Deportistas olímpicos y paralímpicos de halterofilia describen las etapas más duras y personales que han pasado para llegar a la élite e intentar competir en París
El camino para ser una estrella
Para ir a unos Juegos, no basta con ser el mejor de tu país. Se deben cumplir una serie de premisas que permitan conseguir el billete hacia unas olimpiadas de ensueño. Una experiencia que Loida Zabala (novena en París 2024) y David Sánchez (en la imagen de la izquierda) definen como lo máximo a lo que puede aspirar un deportista de élite.
Por Aday Sánchez
Nadie dijo que fuera fácil. Conseguir las metas en el mundo del deporte resulta muy complejo. Aún más lo es el arduo camino para ser una estrella. Esto es algo que debe cocinarse a fuego lento, con mucho esfuerzo, sacrificio y horas de entrenamientos en días que resultan interminables. Cuando el ingrediente secreto es el talento, la ilusión, la constancia y la gestión del trabajo se convierten en estrategias decisivas de los deportistas que luchan por llegar a la cima. Pero no todo es de color rosa. Hay ocasiones en las que podemos olvidar que estos deportistas también son personas. Ellos han pasado etapas de sufrimiento, dolor, violencia, malos hábitos de vida e incluso decir que el deporte les ha salvado la vida.
El talento puede parecer, a priori, algo muy favorable, pero no siempre es así. Quizás esto sea una de las cuestiones más difíciles de gestionar en las jóvenes promesas. Observar, por ejemplo, un levantamiento de pesas cuando los kilos añadidos superan los elementos del cuerpo humano que emplea la fuerza resulta, como poco, llamativo. Esto es muy habitual en la halterofilia, un deporte cada vez más de moda y que consiste en levantar el máximo peso posible con una barra fijando varios discos en sus extremos. Los discos que se le añadan será lo que determine el peso final que se levanta.
La preparación que se necesita para competir al máximo nivel en unos Juegos Olímpicos o Paralímpicos conlleva a que se deban cumplir unas premisas. La más importante es estar en perfecto estado de forma y no tener lesiones.
Billete hacia unas olimpiadas
Conseguir una plaza para unos Juegos no es una tarea nada sencilla y menos si hablamos de deportistas de élite. El 26 de julio, el Río Sena se vio completamente iluminado por el pebetero olímpico dando por inaugurada una nueva edición de los Juegos Olímpicos. Un sueño que persiguieron tanto Loida Zabala como David Sánchez, en la disciplina de halterofilia paralímpica y olímpica, respectivamente.
Tras superar varias adversidades, incluso un reciente cáncer, Loida Zabala pudo competir en Paris 2024, donde acabó en novena posición
En el caso de Zabala (Cáceres), ha conseguido a sus 37 años cinco diplomas (Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2021 y París 2024). Además, ha recibido el premio a la deportista paralímpica más influyente del Women’s Sports Institute (WSI). Entre sus últimos logros se encuentra el de campeona de Europa en 2022, algo que no había conseguido ningún español. “No podía creérmelo, después de conseguirlo estuve tres horas llorando de felicidad”, detalla.
Loida ha tenido que enfrentarse a situaciones complejas temiendo incluso el poder seguir con su carrera como deportista. En 2012, un mes antes de disputar sus segundos Juegos Paralímpicos, Loida sufrió violencia de género a manos de su expareja.
“Mi expareja me maltrató, me lesionó el brazo y fue muy difícil para mí porque los médicos pensaban que no me recuperaría y menos hacerlo en tan poco tiempo”, señalaba. Esto supuso el mayor reto al que se ha enfrentado Zabala hasta la fecha por lo que estaba en juego. “En ese momento dudaba si podía jugar o no porque no podía estirar el brazo derecho. Los médicos decían que era complicado, pero yo intenté llevar una vida lo más normal posible”, expresaba la deportista.
“Jamás pensé que esto me pasaría a mí, pero lo más importante es que, al final, podemos salir de ello”, destacaba Zabala. Para ello decidió focalizar su vida en mejorar y tener la certeza de que pensar en aquello que le había ocurrido no le servía de nada. “Tenía que olvidar esa situación y sentirme como antes”, afirmaba Loida.
Superación personal
Además de esa tesitura que sigue muy viva en el recuerdo de Loida, se le suma otro reto de superación personal. En octubre del pasado año, mientras trabajaba, se le durmió el brazo izquierdo. Acto seguido, no podía saludar ni hablar con normalidad. “Vino urgencias, me mostraron un reloj y unas gafas y no sabía cómo era el nombre de los objetos. Me llevaron al hospital y me detectaron nueve masas en el cerebro y otra en el pulmón”, comenta.
Finalmente, el diagnóstico fue que tenía cáncer de pulmón que se había extendido a cerebro, hígado y riñón. “Fue un momento muy duro, soy consciente de que no es un camino fácil, pero doy las gracias todos los días por poder seguir haciendo lo que me gusta”, expone Loida.
Después de pasar meses en el hospital recuperándose del cáncer, “lo más difícil fue no saber si podría volver al deporte y menos rendir a un nivel que se requiere cuando quedan pocos meses para unos Juegos”, comentaba. Finalmente, Loida pudo disputar sus quintos Juegos en París, en los que logró la novena posición.
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