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Juan Antonio Bayona, director de ‘La sociedad de la nieve’

“Es una película para dar las gracias a los que volvieron y a los que se quedaron en la montaña”

La gran triunfadora de los premios Goya 2024, con 12 estatuillas entre ellas la de mejor película y mejor dirección, aspira ahora al Oscar en dos categorías. Lo cierto es que desde su estreno en cines el pasado mes de diciembre y a nivel mundial en Netflix el 4 de enero, La sociedad de la nieve, de Juan Antonio Bayona, no ha dejado de acumular buenas críticas, premios y cifras récord de público. Basada en el libro homónimo de Pablo Vierci, narra la epopeya humana de la tragedia de los Andes; aquella en la que, tras accidentarse el avión en el que viajaban, 16 personas lograron sobrevivir durante 72 días en medio de la cordillera en las condiciones más extremas a las que puede enfrentarse el ser humano.

Por Chema Doménech

12/02/2024
La sociedad de la nieve

En 2011, durante el rodaje de la película Lo imposible, el director Juan Antonio Bayona encontró un hueco para enviar un correo electrónico al escritor Pablo Vierci, autor del libro La sociedad de la nieve. El cineasta lo había leído en su afán por documentarse acerca de grandes tragedias colectivas y le había impactado profundamente. Tanto como para convencerse de que debía convertir en una película la historia real que narra, la de los ocupantes del avión que se estrelló en los Andes en octubre de 1972, cuando volaba desde Montevideo a Santiago de Chile con 45 personas en su interior, la mayoría de ellos jóvenes integrantes de un equipo de rugby uruguayo.

En ese libro, Vierci reconstruye aquella peripecia a través de los testimonios de los 16 supervivientes de la tragedia, casi todos amigos suyos desde el colegio. Bayona se dirigía también a todos ellos en aquel breve correo electrónico, donde explicaba de una forma muy emocionante lo que faltaba por contar en esta historia mundialmente conocida, ocurrida hace más de 51 años y a la que se han dedicado multitud de reportajes, entrevistas y documentales en prensa, radio y televisión así como varios libros y películas.

Y eso que faltaba por contar y que convenció a todos para colaborar en el proyecto tiene que ver con unir la perspectiva de quienes regresaron de la cordillera, sobradamente narrada, con el relato sobre aquellos que no lo lograron pero hicieron posible que 16 personas sobrevivieran a lo imposible durante 72 días enfrentándose al frío, a la sed, al hambre y al abandono más absoluto. Colocar en el mismo plano a los vivos y a los muertos.

Bayona con actores Parrado y Canessa
El director J. A. Bayona, junto a Agustín Pardella y Matías Recalt, actores que dan vida a Fernando Parrado y Roberto Canessa. © Quim Vives.

Por esa razón, lo primero que hizo Juan Antonio Bayona cuando tomó la palabra en el preestreno de la película en Madrid el pasado mes de diciembre, 12 años después de escribir aquel primer e-mail con destino a Uruguay, fue agradecer. “Es una película para dar las gracias a los que volvieron y a los que se quedaron en la montaña”, dijo visiblemente emocionado. Unas palabras que no se cansa de repetir en la multitud de actos públicos, proyecciones de la película y entrevistas en los que vive inmerso en los últimos meses.

“En el libro, Pablo Vierci consigue que entres en la mente de cada uno de los personajes y vivas una experiencia extrema que te sitúa frente a la muerte para, desde ahí, destacar la vida”, asegura el director. “Su relato está cargado de claroscuros y es muy humano. Me interesó especialmente el sentimiento de culpa que revolotea por toda la lectura, que desmonta el relato del héroe clásico que el cine ha hecho de este tipo de historias. En el libro, uno de los supervivientes, Roberto Canessa, se dirige a los muertos, 40 años después del accidente, y les pide que acepten en paz haber vivido la vida que ellos no pudieron vivir. En esa idea está el origen uno de los temas de la película: la necesidad de establecer un contacto entre los vivos y los muertos para escribir un relato que pusiera en evidencia el papel fundamental que jugaron todos, también los que se quedaron”.

Entrega a los demás

Verdaderamente, Bayona logra reflejar en la película ese vínculo entre los protagonistas de la tragedia a través del cual todos se entregaron a los demás como única forma de sobrevivir en un lugar donde la vida es prácticamente imposible, creando esa ‘sociedad de la nieve’ con sus propias reglas, ajena a la sociedad de la que provenían y en la que habían vivido hasta el momento del accidente.

Como relata al inicio de la película la voz del narrador sobre las notas delicadas de piano de la maravillosa banda sonora original de Michael Giaccino, tan solo eran “jóvenes criados con cariño en casas cerca del mar”. Muchos ni siquiera conocían la nieve y ninguno sabía lo largo que puede ser un día cuando no hay nada para comer.

La sociedad de la nieve.
Los actores que configuran el elenco también formaron una especie de sociedad artística y humana durante el rodaje de la película. © Quim Vives.

Según dijo en la premiére de la película Pablo Vierci, el autor del libro, “hay una frase que repiten como un mantra los supervivientes, dicen que nunca han sido mejores personas que cuando estuvieron en la montaña. Se refieren a que nunca después han vuelto a vivir esa comunión con el otro de una forma tan intensa”.

