Ha convertido la cirugía torácica en algo cercano, visible y global
Diego González, el cirujano pop que opera 1.000 veces al año y da su número a los pacientes
Diego González (A Coruña, 1973) es, en todos los sentidos, un cirujano pop. No porque cante ni porque firme autógrafos, sino porque ha convertido la cirugía torácica en algo cercano, visible y global. Es un médico moderno, distinto a la mayoría de sus colegas: da su número personal a los pacientes, habla con una veintena de ellos cada día por WhatsApp y comparte su día a día en redes como si fuera un artista en gira. A la vez, es un cirujano estrella, capaz de operar más de 1.000 pacientes al año –diez veces más que un colega medio en España– y pionero de la técnica Uniportal VATS, que revolucionó la cirugía en el mundo.
Por Carolina Martínez
Su currículo está lleno de hitos: fue el primero en realizar una telecirugía torácica transcontinental a 8.000 kilómetros, conectando Bucarest con Suzhou (China), dirige el programa de cirugía en el Shanghai Pulmonary Hospital y ha llevado su técnica a más de 140 países. Además, impulsa la Fundación Diego González Rivas, con la que ha puesto en marcha una unidad móvil para operar en África.
Cercano, innovador y mediático, González rompe moldes sin dejar de salvar vidas: un cirujano que, desde la bata blanca, se mueve con la naturalidad de una estrella pop, pero con la seriedad de quien está reescribiendo la historia de la medicina.
Vamos a empezar por algo difícil, ¿dónde vive?
En el mundo. China es donde paso la mayor parte del tiempo. Tengo una casa en Coruña también. Pero te diría que vivo en el mundo, porque yo no tengo un sitio en el que esté más de una semana o dos seguidas. Por ejemplo, donde más tiempo paso es en China, donde suelo estar cinco meses y medio al año, más o menos, pero no seguidos. Ahora (hicimos la entrevista el jueves 7 de agosto) llevo aquí tres semanas y me voy el domingo a Angola a una misión humanitaria.
¿Cómo sería un día normal en su vida? Un día normal, bueno, un día habitual…
Es muy difícil esa pregunta. Mi vida es completamente diferente a la de cualquier médico. Cada día me levanto en un sitio, tengo muchos centros en el mundo donde trabajo. Realmente trabajo en once países, en los que tengo contrato, de forma rutinaria, pero, aparte, voy a un montón de países a dar cursos y máster clases. Por ejemplo, esta semana he operado en tres ciudades chinas y el domingo me voy a Angola, después estaré tres días en Madrid. De ahí me voy a Bosnia, de Bosnia a Alemania, luego voy a Coruña. O sea, mi día habitual es muy complicado, desde luego.
¿Viaja con un equipo o solo?
Viajo solo, pero tengo equipos en diferentes puntos del mundo. Por ejemplo, ahora en Angola voy con un equipo, voy con un cirujano de Marruecos y con un cirujano de Libia, que es el equipo que operamos en África muchas veces.
Y siempre con una maleta pequeña para no facturar…
Con una maleta muy pequeña, yo jamás facturo. Puedo estar tres meses con una maleta pequeña y unos tenis. He simplificado la vida. Me he dado cuenta de que lo material me importa poco. Como cada semana estoy en sitios diferentes, pues lo que hago es lavar la ropa. ¿Qué más da que esté con la ropa de la semana anterior?
Es consciente de que ahora, además de gran profesional, es un personaje muy popular precisamente por esa capacidad de trabajar, de moverse, de no estar atado a ningún sitio. ¿Cómo ve su figura desde fuera?
Bueno, es una elección de vida. A mí nadie me obliga a hacer esto. Lo elijo porque me gusta, me apasiona viajar, ayudar, operar. Puedo combinar todo junto. Es duro, porque son muchas horas de viaje, pero con pasión se consigue y se lleva muy bien. Es duro porque hay que operar en sitios difíciles, donde no hay medios muchas veces, con gente que no conoces, y casos muy complejos. Pero eso te hace mejor cirujano. Siempre digo que aprendo más operando en los sitios más desfavorecidos que cuando voy a un país más desarrollado, porque la gente que tiene menos recursos tiene que desarrollar más el ingenio. Cuando voy a África a operar, Sudamérica, Oriente Medio, a países muy desfavorecidos, es donde realmente aprendo más, aunque suene raro.

