también transformó costumbres y relaciones sociales. El confinamiento, que en España duró más de 90 días, redefinió el concepto de espacio público y privado. Las mascarillas y la distancia social se convirtieron en normas cotidianas, y las redes sociales y plataformas de videollamadas pasaron a ser herramientas imprescindibles para el trabajo y las relaciones personales.
Todo esto generó un incremento notable de los trastornos mentales y en especial de los trastornos de ansiedad, así lo destaca Mercedes Bermejo, vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP). “La pandemia provocó un aumento significativo de diferentes problemas de salud mental, como la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático, especialmente a la infancia y a la adolescencia, periodos de aprendizaje fundamentales para poder adquirir una serie de habilidades sociales”. Además, Bermejo destaca que “ha habido un incremento generalizado del estrés y del miedo, con secuelas que, si no se abordan adecuadamente, se pueden ir agravando a lo largo de los años. Numerosos estudios evidencian que hasta el 70% de los problemas de salud mental en la etapa adulta tienen su origen en la infancia. La psicóloga también apunta que se ha detectado “un incremento de los trastornos alimentarios y del sueño, así como trastornos obsesivos”.
Salimos más fuertes
Además, se han notado algunos efectos positivos, a pesar de todo. “La pandemia sacó a la luz ciertas fortalezas psicológicas: muchas personas aprendieron a desarrollar nuevas habilidades para manejar el estrés; y también hemos vivido una oleada de solidaridad”, explica Mercedes Bermejo.
“En resumen: muchos efectos, como digo, de superación, de resiliencia y de manejo del estrés, pero también mucho sufrimiento, que ha desencadenado problemas de salud mental que, a fecha de hoy, todavía estamos viendo en las consultas públicas y privadas”, subraya la psicóloga.
El 41,9 % de la población indicó haber sufrido alguna alteración emocional significativa, como ansiedad, depresión o estrés
El informe titulado La salud mental en la pandemia: un año de crisis, publicado en marzo de 2021 por la Confederación Salud Mental España, detectó un incremento en la demanda de psicólogos y psiquiatras del 40 %. El 41,9 % de la población indicó haber sufrido alguna alteración emocional significativa (ansiedad, depresión, estrés...). El 10,8 % de la población expresó haber tenido pensamientos suicidas, cifra que se triplicó en comparación con años anteriores. Entre los jóvenes, este porcentaje ascendió al 14,5 %. Además, casi la mitad de los profesionales sanitarios en España presentó un alto riesgo de desarrollar un trastorno mental tras la primera ola de la pandemia. Un 28,1 % sufrió depresión y un 22,5 % ansiedad.
Cambios sociales
Alberto Martínez Cano, miembro de la Junta de Gobierno de Colpolsoc (Colegio Profesional de Ciencia Política, Sociología, Relaciones Internacionales y Administración Pública de la Comunidad de Madrid), apunta que socialmente “se ha producido una mayor desigualdad”. “La pandemia ha agravado de manera significativa la situación de vulnerabilidad de aquellas personas que ya tenían un alto grado de pobreza y ha aumentado la exclusión social”, sostiene.
Las costumbres sociales típicamente españolas, como pasar tiempo en familia y con los amigos, o viajar, han vuelto con normalidad para la inmensa mayoría de la gente. Del mismo modo, el teletrabajo, que se implantó como medida necesaria para poder continuar con la actividad económica y empresarial, sigue existiendo, “aunque no en el grado de implantación que tuvo durante la pandemia”.
“En el tema de la vivienda, ha habido una tendencia a buscar casas que tuvieran más espacios al exterior o estuvieran en zonas del extrarradio de las ciudades, donde hubiera una mayor conexión con la naturaleza o con zonas verdes”, añade.
La pandemia ha agravado de manera significativa la situación de vulnerabilidad de aquellas personas que ya tenían un alto grado de pobreza
Los sociólogos también han notado que tanto las empresas como las administraciones han pisado el acelerador en sus procesos de digitalización, un aspecto positivo que, sin embargo, debe tener en cuenta la brecha digital en ciertos sectores de la población. “Las competencias digitales de las personas serán un reto fundamental que hay que abordar”, añade Martínez.
“La sociedad española ha quedado impactada por esta situación extraordinaria, de aislamiento social y familiar, de salud y con graves consecuencias, a todos los niveles. Esta situación excepcional, nos ha ayudado como sociedad a valorar más la salud, la familia y a nuestros mayores. También, a conocer que vivimos en un mundo de incertidumbre y vulnerabilidad con efectos globales y la importancia de tener una gran capacidad de adaptación para poder hacer frente a los nuevos retos globales”, señala Alberto Martínez.
Pero, ¿cómo responderíamos en caso de que volviera a producirse una pandemia? Alberto Martínez considera que la ciudadanía volvería de nuevo a mostrar “un alto grado de responsabilidad porque la salud sería su prioridad, pero sin duda exigirían a los gobiernos medidas efectivas”.
