Funambulista: el músico artesano

“Sobre el alambre tenso de la vida, camina el funambulista, sin miedo, desafiando al viento y a la caída, con paso firme y corazón de acero”. Estas palabras extraídas de la obra ‘Sobre los ángeles’, un poemario de 1929 de Rafael Alberti, describen la trayectoria y el estado de Diego Cantero. Para los despistados, hablamos de Funambulista, uno de los músicos españoles que mejor conecta con el público gracias a su honestidad y profundidad emocional.

Por Pedro Fernández

05/05/2025
Funambulista

El funambulista es una metáfora de la profesión de Diego Cantero, de cómo crea sus canciones. “Aquí no hay examen ni universidad; no existe una sola manera de hacer música. Trazo una línea, la invento y la sigo, sabiendo que el vértigo está ahí”, afirma en la entrevista a Perfiles que concede en su estudio.

Al igual que Philippe Petit, el audaz francés que en 1974 se atrevió a caminar entre las Torres Gemelas del World Trade Center sobre un cable de acero tendido, “con los años he aprendido a disfrutar de ese momento de tensión, de esa montaña rusa que es la vida, y, al mismo tiempo, mantener la cabeza centrada. Es el mayor ejercicio vital que he hecho en mi vida, mantener la paz en medio de la tormenta”.

Sin embargo, Diego no siempre supo lidiar contra esa tormenta. A los 14 años ya daba conciertos en su pueblo y se embarcaba en modestas giras en tren. “Por entonces no era nada paciente. Quería resultados pronto, vivía obsesionado con el ahora”. Normal a esa edad. “Cuando comprendí que el camino de la música era de largo recorrido aprendí a disfrutar de esa lucha”.

Creación musical

En su estudio se respira esa atmósfera cálida que invita al talento. Las paredes, adornadas con discos, cuentan historias de éxitos. Por todo el espacio se distribuyen teclados, amplificadores, equipos de sonido, cables, pedales, micrófonos... y, por supuesto, una colección de guitarras, cada una con su propia historia y sonido. Es en este ambiente impregnado de notas musicales en donde pasa siete horas cada día. Le gusta considerarse un músico “artesano”. “Cuando no estoy de gira ni de promoción de algún disco, me paso en mi estudio siete horas diarias”. Toda una jornada laboral dedicada a aprender informática musical, tocar instrumentos, mantenerse al día con los nuevos sonidos; en resumen, “todo lo que no es inspiración. Son herramientas que me ayudan a dar forma a esa frase que, quizás en pocos minutos, se convierte en una canción”.

Funambulista
Diego Cantero asegura que “tras sacar un disco, no quiero volver a escucharlo en un año. Mientras los creo, los reviento, pero una vez publicados solo veo fallos”. © Alfredo Morales.

En su música resuenan las influencias de cantautores de los 90 y 2000, como Pedro Guerra, Ismael Serrano, Javier Álvarez, Javier Ruibal y Jorge Drexler. También le han marcado bandas como Extremoduro, Fito o Los Panchos, por nombrar algunos. “Qué recompensa más bonita dedicar tres minutos de tu atención a estos artistas; qué manera de viajar, más rápido que a través de una película, y descubrir la magia de la música y la palabra juntas”, dice con una chispa en sus ojos, como si aún fuera aquel niño que decidió dedicarse a la música tras escuchar Temblando.

“Con los Hombres G descubrí la emoción por la música”, precisa. Pero esa relación con la música no fue amor a primera vista. A los cinco años sabía tocar la guitarra y el piano, gracias a la insistencia de su padre. “Fue en contra de mi voluntad”, recuerda con cierta nostalgia. “Llegué a odiar el piano hasta el punto de no poder oler su madera”. Él era joven y, como es lógico, prefería jugar al baloncesto en lugar de recibir clases de canto, solfeo, armonía o piano. “Hoy lo agradezco”, afirma, para zanjar un posible debate.

“De niño, llegué a odiar el piano hasta el punto de no poder oler su madera”

El mérito, al final, se lo llevó Temblando, además de su hermano. “Con 14 años, le acompañaba a un cuarto cutre rodeado de cables y amplificadores para escuchar versiones de Nirvana y Pearl Jam. Aquello me sonaba a gloria”. Es cuando supo que quería dedicarse a la música.

