Atefah y Karishma nos cuentan cómo viven su exilio en España y cómo luchan por integrarse en el país que las ha acogido
Afganistán, una nueva vida tras la huida
El 15 de agosto de 2021, los talibanes entraron en Kabul (la capital de Afganistán), creando un desconcierto internacional y obligando a una evacuación masiva in extremis de los aliados, pero también de los afganos de que alguna u otra manera habían trabajado o colaborado con ellos. Fueron días de caos y desconcierto. El miedo y la angustia de la población de Kabul se pudo ver en todo el mundo, a través de las grabaciones de la gente agolpada a las puertas del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, rogando por un visado que les permitiera huir del país. No todos lo consiguieron.
Por Carolina Martínez

Las mujeres viven en su propio infierno dentro del infierno que ya en sí es el Afganistán de los talibanes. La mitad de la población sufre un apartheid de género, llevando una vida invisible: sin educación, sin trabajo, sin visibilidad. Ni siquiera pueden dejarse oír: hasta su voz en público está prohibida.
Un estado del terror del que han logrado salir algunas mujeres gracias a la ayuda de una organización española, Netwomening, formada por madrinas voluntarias que ayudan a las afganas a instalarse en el país y empezar una nueva vida, lejos de la mano de hierro de los ‘talibanes’, nombre que paradójicamente significa ‘estudiantes’.
Atefah Hassani (31 años) fue una de esas mujeres que logró salir. Cuando los talibanes llegaron, estaba trabajando, como todos los días, en la oficina de la organización internacional donde colaboraba como responsable de proyectos sociales y humanitarios. “Empezamos a oír el ruido de explosiones y yo solo podía pensar en que mi hermana pequeña estaba sola en casa”, recuerda. Sus padres estaban viviendo en Turquía por motivos laborales y eran dos mujeres solas.
Atefah: “Mi hermana y yo pasamos tres días y dos noches a las puertas del aeropuerto, con mucho miedo: de las explosiones, de los robos, de la tortura, de todo… Fue una pesadilla que es imposible olvidar, que la llevamos con pánico y dolor todavía”
“Estábamos aterrorizadas. Cuando logré llegar a casa mi hermana lloraba, ¿qué vamos a hacer? Me decía”. Atefah encontró un viejo burka y decidió salir a la calle y hacer acopia de comida para encerrarse en casa. “Realmente estaba congelada, no sabía qué hacer, no quería transmitir a mi familia estas noticias tan malas cuando ellos no podían hacer nada, pero también pensé que tenía la responsabilidad de cuidar de mi hermana. Empecé a contactar con todos los compañeros de trabajo que pudieran ayudarme, de España, Australia, Estados Unidos, de todo el mundo… Tuvimos la suerte de encontrar esta red de mujeres que ahora se llama Netwomening. Ellas nos gestionaron la entrada en el aeropuerto, aunque pasamos tres días y dos noches fuera, en las vallas, con mucho miedo: de las explosiones, de los robos, de la tortura, de todo… Con la ayuda de estas mujeres de Netwomening pudimos entrar en el aeropuerto. Fue una pesadilla que es imposible olvidar, que la llevamos con pánico y dolor todavía”.
Karishma Koofi (22 años) estudiaba en la Universidad Americana de Kabul cuando llegaron los talibanes. Ella nació en un país que luchaba por implantar una democracia, a pesar de rodos los conflictos que nunca han abandonado Afganistán. “Las mujeres teníamos derechos, podíamos estudiar y trabajar. Toda mi familia trabajaba para el Gobierno, con puestos importantes, luchando por los derechos humanos. Yo era feliz, podía salir con mis amigas a donde quería”.
Karishma: “Las mujeres teníamos derechos, podíamos estudiar y trabajar. Toda mi familia trabajaba para el Gobierno, con puestos importantes, luchando por los derechos humanos. Yo era feliz, podía salir con mis amigas a donde quería”
Cuando los talibanes llegaron todo cambió en apenas 48 horas. Ella, estudiante de una universidad americana, y su familia, altos funcionarios del Gobierno, eran objetivo directo de los talibanes, a los que buscaban casa por casa. La familia de Karishma fue una de esas que tuvo que permanecer oculta un mes, escondida en casas de familiares, en espera de que algún gobierno aliado pudiera sacarlos del país. “Fue como una pesadilla, pasamos mucho miedo”, recuerda.
