e/acc: Aceleracionismo efectivo

La ideología que apuesta por una IA sin frenos

Con Elon Musk instalado en el gobierno de Estados Unidos, la batalla entre los partidarios de la regulación y la desregulación de la IA amenaza con caer del lado de estos últimos.

Por Daniel Alonso

03/03/2025
Aceleracionismo.

La fiesta de inauguración tuvo lugar en un club nocturno de San Francisco hace justo un año. Allí, iluminados por luces de neón y figuras de anime proyectadas en la pared, cientos de jóvenes celebraban una fiesta con el lema Keep AI Open (mantén abierta la inteligencia artificial). La encargada de poner el tono y la música a esa extrañísima velada era una tal Grimes, antigua pareja de Elon Musk. En la pared había una gran pancarta que decía 'Acelera o muere', y por la discoteca pululaban los grandes representantes del aceleracionismo efectivo (o como se conoce en los círculos de internet: e/acc), una corriente ideológica nacida entre las cenizas de Silicon Valley que promueve el desarrollo tecnológico sin restricciones. La batalla filosófica entre partidarios y detractores ha comenzado.

Los detalles de la fiesta los desveló un reportero de The New York Times que consiguió colarse en esa especie de reunión secreta para defensores del progreso (y del dinero) sin cortapisas y sin escrúpulos. La mayoría de los participantes eran ingenieros e inversores del mundo tecnológico que compartían una creencia común: la inteligencia artificial (IA) es la llave hacia un futuro más avanzado en el que los problemas del presente dejarán de existir, porque la tecnología lo puede todo. De momento, con Elon Musk en el Gobierno de EE. UU., esta visión del mundo tiene posibilidades de alzarse con la victoria.

El e/acc comparte una creencia común: la inteligencia artificial (IA) es la llave hacia un futuro más avanzado en el que los problemas del presente dejarán de existir

El CEO de empresas como Tesla o SpaceX, defensor acérrimo de la desregulación, ha sido uno de los principales rostros asociados al aceleracionismo efectivo. Su visión ultraliberal encaja perfectamente con la filosofía del movimiento, pero Musk siempre ha sido un hombre lleno de contradicciones. En varias ocasiones, la mano de derecha de Donald Trump ha defendido la regulación de la inteligencia artificial para asegurarse de que se desarrolla de forma segura.

Al mismo tiempo, en el nuevo gobierno de Estados Unidos, Musk estará a cargo de DOGE, el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental, con el objetivo de reducir las normas federales como las que regulan contra la contaminación y a favor de la protección del medio ambiente.

Raíces filosóficas

El aceleracionismo efectivo, conocido en el mundillo con la abreviatura e/acc, es una reinterpretación de una corriente filosófica surgida en los años 90. El filósofo británico Nick Land acuñó el término aceleracionismo para describir cómo las fuerzas del capitalismo y la tecnología convergerían en una “singularidad tecno-capitalista”, un punto en el que la inteligencia artificial superaría las capacidades humanas y transformaría radicalmente la sociedad. En Silicon Valley, esta idea fue adoptada por figuras como Guillaume Verdon, exingeniero de Google y fundador de la startup Extropic. Verdon y otros miembros del movimiento defienden que la tecnología no debe estar limitada por consideraciones éticas o políticas, ya que su desarrollo es esencial para alcanzar un futuro posthumano.

“El progreso tecnológico es inevitable”, proclamó Verdon en un manifiesto publicado en 2023 bajo el pseudónimo Based Beff Jezos. Según él, “la luz de la conciencia debe transitar hacia formas no biológicas”. Estas ideas han encontrado su eco en figuras influyentes como el inversor Marc Andreessen, quien describió el aceleracionismo como “una espiritualidad tecnológica”. En su Manifiesta tecno-optimista, Andreessen argumenta que “nos están mintiendo” porque “nos dicen que la tecnología nos quita el trabajo, reduce nuestros salarios, aumenta la desigualdad, amenaza nuestra salud…”. Él defiende que la tecnología hace justo lo contrario. A través de su firma de capital riesgo, Andreessen impulsó empresas como Facebook, Twitter, Airbnb o Slack.

