Alejo Stivel, cantante cofundador del grupo Tequila

“Fuimos la banda sonora de la Transición”

Así lo cuenta Alejo Stivel, cantante y cofundador del grupo Tequila, sentado en una de las sillas que compró a un barbero de su barrio, ‘la Prospe’. Relata la vida que ha tenido en su último y único libro, Yo debería estar muerto, que no es más que una reflexión sobre su supervivencia. Desde los primeros acordes con Tequila hasta su carrera como productor musical de renombre, ha dejado una huella indeleble en la escena musical española. En su casa, que podría parecer un museo por sus piezas únicas, nos lleva a un viaje lleno de nostalgia y satisfacción. Toda su vida ha estado envuelta en la industria musical, siendo uno de los artistas más auténticos.

Por Beatriz Jiménez

11/11/2024
Alejo Stivel

Aún activo en la industria y con un libro recién publicado, busca nuevos desafíos. “Todavía hay mucho por hacer”, afirma con determinación. “La música sigue siendo un viaje infinito de descubrimiento y creatividad”. Bajo el título de su libro, Yo debería estar muerto (Ed. Espasa), Alejo Stivel bucea en su vida y se mete en un túnel del tiempo, donde hay recuerdos bonitos y otros no tanto. Mientras escribía, lloró y recordó muchas historias que lo llevaron a altibajos emocionales. El autor afirma que el título de su libro no es un imperativo, sino una reflexión sobre su vida y las muchas veces que ha estado cerca de la muerte.

Alejo Stivel y Ariel Rot, voz y guitarra del grupo, llegaron de Argentina huyendo de la guerra, y se encontraron con una España apagada a la que le dieron todo el color y vida que tanto ansiaba. “Nunca imaginé que la música me llevaría tan lejos”, afirma con una sonrisa. Y añade: “Empecé como muchos, tocando en pequeños bares y clubes, buscando mi sonido, mi voz. Y de repente, Tequila nos puso en el mapa”.

Como cofundador de una de las bandas más rompedoras de los años ochenta, Stivel alcanzó un éxito notable. Todo el mundo tarareaba Salta conmigo y España destellaba entre tanto apagón. Pero el impacto de Tequila en la música española sigue resonando décadas después. “Fue una época mágica —recuerda el cantante—. Nosotros solo queríamos divertirnos y hacer la música que nos gustara. Nunca pensamos que sería tan grande”. Tras la disolución de Tequila, Stivel se aventuró en la producción musical. “Fue un cambio natural para mí. Siempre me interesó el proceso detrás de las canciones, cómo se construyen los arreglos, cómo se captura la esencia de una melodía”. Como productor ha colaborado con artistas de diversos géneros, dejando su marca en álbumes icónicos.

“Después de tantos años de oscuridad y dictadura, la gente quería salir del camino y desmadrarse”

Pero su amor por la música se respira en cada esquina de su casa, entre discos, premios y miles de recuerdos. Stivel nos revela que la música es su vía de escape y de conexión con el mundo, su forma de expresar lo que siente, alegrías y tristezas y que ésta es una parte esencial de quién es.

De la fama al abismo

El músico asegura que a todos nos pasa que pasamos muy cerca de la muerte. “Algunos se mueren, otros se salvan, pero yo me salvé muchas veces”. En el libro cuenta que de pequeño padeció tuberculosis, una enfermedad que mató a muchos niños. Luego sobrevivió a la dictadura argentina, en la que perdió a varios familiares.

En España, su éxito juvenil y la fama a los 18 años también lo pusieron en riesgo. Además, las drogas y todo tipo de sustancias añadieron más peligro a su vida de artista. Cuenta cómo un día se desmayó en el escenario. “Nadie se dio cuenta porque no me caí, estaba sentado y me mareé, y al sentarme en la tarima de la batería, la gente pensó que solo descansaba. Podría haber muerto de una sobredosis”.

“Quiero vivir cien años, pero no sintiéndome mal. Si estoy con dolores, prefiero dejarlo. Tengo y tuve una vida fabulosa que vale por cuatro vidas de otra persona. No voy a estirar mi vida si no estoy bien, prefiero tomar el tren hacia otro mundo. Estoy muy agradecido a la vida que tengo porque sé que hay gente que tiene un curro que no le gusta o está en una situación familiar de la que no puede salir”.

