Día Mundial del Corazón
Isabel Martorell, doctora en Biomedicina y responsable del equipo de Nutrición y Salud en Nootric
Cuidar el corazón desde la nutrición
Por Isabel Martorrell

Mantener una buena salud cardiovascular constituye uno de los ejes principales de nuestro bienestar y es fundamental para contar con una buena calidad de vida. Cuidar de nuestro corazón y sistema circulatorio implica necesariamente atender nuestra nutrición. No conviene olvidar que, según un estudio publicado por European Journal of Epidemiology, 44.000 personas mueren al año en España por patologías cardiovasculares derivadas de una mala alimentación. Por ello, adoptar unas pautas nutricionales equilibradas no debe entenderse como una medida temporal sino como la clave de un estilo de vida saludable.
La relación entre la alimentación y la prevención de patologías cardiovasculares es directa y profunda. Entre los principales factores de riesgo modificables destacan la hipertensión arterial, las dislipemias, el sobrepeso y la diabetes tipo 2, todos ellos estrechamente vinculados a los hábitos alimentarios. Contar con unas pautas de nutrición adecuadas, reduce las posibilidades de enfrentar procesos como la aterosclerosis, caracterizada por la acumulación de placas de grasa y colesterol en las paredes arteriales, base de muchas enfermedades graves. Asimismo, nos puede permitir prevenir otras patologías como la cardiopatía coronaria, el infarto de miocardio, el ictus isquémico o la enfermedad arterial periférica, patologías que, por su grado de prevalencia, representan un importante desafío de salud pública en todo el mundo. Además, estas pautas no solo disminuyen la incidencia de enfermedades cardiovasculares, sino que también mejoran la vitalidad, la concentración y el bienestar general.
Eso sí, aunque se pueden establecer unas recomendaciones generales sobre qué alimentos son más aconsejables y cuales conviene moderar o incluso eliminar su consumo, siempre es necesario tener en cuenta las particularidades de cada individuo. Factores como la edad, el peso, la presencia de patologías previas o el nivel de actividad física determinan necesidades específicas que solo un plan personalizado puede abordar de manera eficaz. Por este motivo, la intervención de nutricionistas especializados en salud cardiovascular resulta esencial para diseñar estrategias individualizadas que no solo prevengan la aparición de enfermedades, sino que también optimicen el estado de salud y la calidad de vida de cada persona.
Teniendo esto en cuenta, sí se puede afirmar que es positivo que una alimentación adecuada incluya la ingesta abundante y variada de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y pescado, que son fuente de fibra, vitaminas y minerales, nutrientes que favorecen la regulación de los niveles de colesterol, triglicéridos y presión arterial. La elección de las grasas es igualmente decisiva: mientras que las grasas saturadas, presentes mayoritariamente en productos ultraprocesados, embutidos, etc, incrementan el colesterol LDL y elevan el riesgo cardiovascular, las grasas insaturadas de origen vegetal o marino, como las del aceite de oliva, el aguacate, los frutos secos o el pescado azul, resultan protectoras y contribuyen al equilibrio metabólico.
Conviene reducir al máximo el consumo de ultraprocesados, entre los que se incluyen la bollería industrial, los snacks o los refrescos, caracterizados por su alto contenido en azúcares añadidos, sodio y grasas poco saludables, cuyo consumo frecuente se asocia con obesidad, hipertensión y alteraciones metabólicas.
En lo relativo a la sal, un producto que está muy presente en nuestros hábitos alimentarios, en su justa medida es beneficiosa y un ingrediente que enriquece nuestra alimentación cotidiana. No obstante, en nuestra sociedad tendemos a duplicar la cantidad recomendada que la Organización Mundial de la Salud establece en un límite máximo de cinco gramos diarios. Para moderar su uso sin sacrificar el sabor, se recomienda emplear hierbas aromáticas, especias, ajo o limón, que permiten realzar los platos de manera saludable.
En resumen, seguir una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos y pescado, limitar el consumo de ultraprocesados y moderar la sal son medidas fundamentales para proteger la salud cardiovascular. Sin embargo, cada persona tiene necesidades específicas que no pueden resolverse solo con pautas generales. Contar con el acompañamiento de un nutricionista especializado permite transformar estas recomendaciones en un plan personalizado, más eficaz para prevenir enfermedades, controlar factores de riesgo y mejorar la calidad de vida.
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