En su libro Curando el mundo recopila algunas de sus experiencias más singulares. ¿Tiene alguna que le haya tocado especialmente?
Hay muchas. Imagínate la cantidad de historias, y de aventuras, y de casos extremos que he visto a lo largo de mi vida. Hace poco recuperé un vídeo que tenía en Gaza, operando a un niño al que habían disparado, fui corriendo a otro quirófano y le salvamos la vida. Era justo cuando empezaba el conflicto. Hablé con él... Son historias de las que nunca te olvidas. Te marcan mucho porque vives el conflicto en primera persona. Una niña del Congo que se había tragado una llave y la pudimos extraer. Recuerdo también un caso de un prisionero que operamos en el norte de China que se había intentado suicidar con un arpón. Le habían condenado a cadena perpetua y no quería pasar toda la vida en prisión. Puede ser un dilema, pero tienes que salvar la vida del paciente.
Viaja solamente con una maleta de mano y nunca repite semana en el mismo país
Operando, además, en condiciones complicadas, con pocos medios.
Opero en los dos extremos. El Shanghai Pulmonary Hospital es el mejor hospital del mundo en cirugía pulmonar, y allí dirijo el programa de cirugía Uniportal VATS (es una técnica de cirugía torácica mínimamente invasiva que permite operar dentro del tórax a través de una sola incisión de unos tres centímetros). Allí tenemos la mejor tecnología y los mejores cirujanos. Es la meca mundial. Opero allí y luego me voy a Uganda y a Sierra Leona... Vivo estos contrastes. En Mali y Níger se nos fue la luz más de una vez mientras operábamos. Es mucho más complejo, pero como dije antes, es donde más te curtes, es donde más aprendes. Los mejores marineros no se hacen en un lago o en una ría, se hacen en las tormentas, en las tempestades. Y esto pasa con la cirugía igual. Cuanto más complejos son los casos, y más dificultades tienes, mejor cirujano eres al final. Con lo cual en esos sitios es donde yo realmente suelo enfrentarme a los mayores desafíos, pero al mismo tiempo son las mayores gratificaciones porque nadie los va a operar. En África, en algunos países de Latinoamérica, ahí sí que se salvan vidas, literalmente, porque si tú no vas a operarlos, nadie los va a operar y se van a morir.
Da su teléfono a todos los pacientes. Eso es increíble, ¿no? Porque hay muchos médicos que no dicen ni hola cuando entras en consulta.
Lo sé y no me gusta. A veces me molesta cuando intento hablar con algún oncólogo por un caso y es como que tienes que pedir audiencia. El médico tiene que ser cercano. El paciente nunca te molesta, te necesita. Y yo no tengo ningún inconveniente de darle mi teléfono, que lo tenga, que me llame cuando él quiera. Hablo con mis pacientes todos los días. Me gusta que me informen, saber cómo van, si tienen algún problema. Es cierto que a veces me escribe gente con cosas que no son mías. Recibo cien mails al día. Gente que me cuenta que tiene problemas de páncreas, y claro, yo no puedo responder. Pero cuando es un paciente que tiene algo de lo mío, algo de torácica y que puedo ayudar, siempre hablo con él. Y si lo opero, le doy mi teléfono para llamarme cuando quiera.
Esa distancia, ¿es algo propio de España o es más general?
Creo que eso es algo habitual. Sobre todo, en la Seguridad Social. Creo que en la cirugía privada los médicos son más abiertos a los pacientes. No estoy diciendo que haya que darles el teléfono a todos los pacientes. Si no te lo pide, pues no pasa nada. Pero si un paciente te pide el teléfono, ¿por qué no se lo vas a dar? Los pacientes son muy respetuosos. Tienen tu teléfono porque es para ellos como una forma de tranquilidad, saber que pueden estar atendidos.