“Es antinatural que una banda dure muchos años. Los que lo hacen es porque facturan millones de euros y entonces es casi un acuerdo económico”

En la misma línea, asevera que “hay momentos más placenteros y momentos que no, incluso haciendo lo que te gusta. Nunca tuve un jefe en mi vida, nunca tuve un horario. Yo trabajo a la hora que quiero, hago lo que quiero. Si quiero, me voy a tomar un avión y me voy a no sé dónde, pero no estoy de vacaciones todo el tiempo. Monté un estudio de grabación y estuve como seis o siete años sin parar, ni siquiera los fines de semana. Un día conté que llevaba como siete meses trabajando sin un día de descanso. Pero era elección propia, entonces otra cosa que agradezco mucho es que todos mis días son diferentes. Estoy muy entretenido, siempre tengo ochenta proyectos diferentes. Y, bueno, ahora escribí un libro, ¿quién me iba a decir a mí que escribiría un libro? Me invitan a charlas con escritores muy importantes, y digo: ‘¡coño! pero si yo soy un intruso aquí”.

Pero la idea de “crear” este libro viene de sus familiares y amigos, “me decían: ‘Tú tienes que escribir un libro con todas esas historias, todo lo que te ha pasado en la vida’. Sí, sí… pero me daba pereza. Primero me daba pereza sentarme a escribir lo que sea, porque ya me cuesta hacer canciones de tres minutos. Es algo bastante corto y sintético. Ya me cuesta, soy muy vago y me da terror el papel en blanco. Entonces eso me cuesta contando cualquier cosa. Decía yo: ‘Si me cuesta tres minutos, imagínate trescientas páginas’. Pero, además, si fuera una cosa de ficción, que me invento una historia, pero encima sobre mi vida; bucear en toda mi vida y meterme en un túnel del tiempo donde hay cosas bonitas y cosas tristes. Bueno, escribiendo, lloré”, explica el músico.

Alejo Stivel 2.
Stivel subraya que los ochenta fueron “una época mágica”. Añade que con Tequila “solo queríamos divertirnos y hacer la música que nos gustara. Nunca pensamos que sería tan grande”. © Alfredo Morales.

Casi un 'chico Almodóvar'

Desde que se publicó el libro, el cantante no ha vuelto a leer ni a mirarlo porque cuenta que le da pudor. “Te pones a escribirlo, estás en tu casa solo y empiezas a mirar por dentro todo lo que has contado, e impacta. Mi mamá era muy amiga de Pedro Almodóvar y venía aquí. Esta es la casa donde yo llegué a España. Estábamos con Tequila en lo más alto y él estaba empezando su carrera. Me pasó un guion de su película, y me pidió que actuara en ella, pero le dije que no era el momento para acabar con el ‘boom’ de Tequila, pero quizá lo podría haber hecho. Tenía mucha confianza en mí, pero le dije que llamara a un actor de verdad. Al final lo hizo Imanol Arias. Quién sabe lo que hubiese sido de mi vida”, asevera.

Tequila, una 'pareja' de cinco

El nombre de Tequila tiene una historia escondida. Explica que surgió de su admiración por Johnny Winter, un guitarrista y cantante albino de blues y rock. “Tenía una canción que se llamaba Cheap Tequila, y de ahí salió el nombre. Así se formó el grupo con Ariel, a quien conocí de pequeño en un concierto de Paco Ibáñez. Nuestras mamás eran artistas, actrices”, cuenta.

Más allá de las anécdotas, los grupos tienen un final anunciado desde el momento que se crean, “porque es muy difícil de mantener”, así lo relata Stivel. “Ya es difícil una pareja de dos personas, imagínate de cinco. Todo el día estábamos juntos, en una furgoneta, en el restaurante, en el camerino, en el escenario, en el local de ensayos, en el estudio de grabación y en el hotel. Llegábamos a Madrid y casi también estábamos juntos porque no teníamos nada que hacer, no teníamos otras amistades. Vivíamos todo juntos. Era un núcleo aislado, donde casi todo el tiempo estabas fuera, con ellos. Es casi antinatural que una banda dure muchos años. Las pocas que lo hacen es porque facturan cientos de millones de euros y entonces es casi un acuerdo económico”, asegura.