Experiencia de 24 años

Su entusiasmo por la música no ha menguado con el paso del tiempo. Charlando en el sofá de su estudio, cualquiera diría que lleva 24 años publicando discos. Primero, como Diego Cantero, para luego transformarse en Funambulista. “La ilusión sigue intacta”, asegura. “Todo a mi alrededor ha podido cambiar, pero la música es el único pilar de mi vida que nunca se ha movido”. Lo que ha aprendido con los años es a responsabilizarse de su obra. “Una vez escribo una canción, con todo el amor del mundo, esta se convierte en esa palabra fría que es producto. Al principio, odiaba y repudiaba esto, pero ha sido fundamental asumir que, para hacer cosas bellas que tienen que ver con el arte, uno tiene que aceptar conceptos más fríos y banales, relacionados con la parte económica”.

Al final, se trata de una evolución constante. “Mi manera de cantar, escribir o producir se ha transformado con el tiempo. Hasta el punto de que tras sacar un disco, no quiero volver a escucharlo en un año”. Diego va más allá: “Mientras los creo, los reviento, pero una vez salen solo veo fallos y arreglos”. En ese proceso de producción tiene un punto débil: “No soy buen seleccionador de mis singles”.

Por esa razón, en su etapa de creación a Diego le gusta compartir su obra con su círculo de amigos y familia: “Han crecido con influencias y criterios similares a los míos, y son quienes siempre me dan una opinión honesta”, reflexiona.

Vida y canciones

En cuanto a las críticas externas, “afortunadamente, no les doy importancia. No conozco a la persona que escucha y opina sobre mi tema. Probablemente, si pudiera charlar con ellos, valoraría su opinión, pero me cuesta mucho sin conocerlos”.

“¿Para qué escribir canciones?”, se pregunta en un momento de la entrevista. “Para llegar a casa, abrir la puerta y ver a mi familia, a mis hijos”, se responde. Para un músico, los fines de semana y el verano son los momentos de mayor actividad. Por eso, en su día a día, Diego se entrega por completo a su familia. Casado y con dos hijos, se encarga de llevarlos al colegio y a la guardería, y de pasar la tarde juntos. “Paso mucho más tiempo con mis hijos que un trabajador común que hace sus ocho o diez horas en una oficina”, asegura afortunado. Además, tiene una máxima: “No puedo irme de casa más de una semana”.

Reconoce abiertamente que no le “compensa” cambiar más fama o dinero por tiempo de calidad con los suyos. “Conozco cada detalle de la vida de mi familia, los dibujos que ven mis hijos, sus intereses… me gusta equilibrar ambos mundos”. Para el músico, eso no tiene precio.

Este apego a la familia es algo que le han inculcado desde niño. Su abuela, su madre, su tía… siempre ha estado rodeado de mujeres que, como bien dice, le han aportado “una manera distinta de ver la vida”. De ellas destaca lo que más le gusta: “Su energía, su paciencia, su sensibilidad a la hora de dedicarse a cuidar a otra personas, su familiaridad… las mujeres abrazan mejor, te hacen sentir como nadie. Con ellas puedo expresar mis sentimientos más abiertamente”. Y, de ahí, brotan las canciones.

Funambulista
Diego Cantero, durante la presentación de su disco en Las Ventas. © Pedro Fernández.

Presenta su nuevo trabajo: 180º Vol. I

El pasado mes de marzo arrancó la nueva gira de Funambulista en Live Las Ventas, en Madrid, donde presentó ante el público su último trabajo discográfico, que lleva por título 180º Vol I.

Se trata de la primera parte de un disco que tendrá tres entregas, cada uno con siete canciones, 21 en total, presentadas de manera espaciada a lo largo de 2025 y 2026, y que llenarán de nuevos sonidos la carrera del artista, que ha decidido dar un giro radical a su trayectoria, algo que también se refleja en su cambio de look.

Diego Cantero se ha consagrado como uno de los más cantantes, autores y productores más relevantes del panorama español, acumulando más de 300 millones de reproducciones en plataformas, además de componer para artistas de la talla de Malú, Pastora Soler o Raphael.

 

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