La inspiradora historia del guardia civil que guía a deportistas ciegos
Dos ojos, cuatro piernas
Miquel, guardia civil y amante del deporte, ha llevado a cabo una iniciativa para ayudar a personas ciegas o con algún tipo de discapacidad que requiera de una asistencia para que nada sea un impedimento a la hora de realizar prácticas deportivas. Uno de esos casos es el de Edu, un maratoniano de pura cepa que, pese a su ceguera, ha querido visibilizar y ejemplificar lo que se puede conseguir si persigues tus sueños. Juntos forman lo que ellos mismos catalogan de “tándem perfecto”.
Por Aday Sánchez

Miquel Frau, sargento de la Guardia Civil, y Eduardo Pérez, programador informático con una discapacidad visual severa, son el alma de una historia que rompe barreras y prejuicios. Se conocieron en 2018 gracias a una iniciativa de la ONCE que buscaba voluntarios para guiar a personas invidentes en el deporte.
Desde entonces, no se han soltado. Han compartido kilómetros, sudor, risas, carreras, silencios... y, sobre todo, muchos sueños.
Eduardo nació con retinosis pigmentaria, una enfermedad que ha ido apagando poco a poco su visión hasta dejarle apenas un 2%, pero su entusiasmo, su alegría, su capacidad de superación… no conocen límites.
“Necesita ayuda para muchas cosas, pero jamás se queja. Se cae, se levanta, y vuelve a intentarlo con más fuerza. Es imposible no admirarlo”, explica Miquel, quien recientemente ha ascendido a sargento alumno dentro del Instituto Armado en El Escorial (Madrid). Asegura que encontró su vocación no tanto en el uniforme, sino en el profundo deseo de ayudar y servir al prójimo.
Una mirada al frente
La historia de Miquel y Edu fue reconocida por la Guardia Civil en su gala anual, donde recibieron un premio por su labor social y deportiva. "Representan los valores más nobles de nuestro cuerpo: sacrificio, compañerismo, entrega", señaló la directora general Mercedes González durante la entrega. Ellos, sin embargo, no buscan medallas. Buscan inspiración. Y la encuentran uno en el otro. “Gracias al deporte soy más feliz”, asegura Edu. “Y gracias a él, yo soy mejor persona”, remata Miquel.
“Después de tiempo compartiendo carreras y carreras, un día se nos ocurrió la feliz idea de crear una iniciativa para que la gente que tiene un poco de tiempo y ganas de ayudar sea capaz de echar una mano a personas como yo, que básicamente necesitamos ayuda para salir a correr”, explica Edu.
Romper barreras
Ambos dan zancadas que consiguen romper barreras. Cada paso que dan hacia el valor de la inclusión obtiene una rápida y eficaz respuesta. Entre ello, se encuentra un artilugio que han patentado para unir a guía y corredor.
Una especie de elástico que va unido a las muñequeras de los dos para poder llevar este deporte a la práctica de una manera adecuada y permitiendo conseguir esos objetivos. “Para nosotros esto es un cordón umbilical. Nos da una conexión que muchas veces ni con amigos de toda la vida tienes”, relata Miquel. Mientras, Edu explica que ese objeto le da libertad, “una libertad que muchas veces no he tenido” comenta.
El ritmo compartido
Juntos han recorrido un largo camino, en el sentido más literal y emocional. Han completado más de una decena de carreras de 10 kilómetros, triatlones, acuatlones y travesías a nado. Pero lo más valioso no está en las metas alcanzadas, sino en lo que ocurre entre cada paso, cada brazada, cada aliento compartido.
“Lo mejor es el día a día, esa complicidad que solo nace cuando confías a ciegas… y en este caso, nunca mejor dicho”, bromea Miquel.
“Es muy fácil tener gente para acompañarles en una carrera, pero lo más difícil es el día a día. Lo más complicado es estar ahí todas las semanas, en los entrenamientos… Imaginaros que para hacer lo que más te gusta en la vida, necesites a otra persona, pues Edu requiere de al menos tres o cuatro días a la semana de entrenamiento”, detalla Miquel. Para Edu recordar esos momentos es sentir esa emoción a flor de piel.
“Llevo 14 maratones, imagínate lo que son compartir tres horas y media o cuatro con una persona totalmente concentrado. Cuidado con el suelo, el escalón… se establece un vínculo que pocas veces sientes”, comenta.
Dos ojos, cuatro piernas
De esta unión nace el proyecto Dos ojos, cuatro piernas, una iniciativa que busca crear puentes entre personas con y sin discapacidad a través del deporte. “No se trata solo de correr, sino de generar comunidad, empatía y nuevas oportunidades”, manifiesta Edu. Su próximo reto es desarrollar una aplicación móvil similar, según comentan, como una conocida aplicación de citas, pero del deporte inclusivo, que permita a personas con discapacidad encontrar compañeros de entrenamiento dispuestos a guiarles.
“Por ahora, el proyecto está en fase de sueño, por falta de medios, pero deseamos encontrar un patrocinador que permita llevarlo a la realidad”, comenta Miquel. “Ya hemos demostrado que cuando hay voluntad, las barreras son solo líneas en el suelo”, añade Edu quien concluye que “hay muy buena gente que presta su tiempo para echar una mano y, si en tu mano está, no dejes pasar la oportunidad”.
"Siempre le digo a la gente: pon un ciego en tu vida", bromea Miquel con una sonrisa que esconde admiración. Porque, aunque fue él quien se ofreció como guía, reconoce que ha recibido más de lo que él ha dado. "Edu me da lecciones todos los días", dice con orgullo. Y es que cuando Miquel y Edu corren, lo hacen al mismo compás.
No es casualidad, es confianza, es conexión. Uno ve por los dos. El otro corre por ambos. Son más que compañeros de carrera: son una lección de vida en movimiento.
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