En la época de la Guerra Fría, los métodos comunes de espionaje eran la infiltración, vigilancia o el uso de dispositivos de escucha. En cambio, ahora, con los avances tecnológicos, los espías tienen muchas más opciones. Las actuaciones de inteligencia se centran en operaciones cibernéticas, drones, hackeo de sistemas informáticos, o desinformación en las redes sociales.

La escritora uruguaya cuenta a Perfiles que “el espionaje de aquella época era un poco de chiste. Era como vivir, no en una novela de espías de James Bond, sino de Anacleto agente secreto porque todo era un desastre. Ellos estaban obsesionados con el espionaje y entonces la casa estaba llena de micrófonos”.

Y añade que entiende “que la embajada americana o inglesa estuviera pinchada, pero no sé qué secretos nucleares pensaban obtener de la embajada de Uruguay. Siempre estaba todo lleno de micrófonos y a veces invertían los micrófonos y oíamos nosotros a los espías. Entonces, mientras dormía a las cuatro de la mañana y sonaba una música trepidante, unas voces, unos gritos... y eran los espías que se aburrían tanto que empezaban a hablar entre ellos, había que golpear la pared para pedirles que se callaran porque queríamos dormir”. Pero, a Carmen también le tocó vivir momentos de tensión cuando asesinaron a un diplomático. “En un desfile lleno de carros de combate lo mataron con una inyección que venía dentro de un paraguas, le pincharon la pierna y murió”, cuenta.

Carmen Posadas: "Los espías que se aburrían tanto que empezaban a hablar entre ellos, había que golpear la pared para pedirles que se callaran porque queríamos dormir"

La escritora siempre ha tenido una gran pasión y conocimiento del espionaje, ya que su padre era diplomático y por trabajo tenían que estar viajando cada cierto tiempo por todo el mundo.

En su libro, Licencia para espiar (Ed. Espasa), la autora hispanouruguaya plasma la historia de mujeres espías a lo largo de la historia, hasta la actualidad. Ofrece una visión de este mundo, pero desde una perspectiva femenina. “Lo he hecho así porque si lo hubiera hecho de hombres y mujeres hubiera salido un tocho de 800 páginas y, además, porque la historia de las mujeres espía es más desconocida, tal vez porque eran mejores”.