Opera más de mil pacientes al año, habla con ellos por teléfono y recorre el mundo como si estuviera de gira
¿Queda mucho para que las operaciones las realice la IA?
En estos momentos, por ejemplo, si tienes que unir dos tubos o hacer una sutura, el robot lo hace perfectamente, porque no tiene que pensar mucho, no tiene que improvisar situaciones inesperadas que puedan suceder. Sin embargo, hay muchos factores que el robot no es capaz de prever, no tiene suficiente información aún, como por ejemplo anticipar si hay un sangrado, si hay una complicación. Pero en un futuro los robots van a aprender eso, con lo cual estoy seguro de que, en no sé cuánto tiempo, 30 o 40 años, el robot hará la cirugía completamente solo con la ayuda de la inteligencia artificial, sin duda. El cirujano tendrá que estar ahí, supervisar todo, eso sí, pero que el robot hará todo solo, seguro.
¿Cómo ve China respecto al resto del mundo, en concreto a Europa, desde su perspectiva de científico, pero también de ciudadano?
China vive diez años por delante del mundo. Vive en el futuro desde hace muchos años. Es gente supertrabajadora. La gente no tiene ni idea de lo que ocurre en China. Creen que van a China y que van a estar en los arrozales. La realidad es que nos dan mil vueltas. Hay que aprender de ellos. Tienen los mejores cirujanos del mundo en todas las especialidades. Es cierto que en China también hay desventajas, no es un país perfecto, pero a nivel profesional, por lo menos en medicina y cirugía, es donde hay los mayores avances tecnológicos y los mejores profesionales, en todos los campos de la medicina. Por eso yo estoy ahí, si no estaría en Estados Unidos. También me gusta mucho su cultura, es un país con historia, con gastronomía, con paisajes increíbles. Si tú les das algo, te lo devuelven por diez.
Llegué allí en el 2013, desarrollé la técnica uniportal y se expandió por todo el país, es superpopular. Allí la gente valora mucho a los profesores. Por ejemplo, en Europa cuando te jubilas, desapareces, ya no existes. En China no, allí los profesores, los maestros, la gente que te ha enseñado, siguen estando considerados y se les invita a los congresos incluso con ochenta años.
Si eres bueno, vas a destacar muchísimo, te van a potenciar. En España, cuando la gente va destacando, empiezan las críticas, sobre todo cuando eres producto nacional.

Ha hecho la primera intervención para extirpar un tumor pulmonar a 8.000 kilómetros: entre Bucarest y Suzhou. Ha sido la primera cirugía torácica robótica transcontinental de la historia, y también la primera cirugía transcontinental uniportal en cualquier especialidad médica. Es impresionante pensar que ha operado a una persona desde China que estaba en un quirófano a 8.000 kilómetros. ¿Tiene un próximo reto en la cabeza, algún nuevo objetivo?
Ahora mi objetivo sobre todo es trabajar con la fundación. Hacer cada vez más misiones para la Fundación (Diego González Rivas). Tenemos la primera unidad móvil del mundo que hace cirugía masiva torácica. Trabajar más con la unidad móvil es mi objetivo, cada vez hacer más misiones. De hecho, voy a Angola y a finales de septiembre vamos a Sierra Leona. Es toda una aventura. Y estoy trabajando con el robot, con el Surui, con el robot de single port, que hemos desarrollado en Shanghái, y mi idea es hacer más telecirugía.
¿Cómo es esa unidad móvil para hacer cirugía masiva torácica?
Es como un camión dotado completamente con un quirófano, con toda la tecnología a nivel mundial: cámaras, sistemas de satélite, paneles solares, etcétera. La hemos llevado a África para moverla por diferentes países y operar a gente sin recursos. Íbamos a operar a lugares sin quirófanos o donde los quirófanos no tenían cámara, o se nos iba la luz, y no había grapadoras, las enfermeras no sabían…
Así que ahora vamos con nuestras anestesistas, enfermeros y operamos en un quirófano en condiciones ideales, como si estuviéramos en Europa, con toda la tecnología. Necesitamos muchas donaciones porque es muy caro, es tremendamente caro mover la unidad móvil en África, pero poco a poco vamos consiguiendo donaciones.
