José Manuel González Huesa, director de Perfiles y director general de Servimedia
Un nuevo modelo turístico
Pasa el tiempo y el turismo continúa su protagonismo como gran motor económico de España. Este año puede superar los 200.000 millones de euros de ingresos, situarse por encima del 13 por ciento del PIB de la economía española y acercarse al 20 por ciento el empleo generado en nuestro país. Estos récords a las puertas de la temporada alta de verano, tiene una imagen más oculta y por eso algunas zonas preparan una batería de medidas destinadas a reducir la congestión turística. España no puede percibirse como un destino masificado.
Por José Manuel González Huesa
Hay que pensar en un modelo más sostenible y responsable, de más calidad, en un momento de máxima preocupación por el cambio climático, la sequía o la excesiva concentración de turistas en determinadas zonas turísticas.
Hay propuestas como la implantación de la tasa turística, la concienciación de los turistas para evitar excesos, cumplir la prohibición de beber alcohol en la calle por salud pública, con la lógica excepción de las terrazas y zonas legalmente habilitadas y una restricción de horarios para la venta de alcohol.
La reducción de plazas turísticas para estabilizar la oferta de alojamiento vacacional y viviendas de alquiler puede ser una de las medidas valientes para frenar un crecimiento que pone en riesgo la convivencia entre residentes y turistas. El objetivo es ni una plaza más, excepto las que tengan derechos adquiridos. Muchos lugares de España ya han alcanzado su techo, hay que orientarse más hacia el valor que al volumen y fomentar la regularización de construcciones ilegales en suelo rústico.
“España no puede percibirse como un destino masificado. Hay que pensar en un modelo más sostenible y responsable, de más calidad”
En territorios tan sensibles como Baleares o Canarias debe limitarse la entrada de vehículos para corregir la congestión en los meses del año con más afluencia de personas, incluidos los de alquiler, dado que son los que tienen más incidencia en la saturación, con preferencia de vehículos eléctricos o no contaminantes. Y no pueden quedar comprometidos los sistemas de tratamiento de las aguas residuales para que no se sobrepase la capacidad de recogida y tratamiento, no se sobreexploten los recursos hídricos, no se pierda el valor y buena imagen.
Estas medidas deben ser consensuadas en una mesa de diálogo con el sector turístico, agentes sociales y todas las fuerzas políticas para pactar decisiones que frenen la afluencia masiva de visitantes. Hay que poner límites para replantear el futuro de un sector que debe aumentar en valor y calidad, pero no en volumen. Un asunto que nos afecta a todos.
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