Falleció el 25 de febrero de 2014
Diez años sin Paco de Lucía
Diez años hace que nos dejó el alma del flamenco, el genio que universalizó este género musical y artístico. El maestro gaditano falleció el 25 de febrero de 2014, en Cancún (México), a los 66 años. Ahora, una década después se publican dos libros que ahondan en la figura de este mito, ya no solo en su faceta como compositor, que agota cualquier calificativo, sino como ser humano. Porque hubo dos: Paco, el genio, y Francisco, la persona.
Por Pedro Fernández
Paco de Lucía está sentado en una silla, ligeramente inclinado hacia delante, sosteniendo con sus fuertes manos su guitarra, que desprende olor a barniz y madera noble. Tiene una faz endurecida, el pelo largo, sin duda, una seña de su identidad, y una mirada negra, prólogo de lo que va a venir después: un rasgueo veloz y preciso, combinados con punteos intrincados. Esa foto, que todos tenemos en la cabeza cuando nombramos a Paco de Lucía, es ya historia, no solo de la música, sino de España.
Este año, se celebra el décimo aniversario de la muerte del gaditano, uno de los artistas más grandes que ha dado nuestro país, y dos escritores han querido homenajearle con sendos libros publicados recientemente.
Manuel Escacena admite que, en su caso, la fecha del lanzamiento es mera casualidad. El autor es abogado, no escritor, y llevaba trabajando años en su obra, Paco de Lucía, el primer flamenco ilustrado. “Mi principal fuente fue Casilda Varela, su primera mujer. Una vez hablé con ella y me dio otros nombres, todo fue mucho más fácil”.
Era una persona cultivada, con una expresión verbal académica, un sentido común aplastante y una fortuna económica pero que, sin embargo, mantenía un apego abismal a lo sencillo
Todo el mundo conoce su música, al genio, pero… ¿y al hombre que hay detrás? “Me sorprendió lo que descubrí de Paco de Lucía: era una persona cultivada, con una expresión verbal académica, un sentido común aplastante y una fortuna económica pero que, sin embargo, mantenía un apego abismal a lo sencillo”, destaca el autor. “No era de los de irse en yate o a una mansión a Malibú, aunque pudiera; prefería gamberrear con sus amigos de juventud, salir a pescar en una patera y hartarse de reír. Disfrutaba de lo sencillo”, continúa Escacena.
Era un artista ilustrado. Desde los ocho años, por su padre, estudiaba con la guitarra diez horas diarias. “De ahí salió un conocimiento y una expresión técnica superlativa. Pero al casarse con Casilda yo creo que adquirió un barniz cultural muy diferente al que tenían acceso cualquier otro flamenco, por su estrato social”.
Genio inclasificable
No hay una forma fácil de describir al compositor flamenco: “Fue un genio inclasificable”, se atreve a pronunciar Escacena. “Tan pronto era una persona indolente, tirándose tres días en el sofá viendo la televisión, como se transformaba en un esclavo del trabajo, perfeccionista, riguroso y metódico”, asegura el autor. Manuel le describe como una persona tímida e introvertida pero afirma que, también, “le gustaba el cachondeo”. “Era blanco y negro a la vez, era ambivalente”, puntualiza.
Uno debe diferenciar bien a Paco de Lucía y a Francisco Sánchez. “Eran dos personas absolutamente diferentes”, afirma Escacena. Y es que Francisco era familiar, sencillo y modesto, “un hombre de pueblo al que le gustaba la jardinería y jugar con sus hijos”, y Paco fue de los primeros que tuvieron que lidiar con “el fenómeno fan”, añade el autor, “ya que era una estrella mundial reconocida”. Por esa razón, Escacena dice que el genio “era un artista atormentado por la composición y eso es terrible”. Un abismo entre el personaje y la persona.
Rompió las formas y patrones del flamenco y los amplió hacia otras músicas sin perder su esencia
En cuanto a su perfeccionismo, solo ese tema daría para escribir un libro. Resumamos esta obsesión suya en una frase que repitió en más de una ocasión: “El disco perfecto sería aquel en el que trabajase toda mi vida hasta justo mi muerte, porque no podría mejorarlo más”.
