“Una imagen no sustituye mil palabras, pero puede contenerlas”
Una cámara para contar lo incontable
Agus Prats encontró en la fotografía no solo un canal de expresión, sino el instrumento con el que logró reconstruir su vida tras una brutal agresión —al confundirle con un policía— que le causó una lesión neurológica y lo dejó en silla de ruedas. Desde entonces, su cámara reivindica y refleja con resiliencia la realidad con imágenes que hablan por sí solas
Por Rafael Olea

Fue una noche de 2001 cuando la vida de Agus Prats dio un giro triste e inesperado. Cuando salía de un popular bar del Raval barcelonés, un miserable le confundió con un policía y le lanzó un ladrillo a la cabeza. “Salí un momento a sacar dinero y justo en ese momento empezaron a hacer una redada por allí. Aparcaron unas furgonetas de la policía y, al pasar por dentro, me confundieron con uno de los agentes y me tiraron el ladrillo”, recuerda.
Logró sobrevivir a la cobarde y brutal agresión, tras una larga estancia en la UCI, aunque esta le dejaría graves consecuencias: “Fue una lesión muy concreta: solo me afectó la parte motora del cerebro. Eso también fue suerte. No me afectó la parte cognitiva ni emocional. Salí de la UCI solo moviendo dos dedos, y tuve que ir recuperando poco a poco”.
En medio de la adversidad, Agus Prats comenzó a rehacer su vida. Durante su estancia en el hospital, comenzó a escribir un diario, pero se dio cuenta de que algo en él no encajaba: no hablaba de sí mismo, sino del sufrimiento ajeno. “Soy una persona muy empática. Estaba ingresado en la planta de neurotrauma y escribía sobre los dramas de mis compañeros. Al releer lo que había escrito, me di cuenta de que no hablaba casi nada de lo que yo estaba pasando”.
La fotografía fue la forma que encontré para gestionar todo ese trauma
En cambio, las imágenes que veía o se le aparecían —un trozo de plástico en el suelo, una luz rota, un pasillo oscuro— captaban su estado emocional con precisión. Fue entonces cuando pidió una cámara, empezó a fotografiar y pasión hasta entonces desconocida: “Descubrí que la fotografía podía canalizar cómo me sentía y cómo me podía expresar emocionalmente. Descubrí ese valor que tiene la fotografía: la conexión emocional, cómo puedes gestionar tus emociones a través de la imagen”.
Evidenció que, a través de la mirada lenta en el mundo de las prisas y la inmediatez, tenía mucho que decir en el mundo a través de la fotografía. “Hay personas que nos sentimos más cómodas expresándonos en imágenes que con palabras. Por eso siempre digo que hay que encontrar tu forma de canalizar creativamente lo que sientes y potenciarla”, precisa.
Anteriormente, había estudiado diseño gráfico y la cámara era “un recurso más para trabajar y estudiar”, pero aquella tragedia le enseñó que podía transmitir y decir mucho a través de ella. “El momento en el que realmente hice la conexión con la fotografía fue a raíz de la agresión. Tuve una lesión neurológica que me dejó en silla de ruedas… toda esa gestión emocional del trauma la hice a través de la fotografía”, recuerda.
Valor emocional
Agus comenzó su recuperación física y emocional, ayudado por la fotografía, pero tuvo que enfrentarse “a uno de los mayores retos de un mundo que ya no está diseñado para ti”, en referencia a la falta de accesibilidad que todavía persiste en innumerables de nuestras calles, edificios, establecimientos, etc. “Salir a la calle en silla de ruedas fue uno de los primeros enfrentamientos con la nueva realidad. Y ahí, otra vez, la fotografía fue una buena aliada”.
Reconoce los avances realizados en accesibilidad en los últimos años, especialmente en Barcelona, donde vive y suele retratar, pero reconoce que “todavía cuesta”. Prats denuncia que “aún no se han eliminado todas las barreras. Hay más conciencia, sí, pero en la práctica sigue siendo difícil moverse por la ciudad”. Y lanza una reflexión que debería ser una máxima de diseño urbano: “La accesibilidad no es un favor que se le hace a unos pocos, es un derecho de todos, porque todos, algún día, podemos necesitarlo. A veces vemos una silla de ruedas y pensamos que es el otro, pero cualquiera puede ser esa persona mañana”. Prats es rotundo en materia de accesibilidad universal “La clave está en cambiar la mirada. No es que yo tenga el problema. Es que lo tenemos como sociedad”.