Así, en la película conmueve ver cómo los supervivientes se cuidan entre ellos desde el primer momento del accidente, preocupándose los unos por los otros sin abandonar a nadie: cuidan a los heridos con los pocos medios de los que disponen, se masajean los pies para evitar que se congelen, mastican pedacitos de carne para ablandarlos antes de llevarlos a la boca de los enfermos… Para J. A. Bayona, “la película habla sobre la vida en un lugar donde esta no es posible y en el que los personajes han de reinventarla. Se reinventan las relaciones, las costumbres y los vínculos”.

Los ojos de antes

En ese sentido, en la cinta hay una escena especialmente significativa protagonizada por el personaje de Arturo Nogueira, uno de los heridos en el accidente que finalmente no logró sobrevivir. Postrado en la litera improvisada trenzada con la red de equipajes del avión, sabiéndose en el umbral de la muerte, pronuncia ante Numa Turcatti una de las frases más reveladoras de toda esta historia: “Lo que está pasando acá no se puede ver con los ojos de antes”.

"Si seguimos hablando de esta historia más de 50 años después es, en gran parte, porque los protagonistas tuvieron que alimentarse de los cuerpos de sus amigos", dice Bayona

Se refiere a esa nueva sociedad nacida en el paraje inhóspito de la cordillera, abandonada por el resto del mundo, en la que sus integrantes tienen que enfrentarse a decisiones extremas para sobrevivir, la más controvertida y difícil, sin duda, la de alimentarse de los cuerpos de los muertos.

“Si seguimos hablando de esta historia más de 50 años después es, en gran parte, porque los protagonistas tuvieron que alimentarse de los cuerpos de sus amigos”, dice Juan Antonio Bayona. “A mí me interesa mucho el carácter simbólico de ese acto, la idea de darse al otro. En el corazón de La sociedad de la nieve hay un espíritu de colaboración y camaradería que aparece de manera espontánea cuanto mayor es la adversidad a la que se enfrentan los protagonistas. La entrega al prójimo se manifiesta tanto en lo físico, cuando uno camina por los demás o les cura las heridas, como en lo espiritual, cuando les da permiso para comer su cuerpo en caso de morir. Es un recurso tan extremo como místico y humanista”, afirma el director, que ha cuidado hasta el más mínimo detalle para que la película fuera lo más fiel posible a lo ocurrido en 1972 en la cordillera.

Escoger cómo morir

Según dice, “en un momento crucial de esta historia los personajes se echan a andar por la montaña a ciegas, sin un destino claro, a una muerte segura. Para mí no es un acto de fe, sino de dignidad. Una dignidad que también se expresaba en aquellos que morían dando ánimos a sus compañeros. Son comportamientos fruto de una profunda transformación. En una situación de completo abandono, cuando te lo han quitado todo, tienes la capacidad de escoger cómo morir. Y ellos lo hacían dándose a sus amigos”.

Los actores que configuran el elenco de La sociedad de la nieve también formaron una especie de sociedad artística y humana durante el rodaje de la película, con la que se comprometieron absolutamente, según destaca el director. Todos conocieron y convivieron con los sobrevivientes reales a los que interpretan, o con sus familiares en el caso de los fallecidos.

Se rodó cronológicamente para que los actores fueran perdiendo peso y demacrándose como lo hicieron los personajes reales. Fue un rodaje difícil, en alta montaña, en Sierra Nevada, aunque parte del equipo también visitó el mismo lugar del accidente, el Valle de las Lágrimas, en medio de los Andes, para hacerse una idea de lo que sintieron los accidentados viviendo durante semanas en ese paraje inhóspito.

El propio Bayona y un equipo de filmación pasaron tiempo en ese lugar registrando el paisaje desde diferentes tomas y en todas las horas posibles de luz, para recrearlas digitalmente de forma que todos los fondos que se ven en la película muestran el lugar real donde se desarrolló esta historia.

El Valle de las Lágrimas

Según J. A. Bayona, “fue impresionante visitar el Valle de las Lágrimas en la misma época del año en la que se estrellaron los protagonistas reales. Es un lugar fascinante y aterrador. La primera noche que pasé allí fue una de las peores de mi vida, el mal de altura hizo que perdiera la noción del tiempo y el dolor de cabeza constante fue insoportable. Pero experimentar el frío extremo, la falta de oxígeno y el agotamiento continuo nos ayudó a comprender lo que pasaron ellos”, asegura.

Eduardo Strauch: "Lo que se muestra en la pantalla es lo más cercano a lo que realmente sucedió"

Según él, “lo más importante para mí era lograr que los actores formaran una unión similar a la sociedad que representan en la historia, un grupo sólido y fuerte, que se apoyara mutuamente en los momentos difíciles. Todos ellos fueron valientes y se comprometieron incondicionalmente con sus actuaciones, y experimentaron en una pequeña medida el frío y el hambre que habrían soportado los supervivientes. Todo el proceso estuvo supervisado por médicos, nutricionistas y un entrenador personal que los acompañó semana a semana. Es impresionante lo que hicieron estos actores tan jóvenes”.

Tras proyectarse la película durante la premiére que organizó Netflix en Madrid el pasado mes de diciembre, Bayona y los protagonistas de La sociedad de la nieve se fundieron en abrazos sin poder contener las lágrimas, mientras el público presente en la sala aplaudía en pie durante muchos minutos.

Con ellos estaba también uno de los protagonistas reales de esta historia, el sobreviviente Eduardo Strauch, quien en aquel mismo momento definió la película con una frase que, para Bayona, quizás sea el premio más buscado: “Lo que se muestra en la pantalla es lo más cercano a lo que realmente sucedió”.

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