M.ª Luz Esteban Saiz, directora del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española (CNLSE)
Cultura sorda, la gran desconocida
A propuesta del Ministerio de Cultura y del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, el Consejo de Ministras/os aprobó el 6 de febrero de 2024 la declaración de las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española (LSE) como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial mediante el Real Decreto 155/2024.
Por M.ª Luz Esteban Saiz

Esta iniciativa reconoce la cultura sorda que abarca valores, conocimientos, tradiciones y formas de socialización compartidas por la comunidad sorda. Asimismo, se destaca el valor de las expresiones culturales que emanan de la LSE, las expresiones artísticas en visual vernacular y el papel de las asociaciones de personas sordas.
Las lenguas de signos son lenguas naturales que han emergido y desarrollado dentro de las comunidades sordas, de forma independiente a las lenguas orales del entorno. Esta declaración se centra en la LSE como lengua de cultura, que es utilizada por las personas signantes en España, a excepción de Cataluña, que ha desarrollado su propio medio de expresión, la lengua de signos catalana. Las expresiones culturales de la LSE se valen de los recursos expresivos inherentes a esta lengua y su modalidad visogestual. Las infinitas posibilidades creativas y artísticas que ofrecen, gracias a su productividad lingüística, sirven para exteriorizar la identidad de las personas sordas.
No obstante, la cultura sorda y las expresiones culturales asociadas a la LSE se enfrentan a múltiples riesgos y amenazas. La naturaleza minoritaria de la LSE y de la comunidad sorda subraya su vulnerabilidad, lo que justifica la necesidad de protección.
Por ende, es esencial implementar medidas de salvaguarda a través de programas, proyectos, acciones, estrategias e inversión por parte de la Administración General del Estado y otras administraciones competentes. La cultura sorda debe ocupar un lugar destacado en la protección y promoción de la LSE, puesto que la lengua y la cultura están íntimamente ligadas, y el patrimonio cultural transmitido por la comunidad está vertebrado a través de su lengua.
El reconocimiento de este patrimonio representa una contribución significativa a la inclusión, el desarrollo sostenible, el enriquecimiento de la creatividad humana y la diversidad cultural, dentro de un marco interseccional de los derechos, específicamente los derechos culturales de las minorías.
Este acervo de valor patrimonial e identitario desarrollado durante siglos se ha arraigado en la memoria colectiva como un modo de vida. Además, posee una eficacia simbólica que cumple una función regeneradora y emotiva para la comunidad sorda.
Continúa Leyendo

Reaprender lo aprendido
Por Patricia Encinas

La hazaña del coro de Fuentearmegil
Por Daniel Alonso

Igualis, la unión del sector empresarial de la discapacidad
Por Servimedia

¿Qué cambia con la nueva ley de la ELA?
Por Servimedia