Elon Musk, aunque es defensor acérrimo de la desregulación, defiende supervisar la IA para que se desarrolle de forma segura

Este inversor cuya riqueza depende del progreso desmesurado cree la tecnología “es la gloria de la ambición y los logros humanos, la punta de lanza del progreso y la realización de nuestro potencial”. Hay otra frase en el manifiesto que es el reflejo de todos los problemas que arrastra esta ideología: “Creemos que no hay problema material —ya sea creado por la naturaleza o por la tecnología— que no pueda resolverse con más tecnología”. Es decir, que la tecnología todo lo puede solucionar, y cualquier regulación que intente frenar la invención tecnológica debe suprimirse.

Progreso sin límites

Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec, alerta sobre los peligros de convertir la tecnología en un fin en sí mismo. “La eficiencia no puede ser un objetivo por sí solo”, señala. Barrero considera que muchas de las promesas de los aceleracionistas no tienen en cuenta las complejidades sociales o éticas que rodean al desarrollo tecnológico. “Es más una ideología que un pensamiento político, más una religión que cualquier otra cosa. Está basada sobre la falsa premisa de que la tecnología tiene una solución para todo. Se habla de robots para limpiar el mar de plástico, pero esa no es la solución, al menos no todavía, y lo que hay que hacer es dejar de tirar plástico al mar”, defiende.

El aceleracionismo efectivo, conocido con la abreviatura e/acc, es una reinterpretación de una corriente filosófica surgida en los años noventa

Cristina Aranda Gutiérrez, especialista en inteligencia artificial, también cuestiona el optimismo exacerbado que rodea a este movimiento. “Nos venden que la tecnología nos va a salvar, pero lo que realmente necesitamos es más filosofía, más regulación y más humanidad”, defiende.

Para Aranda, el aceleracionismo efectivo desvía el debate de problemas urgentes, como el impacto social de la automatización o la concentración de poder en manos de unas pocas empresas tecnológicas. “Quieren que solo te fijes en el futuro y que no pienses en los problemas que tenemos en el presente”.

Resistencia ética

El aceleracionismo efectivo también ha reabierto debates dentro de empresas como OpenAI, uno de los actores clave en el desarrollo de la inteligencia artificial. Fundada inicialmente como una organización sin ánimo de lucro, OpenAI tenía como objetivo garantizar que la IA se desarrollara de manera ética y segura.

El conflicto llegó a su punto álgido en 2023, cuando Altman fue despedido brevemente por la junta directiva de OpenAI, solo para ser reinstaurado días después tras la presión de empleados y grandes inversores. Según The New York Times, este episodio simboliza la lucha interna entre dos visiones opuestas: un desarrollo ético y controlado frente a una estrategia más alineada con los principios del aceleracionismo efectivo.

Nick Land acuñó el término aceleracionismo para describir cómo las fuerzas del capitalismo y la tecnología convergerían en una “singularidad tecno-capitalista”

Al principio, OpenAI estaba inspirado en la filosofía del altruismo efectivo, que aboga por utilizar la lógica y los datos para maximizar el impacto positivo de las acciones humanas. Esta corriente de pensamiento aboga por la regulación y cree que es posible el desarrollo tecnológico de forma altruista. En los últimos años, la influencia del altruismo efectivo se ha visto eclipsada por la narrativa más agresiva del aceleracionismo. Los defensores del e/acc, que tachan a los altruistas de deceleradores o doomers (“estúpidos”), han promovido una visión en la que cualquier regulación es vista como un freno al progreso.

Gary Marcus, profesor especializado en inteligencia artificial de la Universidad de Nueva York, escribió un artículo canónico para la revista Fortune en contra de los tecnólogos que manipulan la percepción del público: “En definitiva, todo el movimiento aceleracionista es tan superficial que puede resultar contraproducente. Una cosa es querer actuar con rapidez y otra es ignorar la regulación y actuar de forma imprudente. Un producto de IA apresurado y poco regulado que genere un caos masivo podría provocar una reacción pública posterior, y eso podría hacer que la IA retroceda una década o más (podría argumentarse que algo así ha sucedido con la energía nuclear)”. Adrienne LaFrance lo expresó mejor en un artículo en The Atlantic: “Los nuevos tecnócratas afirman abrazar los valores de la Ilustración, pero en realidad están liderando un movimiento antidemocrático y antiliberal”.

 

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