Pero no solo denuncia las barreras físicas. También comparte las barreras sociolaborales que innumerables personas encuentran al adquirir una discapacidad sobrevenida. En el momento de la brutal agresión, Agus Prats se encontraba técnicamente en paro. “Dejé el trabajo en una agencia y justo cuando estaba esperando entrar en otra, fue cuando me agredieron (y recordemos que fue a consecuencia de una actuación policial en medio de la calle), por lo que no se me ocurrió apuntarme al paro. Entonces, resulta que por ley no tienes derecho a una pensión si por cualquier cosa te ocurre algo como a mí… Y eso es algo que la gente desconoce”, lamenta.
La clave está en cambiar la mirada
El resultado de todo aquello fue que le retirasen la pensión al no estar en situación asimilado al alta, según un recurso del INSS en 2002 ratificado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. “Es una situación bastante injusta y a la que todos estamos expuestos sin conocerlo”, advierte.
Observar y vivir
Sin embargo, trata de encontrar un matiz positivo. Para él, el mundo no se reduce a una dicotomía entre positivismo y negativismo. “La vida está llena de momentos que te van transformando, cambiando. Siempre hay buenos momentos y malos momentos. Nunca queremos desprendernos de ninguno porque somos el resultado de todos ellos. Incluso lo malo, incluso lo traumático, forma parte de ti. Y a veces no quieres soltarlo porque perderlo sería como perder una parte de ti mismo”, afirma. “Y con la fotografía encontré la forma de canalizar mis nuevos retos. Me permitió recuperar la autonomía y encarar los obstáculos cotidianos sin rendirme”, precisa.
Apretar el objetivo de una cámara fotográfica le permitió no solo reconstruirse, sino también volver a mirar el mundo, con una renovada pasión por retratarlo. “La fotografía de calle fue la excusa para enfrentarme otra vez a la realidad, a asistir al espacio público. Me obligaba a salir. A estar. A mirar. Si quieres hacer un retrato, tienes que estar con esa persona. Si quieres un paisaje, tienes que ir allí. No puedes hacerlo desde casa. Y eso es muy poderoso. La fotografía te empuja a enfrentarte de nuevo a la vida”, explica Prats.
Hoy su fotografía es crónica, testimonio y espejo de la sociedad actual. No busca la perfección técnica, sino la emoción latente que puede tardar horas hasta que llega el momento de captar el momento preciso. Porque lo suyo no es solo fotografía: es también supervivencia. “Generar material creativo es una forma de desprenderte del peso del recuerdo. Lo conviertes en algo visible. Y ya no necesitas retenerlo, porque no lo vas a perder”.
Afirma que “una imagen no sustituye a mil palabras, pero puede contenerlas. Puede decir lo indecible. Puede devolverle a alguien el mundo cuando este se ha desmoronado”. Y quizá por eso, su cámara sigue disparando.
Campaña de Ilunion
Agus Prats afronta un nuevo reto con Ilunion: regresar al estudio para retratar historias que trascienden la imagen. Tras años explorando la fotografía de calle, se ha desplazado a las empresas del Grupo Social ONCE con el objetivo de capturar lo más importante de estas: las personas que trabajan en ella.
Allí, en un entorno controlado de luces, fondos y composiciones, ha redescubierto “el placer de capturar miradas y gestos”. “Volver a trabajar en estudio me ha sacado de mi zona de confort y me devuelve la emoción de experimentar con cada detalle. Fui a la fotografía de calle como reto, pero con los años ya se ha vuelto como como algo cotidian”.”, confiesa el fotógrafo.
Para Prats, el verdadero valor de la campaña está en el encuentro: conocer gente, gran parte con discapacidad, sentarse a charlar y dejar que cada retrato fluya entre confianza y complicidad, y demostrar que la fotografía puede ser puente, conversación y motor de cambio social.
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