Forma a cirujanos de todo el mundo. ¿Qué tipo de talento o actitud considera que es importante para un cirujano? Para un estudiante que está ahora estudiando, por ejemplo.
La actitud, eso es lo importante. Tener actitud, tener ganas, tener pasión. O sea, tener ganas de mejorar, no quedarte en tu zona de confort. Tienes que implicarte, es un sacrificio. Tienes que irte a los sitios, formarte, y cuando estás operando con una técnica nueva tienes que dejar de lado lo que ya sabes y aprender algo completamente nuevo, aunque te requiera un aprendizaje nuevo. Es decir, es una forma de ser.
No sé si me puede contestar, pero ¿hay un momento que considere más emocionante en el quirófano? Un momento que haya pasado en el quirófano que considere que le ha marcado de alguna manera.
No, cuando le salvas la vida a alguien o haces una cirugía muy compleja y ves que ha salido bien y has estado sufriendo porque pensabas que no ibas a ser capaz, con una tensión enorme, con un riesgo grande y en cada decisión que tomas va la vida del paciente… Son decisiones que pueden poner en peligro la vida del paciente. Esa adrenalina que tienes de saber que lo has conseguido y que has acertado, que lo haces bien y que el paciente va a vivir y se va a curar, eso es un subidón total.
Y como profesional, ¿está consiguiendo todos los retos que se ha marcado?
Sí, de momento todo lo que estoy intentando conseguir lo he conseguido. No tengo ninguna esquinita clavada. Voy poco a poco, con los pies en la tierra y muy paso a paso. Tengo una dedicación absoluta, yo opero mil cirugías de cáncer de pulmón al año. No hay nadie en el mundo que no sea chino que opere ese volumen, pero porque yo vivo dedicado a ello. En España un cirujano opera 100 al año, 80 de cáncer de pulmón. Yo vivo completamente dedicado, soy feliz haciendo lo que hago, no me importa operar sábados y domingos. El fin de semana pasado estuve en el norte de China operando, operé 12 pacientes el sábado y 16 el domingo. A lo mejor otra persona prefiere estar en el sofá descansando el sábado o de fiesta por ahí, yo soy feliz haciendo esto. Soy muy consciente de que todo lo he conseguido paso a paso, poquito a poco.
¿Ha renunciado a algo?
Bueno, sí que he renunciado a muchas cosas: a hacer surf mucho más de lo que quisiera, a hacer más deporte, a estar más con mi familia, a tener hijos, a tener una familia, a eso he renunciado claramente. Yo no puedo tener hijos y tener una vida normal con la vida que llevo. Me gustaría tener una familia, me gustaría tener hijos, pero, bueno, quizá en un futuro me lo plantee si bajo un poco el ritmo, pero en estos momentos no lo siento así. Lo que siento es que tengo que seguir mi misión en el mundo, que yo lo considero como una misión. Formando a gente, operando pacientes, viajando, desarrollando la cirugía terapéutica hacia nuevos horizontes. Esa es mi misión en estos momentos, es lo que me hace feliz.
¿Se considera un cirujano pop?
Me considero un cirujano inquieto y con ganas de cambiar el mundo, con ganas de cambiar las cosas, con ganas de hacer lo mejor, con ganas de ayudar a otras personas y con ganas de ser feliz, sobre todo. Al final, lo que perseguimos en la vida es ser feliz. Cuando la gente me dice, es que solo trabajas, no vives la vida, yo creo que vivo la vida más que nadie. Porque yo, trabajando, soy feliz y desde mi felicidad trabajo, es una frase del libro. Entonces, yo creo que al final, si tú haces lo que te gusta, no lo ves como un trabajo. Nadie puede decir que la vida perfecta es tener tu mujer, tus hijos, tu perro, tu coche, tu jardín, eso no es la vida perfecta, esa es la vida perfecta para unos y para otros la vida perfecta es viajar. Cada uno tiene su felicidad, su modelo de felicidad y por eso nadie puede decir cómo tienes que ser feliz. Yo he decidido este camino, nadie me ha obligado.
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