El artista relata la complicación de hacer ‘germinar’ un grupo de música en medio de un caos como el que se vivió España, “un periodista dijo que pusimos color a la España de aquella época, que pasaba por un blanco y negro. Coincidió, fue como un milagro. Teníamos una propuesta que encajaba perfectamente con el momento sociocultural, político y musical de España, y llegamos en el momento justo al lugar indicado con el producto indicado”, explica. Añade que “explotó enseguida porque fuimos la banda sonora de esa transición. Nuestra propuesta era desenfadada, de disfrutar. Después de tantos años de oscuridad y dictadura, la gente quería salir del camino y desmadrarse”.

“Los artistas a veces se creen más importantes de lo que son. Para mí, las verdaderas estrellas son los neurocirujanos que salvan vidas”

La liberación musical y políticasocial estaba en el aire. La droga y el alcohol eran algo popular en esos tiempos. “No había precedentes de lo que podía pasar, y no solo ocurría en España. Todos los ídolos musicales consumían drogas: los Beatles, los Rolling Stones, David Bowie, Lou Reed, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Jim Morrison. Estos ídolos mundiales hacían giras masivas, sacaban discos, eran supercreativos y se drogaban. Uno pensaba que, si ellos lo hacían, no sería tan malo. Ahora los ídolos son Taylor Swift, que probablemente no ha probado una droga en su vida”, señala el artista.

España y Argentina

Tuvo una infancia fabulosa, él mismo la describe como un ‘tesoro’. “Nunca me dijeron: ‘Alejo, son las 8:30, a la cama’. Me quedaba dormido en el sofá mientras hablaban de política, cultura, teatro, literatura. Oía todo eso desde pequeño y, evidentemente, me influenció. A los diez años, tenía una mentalidad muy desarrollada, diferente a la de mis compañeros de colegio”, cuenta.

La canción de Yo quería ser normal surgió porque, de pequeño, cuando iba a casa de sus compañeros y se quedaba a dormir, le fascinaba ver familias normales con madre, padre e hijos cenando a la hora apropiada. “No quiero que se me interprete mal. Mi vida libertina venía acompañada de un cuidado extremo por parte de mi madre. Me daba libertad, pero siempre sabía lo que hacía y me daba todo el amor y la educación posible. No me dejaba en libre albedrío, pero me dejaba participar. En casa de amigos, mientras ellos tenían mesas separadas para niños y adultos, nosotros estábamos todos mezclados”, asegura.

Su camino en la industria musical fue fácil ya que, desde pequeño, tenía relación de amistad con adultos, actores y escritores. “Me llevaban a comer, a pasear, a conciertos”, explica Stivel. Asimismo, cuenta cómo la industria musical ha cambiado mucho. “Cada generación tiene su música. Aún hay jóvenes a los que les gusta el rock, pero no es la música de consumo más masivo actualmente. Bandas como los Rolling Stones llenan estadios, pero los jóvenes ahora prefieren música urbana, rap, trap, pop. El rock queda como una música lateral, no tan dominante”, defiende Alejo Stivel.

Sabina y Serrat

Con una sonrisa de oreja a oreja, cuenta cómo le dedicó el capítulo más largo del libro. “Fue una experiencia maravillosa, profesional y personal. Trabajar con el material que creó para ese disco (19 días y 500 noches) fue increíble. Pude aportar mi granito de arena a su música. Personalmente, estar con él fue muy enriquecedor. Es ocurrente, divertido, cariñoso, gracioso y superculto. Se lee un libro al día y su casa es una biblioteca enorme”, sostiene. Sueña con ‘producir’ a Joan Manuel Serrat. “Tuve la suerte de hacerlo para un disco de Rosa León, una cantante de canción protesta y de canciones para niños. Convencí a Rosa de volver a cantar y grabamos un disco con duetos con Joaquín, Serrat, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén, Silvio Rodríguez”, comenta.

25 años sin cantar

El cantante y fundador de Tequila ha trabajado incesantemente sin parar de producir discos, “echaba de menos cantar, pero estaba muy absorbido por mi oficio de productor. Me iba bien, producía discos sin parar y vendían muchos. No encontraba el hueco para parar y componer hasta que un día decidí que quería volver. No me planteo haber sido parte de un grupo ‘rompedor’. Vivo día a día. No me creo más importante que nadie. Los artistas a veces se creen más importantes de lo que son. Para mí, las verdaderas estrellas son los neurocirujanos que salvan vidas. Los artistas aportan mucho a la sociedad, pero todos cumplimos un rol importante, desde los médicos hasta los barrenderos”, defiende.

 

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