Las dos están agradecidas con Netwomening y con España, y reconocen su suerte de vivir en libertad, de haber sido acogidas, aceptadas, pero saben que la inserción “no es fácil” y que deben “poner todo el esfuerzo para mejorar”. “Tenemos la responsabilidad de construir nuestra vida y nuestra comunidad”, sostiene Atefah, que el año pasado pudo hacer un máster de Desarrollo Internacional en el Instituto de Empresa, gracias al apoyo de Netwomening, y ya trabaja en una empresa. Su hermana, esa hermana a la que logró sacar del país, había terminado Medicina en Afganistán, pero el título no vale nada aquí, así que ahora estudia Enfermería. No hay tiempo para lamerse las heridas, ellas siguen hacia adelante, formándose, trabajando, conociendo y tejiendo relaciones con españoles.
Otro peso en las vidas de Atefah y Karishma es lidiar con la culpabilidad de haber salido, de estar formándose y viviendo en libertad mientras sus amigas “se están muriendo encerradas en casa”
Karishma reconoce que los primeros días fueron “muy difíciles”. “Tu madrina es como tu mejor amiga, me ha ayudado a lograr una beca de estudios mientras trabajo en una empresa de ingeniería y transporte y estoy cursando mi último año de universidad”, cuenta.
Konsu Llorente es una de las 153 madrinas que tiene Netwomening por toda España. “Yo veía la situación que había en Afganistán, y bueno, es muy frustrante, no puedes hacer nada, conoces esta asociación y ves que puedes aportar tu granito de arena”, asegura. Ser madrina es como tener una relación de amistad al final. “Te encargas de ayudarla en aquello que necesite, de que no se sienta sola”, explica Llorente.
La culpa de haber logrado huir
Otro peso en las vidas de Atefah y Karishma es lidiar con la culpabilidad de haber salido, de estar formándose y viviendo en libertad mientras sus amigas y familiares sufren cada día nuevas prohibiciones. “Mis sobrinas que todavía están allí me cuentan que llevan una muerte lenta, que se están muriendo encerradas en casa”, cuenta Atefah.
Karishma dice que alguna vez habla con una amiga, encerrada en Afganistán, y siente ganas de llorar. “También me siento culpable”. Ella ha creado una asociación que ofrece cursos gratuitos online para las mujeres afganas y enseñan como aplicar a una beca en otros países. Es una red de mujeres afganas para lograr que sus compatriotas adquieren algo de formación.
Atefah Hassani
Mi nombre es Atefah Hassani, tengo 31 años y soy originaria de Afganistán. Desde agosto de 2021, cuando los talibanes tomaron el control del país, soy solicitante de asilo político en España. Desde entonces, España se ha convertido en mi segundo hogar. En Afganistán trabajé como project manager en proyectos sociales y humanitarios para una fundación. Posteriormente, en 2023, completé un máster en Desarrollo Internacional en el IE, en Madrid. Actualmente, llevo un año y medio trabajando como oficial administrativo en una empresa española en la misma ciudad. En mi tiempo libre, colaboro como voluntaria en el departamento de comunicación de Netwomening, mientras realizo estudios avanzados en análisis de datos.
Karishma Koofi
Soy Karishma Koofi y tengo 22 años. Estudiaba en la Universidad Americana de Afganistán y estaba realizando mis prácticas profesionales cuando llegaron los talibanes. Ahora mismo estoy realizando prácticas en una empresa en el área de análisis de datos y estudiando mi último año de la carrera. Además, soy cofundadora de la Academia de Desarrollo de Afganistán (Afghanistan Development Academy), una organización que ofrece educación online y oportunidades a estudiantes afganos tanto dentro del país como en la diáspora.
Konsu Llorente
Me llamo Konsu Llorente, ilustradora y directora de arte freelance de Madrid. Tengo 33 años. Soy voluntaria desde hace casi dos años. Empecé atendiendo a familias pero ahora mismo estoy coordinando el equipo de comunicación. Mi madre también es madrina en Netwomening. Contacté con ellas por la frustración e impotencia que produce ver lo que está pasando en Afganistán desde la distancia y viendo que aquí tenía la oportunidad de acompañar a estas chicas y mujeres en este reinicio de vida y en una situación tan compleja. Me he ido implicando cada vez más, viendo lo inspiradores que son estos ejemplos de superación, como los de Atefah y Karishma, y sintiendo que lo que hacemos como asociación tiene un impacto real e importante en sus vidas.
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