Estamos muy orgullosos de nuestra dieta mediterránea, pero nos debemos de autoengañar cuando cuatro de cada diez niños en España tienen sobrepeso. ¿Qué ha pasado?

Hemos hecho un cambio muy drástico en el estilo de vida, no solo tenemos niños sedentarios, sino que, en la alimentación, estamos permitiendo que un niño elija lo que coma o no según sus apetencias. Todo ese cambio está provocando que estemos sobrealimentando, a nivel calórico, de azúcares y de grasa, a toda la infancia.

El Gobierno ha aprobado un plan 2022-2030, pero todavía no ha empezado a andar. ¿No cree que deben acelerar este proyecto? ¿Es urgente atajar la obesidad infantil?

Esto es un gran problema, una pandemia, porque es una enfermedad. Alguien que es obeso va a ser obeso siempre, aunque nosotros consigamos controlar su enfermedad. Si no cambia sus hábitos de vida, esa patología siempre va a aparecer. Es urgente porque los niños que se enfrentan a esto van a ser jóvenes adultos patológicos, con 25 o 30 años van a tener enfermedades asociadas: como diabetes tipo 2, colesterol, grasa visceral… Esto se va a traducir en una peor calidad de vida.

Al margen de políticas estructurales, ¿qué le dirías a unos padres que se enfrentan a este problema? ¿Qué hacemos? No podemos tener a los niños eternamente a dieta…

A los niños no se les puede tener a dieta nunca, entendiendo la dieta como algo restrictivo. No se trata de pasar de un descontrol alimentario a todo. Los adultos tenemos la responsabilidad de nutrir y alimentar a la infancia, tenemos que hacer un esfuerzo para que no tengan esta enfermedad. Hay que llevar una alimentación y unos hábitos de vida saludables. No se trata de perder dos kilos, sino de estar en su peso toda la vida.

¿Recomienda ir a un especialista?

El especialista es el que va a entender perfectamente la patología y va a ayudar a conseguir el objetivo de cambiar esos hábitos. Impondrá hábitos a toda la familia, sin que el menor se sienta discriminado ni señalado. Muchas veces se entiende que es el paciente el culpable de la enfermedad. No podemos culparle. Es muy fácil entrar en un trastorno como la bulimia o la anorexia. Es fundamental acudir a un especialista porque estamos hablando de una patología.

¿Puede darnos alguna pauta?

No excluir al infante de ningún proceso. Hay que ir al mercado a hacer la compra con él y relacionarle con los alimentos frescos. No se trata de cambiar pizzas por tallos de apio. No se puede excluir al menor de la alimentación de toda la familia.

Hay que cocinar con ellos. Invitar a que el menor participe de su alimentación en función de su edad. No diferenciar las comidas de los niños de las de los adultos: el menú infantil no tiene sentido. Solo tiene sentido adecuar el tamaño del plato a la edad de cada uno. Trabajar mucho la masticación, no se puede comer rápido ni meter prisa a la hora de comer. Eso permite que lleguen las señales de saciedad al cerebro. Hay que priorizar el consumo de frutas sobre cualquier otro en meriendas y postres. Disminuir la ingesta de azúcares libres: kétchup, bollería, chuches o refrescos deberían ser muy esporádicos.