Repercusiones económicas
La crisis económica desatada por el covid-19 fue una de las más profundas en décadas. En España, sectores como turismo, hostelería y comercio sufrieron enormes pérdidas. El Producto Interior Bruto (PIB) disminuyó un 10,8 % en 2020, la mayor contracción desde la Guerra Civil.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), más de 100.000 empresas cerraron sus puertas definitivamente entre 2020 y 2021, siendo las pequeñas y medianas empresas las más afectadas. En el sector de la hostelería, aproximadamente un 30% de los negocios no logró reabrir tras el levantamiento de las restricciones por la pandemia.
Cinco años después, la economía ha mostrado signos de recuperación, impulsada por los fondos europeos Next Generation EU y la reactivación del turismo. Sin embargo, persisten retos como frenar la desigualdad y garantizar el acceso a la vivienda, ambos puestos de manifiesto durante la crisis.
Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha destacado que la pandemia ha acelerado cambios estructurales en la economía global: “El covid-19 no solo trajo una contracción sin precedentes, sino que también expuso las desigualdades existentes y mostró la necesidad de políticas económicas más inclusivas”.
El gasto sanitario en España alcanza el 7,5 % del PIB, mientras en los países de la OCDE llega al 9%, según el CES
Además, la digitalización del trabajo y el auge del comercio electrónico han generado nuevas oportunidades, pero también desafíos, como la regulación del teletrabajo y la protección de los derechos laborales en un contexto digitalizado. A pesar de los avances, la recuperación económica completa aún está lejos para muchos sectores.
Mari Fe Sastre de Pedro, responsable de Empleo de CC. OO. en Madrid, destaca que el boom del teletrabajo al que obligó la pandemia se ha ido relajando, tanto por parte de las empresas como de los propios trabajadores, ya que puede producir “aislamiento personal y riesgos psicosociales”. El sindicato apuesta por un sistema híbrido, que es ahora el más habitual, al menos en las grandes empresas, que son las que han apostado por continuar con algunos días de teletrabajo a la semana.
Pero uno de los cambios más llamativos que la crisis sanitaria ha producido en el entorno laboral es que “los trabajadores ya no sienten la necesidad de mantener un puesto de trabajo fijo”. “Lo que estamos observando es que la gente joven no lo necesita necesariamente. Van y vienen. Han visto la necesidad de vivir más deprisa o tienen muchas otras motivaciones que no son precisamente contar con un empleo estable”, añade la portavoz de CC. OO.
En cuanto a la filosofía de las empresas, Jaime Silos, director de Desarrollo Corporativo de Forética, apunta que “la mayor contribución de la pandemia a la agenda de sostenibilidad ha sido reivindicar el papel de lo social, la importancia de dar apoyo a sus grupos de interés como los empleados, comunidades y ciudadanía en general en momentos de crisis”.
Covid Persistente
Una de las consecuencias más devastadoras y menos visibilizadas de la pandemia es el covid persistente. Miles de personas en España continúan lidiando con síntomas debilitantes meses o incluso años después de la infección inicial. Fatiga extrema, dificultad para respirar, dolores neuromusculares y problemas cognitivos son solo algunos de los síntomas, aunque la OMS advierte que hay más de 200.
A pesar de los avances científicos, estas personas denuncian la falta de reconocimiento y apoyo por parte del sistema sanitario. La OMS ha hecho un llamamiento global para priorizar la investigación sobre el covid persistente, destacando que comprender esta condición es clave para enfrentar futuras pandemias.
A pesar de los avances científicos, las personas con covid persistente denuncian la falta de reconocimiento y apoyo por parte del sistema sanitario
Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), asegura que “las personas con secuelas del virus, como el covid persistente, han visto afectada tremendamente su calidad de vida”. “Es necesario tratar a estos pacientes con un enfoque integral y multidisciplinar para atender sus necesidades físicas, emocionales y sociales. Pero también que tengan acceso a prestaciones sociales y la promoción de la investigación para entender mejor estas secuelas”, apunta.
Muchas personas con covid persistente no han recibido un diagnóstico claro ni el apoyo necesario. También se enfrentan a barreras para acceder a tratamientos, reconocimiento laboral y prestaciones sociales. Además, sufren el estigma de una condición que se ha olvidado rápidamente. “Es importante que estas personas sean escuchadas y que se diseñen políticas que atiendan sus necesidades específicas de manera prioritaria”, señala Carina Escobar.
OMS: aprender del pasado
En el quinto aniversario del brote, la OMS instó a los gobiernos a no bajar la guardia. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que “la pandemia nos ha enseñado lecciones cruciales sobre la importancia de la solidaridad global y la inversión en salud pública. No podemos permitirnos repetir los mismos errores”. También subrayó la necesidad de abordar las inequidades en la distribución de vacunas y tratamientos.
Cinco años después, el covid-19 sigue siendo una herida abierta para España y el mundo. La pandemia nos dejó lecciones de resiliencia, pero también expuso nuestras vulnerabilidades. La cuestión es: ¿hemos aprendido algo?
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