Siempre reivindicó el flamenco y, además, le aportó dignidad. En 2004, al recibir el Premio Príncipe de Asturias, Paco de Lucía dijo: “Estoy muy orgulloso de estar aquí y recibir este premio, que es maravilloso para mí, para la música, mi pueblo y mi gente (…). También supone un reconocimiento a los indecisos, esos que no sabían si el flamenco es una música a valorar o no. Hay gente que relaciona esta música con el mal vivir de los gitanos y este premio va a liberarnos de ese prejuicio. ¡A ver si también llena la nevera de los flamencos, que ya es hora!”. Flamenco cien por cien.
Amistad con Camarón
Compartió el Premio Príncipe de Asturias con su amigo. “Camarón es mi héroe, uno de los grandes artistas que ha dado la música. Me ha hecho sentir lo que muy pocos artistas por su música, control, facilidad innata. Camarón me hacía perder el equilibrio. Este premio lo comparto al 65 por ciento con Camarón y el 35 por ciento restante es para mí”, dijo durante la entrega del galardón.
El enigma Paco de Lucía
El otro libro que bucea por la vida y obra de Paco de Lucía es El enigma de Paco, del periodista especializado en información cultural César Suárez. “No somos conscientes de la grandeza de un músico como Paco de Lucía, admirado en el mundo entero por músicos de todos los géneros”, dice el autor.
Además de su música, Suárez insiste en “su complejidad como ser humano, de su insatisfacción y su búsqueda permanente de la perfección, del orgullo de su raíz flamenca y a la vez de la carga que esto le supuso al convertirse en el referente absoluto de la guitarra en una época de revolución musical”.
La intención de César Suárez es la de acercar la figura de Paco de Lucía a cualquier lector, “incluso ajeno a su música”, insiste, porque es un personaje que “atrae de por sí. Quería que, a través de él, los lectores pudieran asomarse al maravilloso mundo del flamenco, sin sofisticaciones ni ortodoxias, por puro disfrute”. Como la cantaora Carmen Linares, premio Princesa de Asturias 2022, dijo tras leer la obra: “Este libro no es solo la biografía de un genio: quien abre sus páginas toca el flamenco”.
El autor intenta descifrar al genio de la música, tras una profunda investigación de su legado artístico y, especialmente, de su persona: “He descubierto muchas cosas, y las sigo descubriendo cuando lo escucho porque su música no se agota, no cansa”, admite Suárez. “Si tengo que elegir una faceta que he descubierto, sería la del Paco con una vis cómica que estaba deseando salir, y que solo lo hacía cuando estaba en confianza debido a su profunda timidez. También su inteligencia para analizar y sintetizar en pocas palabras cualquier cosa que le interesara”, añade el periodista.
Al compositor le califica de superdotado: “Con 12 años ya había superado a sus maestros, era un niño prodigio, y con apenas quince años ya hizo su primera gira por Estados Unidos. Desde entonces y hasta tres meses antes de su muerte (con 66 años) no pararía de dar conciertos por todo el mundo”.
Su influencia en el flamenco fue total. “Cuando él empezó a darse a conocer, los guitarristas no daban conciertos como solistas”, recuerda Suárez. “Acompañaban al cantaor o al cuerpo de baile; pero Paco es el primer gran concertista flamenco, y se sitúa a la altura de cualquier guitarrista de clásica, aunque él no había estudiado música”, añade. “El flamenco tenía un lenguaje limitado -continúa-, con unos patrones muy establecidos. Paco rompe esas formas y las amplía hacia otras músicas sin dejar atrás su sonido flamenco. Con él la fusión encontró un camino que muchos otros desarrollarían en esos creativos años 70”. Paco de Lucía marcó un nuevo rumbo del flamenco.
Genio
“A la altura de John Lennon y Paul McCartney”. Así define César Suárez la relación entre Paco de Lucía y Camarón de la Isla. “Tenían una relación de admiración inmensa y una amistad profunda, una conexión especial. Sin apenas hablar porque Camarón también era muy tímido e introvertido”, señala.
En cuanto a su relación artística, el libro la describe como “incomparable”. “Grabaron nueve discos seguidos y no dejaban de tocar y cantar y pasarlo bien. Como es lógico, la vida les distanció, pero siempre estaban pendientes el uno y el otro, se querían mucho. Paco era para Camarón como un hermano mayor”. Ya lo decía el gaditano: “Camarón era uno de los nuestros”.
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