La popular actriz afirma que “olvidar el poder de las palabras es perder una parte esencial de lo que nos define como individuos y como sociedad”. En su opinión, “somos lo que hablamos y nuestro lenguaje refleja quiénes somos”. Por ello, advierte que “empobrecer nuestro lenguaje no solo pone en riesgo nuestra humanidad, sino también nuestra capacidad de conectar con los demás, de pensar con profundidad y de imaginar un futuro más amplio”. 

María Adánez interpreta en La Gramática a una mujer de la limpieza de escasa formación que trabaja en la Real Academia de la Lengua a la cual, en un accidente, se le caen encima todas las gramáticas publicadas históricamente, desde aquella primera edición de Antonio Nebrija en el año 1492. Tras ese suceso, en vez de fallecer, mágicamente se impregna todo el saber lingüístico y oratorio acumulado en ellas. 

“Sin embargo, lo que puede parecer un don, el saber, el hablar perfectamente, se convierte en una maldición”, precisa la actriz. Y es que en esta España influenciada por legión de influencers y reality shows, hablar con exquisita perfección puede resultar chocante. “La aísla de su entorno, le genera una soledad y un aislamiento enorme y desea volver a ser ‘normal’ porque nadie la quiere e incluso su familia la rechaza por cómo habla”, precisa. 

En esta España influenciada por legión de influencers y reality shows, hablar con exquisita perfección puede resultar chocante y "una maldición"

Por ello, decide recurrir a un reputado neurocientífico (interpretado por José Troncoso) que se ofrece a ella para someterla a un singular proceso de ‘desprogramación lingüística’. Es decir, a un reseteo que solucione los numerosos problemas que tiene en su vida por hablar bien. 

La gramática es una sátira que homenajea nuestra relación con el legado que, según Lázaro Carreter, constituye nuestro patrimonio más sólido: la lengua. Ernesto Caballedo se pregunta cómo la competencia lingüística genera marginación y si el uso de una corrección sintáctica impecable puede resultar ofensiva para algunas personas. 

Tanto María Adánez como Ernesto Caballero coinciden en que no hay un único culpable de este empobrecimiento lingüístico, aunque señalan sobre todo a una sociedad abrazada a la inmediatez o la vulgaridad por encima de la calidad. “Vivimos en una época donde parece haberse normalizado equipararse a la baja y eso incluye el lenguaje”, lamenta Adánez. Por su parte, el autor de la obra se muestra incisivo y busca culpables: “Esa nivelación por lo bajo del lenguaje sí sirve a quienes no desean que la población formule preguntas incómodas o análisis complejos”. 

Los protagonistas de la obra lamentan la devaluación del lenguaje en la sociedad

Troncoso, coprotagonista junto a María Adánez, también lamenta esta devaluación del lenguaje. “Cuando de pequeño veía la televisión, el leguaje era cultivado y rico”, mientras que actualmente, especialmente en los innumerables programas de telerrealidad, “la información a la que accedes está vulgarizada y por debajo de la media”, lo cual “comporta una deformación de la identidad”. 

La gramática es un retrato ácido de la España actual, marcada por la “telerrealidad”, según Caballero. “Nuestra lengua, con toda su riqueza y capacidad de explicar el mundo, es la gran homenajeada en esta comedia, nuestra lengua, como un versátil personaje, entregado en cuerpo y alma al juego del teatro, ese asombroso fenómeno también gestado por palabras faranduleras con ganas de fiesta y diversión”. 

En este contexto, la actriz resalta que “el teatro se alza como el último reducto que queda de la palabra”. Y precisamente a través de sus escenarios, de gira por España tras haber triunfado en Matadero (Madrid) , representa La gramática, mientras prepara nuevos proyectos este año para cine, televisión y el último reducto de la palabra.