José Manuel González Huesa, director de Perfiles y director general de Servimedia

España arde

Ya está bien. No hay derecho a que algunos intenten sacar partido mientras España arde. Es desolador ver los escenarios carbonizados de cientos de miles de hectáreas, es angustioso cómo los ciudadanos luchan contra las llamas con lo que pueden mientras ven cómo se va al garate su vida anterior.

Por José Manuel González Huesa

24/09/2025
Incendio forestal.

Este verano va a ser recordado por el calor, pero sobre todo por la enorme cantidad de incendios que asolaron España. Las fuertes lluvias de la primavera, las altas temperaturas, la falta de previsión, el abandono del campo y de los pueblos han sumado un cóctel explosivo que ha acabado con más de 400.000 hectáreas de territorio, tanto como más de la mitad de la Comunidad de Madrid, provocando la muerte de varias personas, la pérdida de casas, ganado, terrenos… Una desolación para muchos ciudadanos que se han sentido abandonados y muy enfadados con sus dirigentes.

Lo peor de esta tragedia es ver cómo todos los partidos políticos han querido utilizar esta catástrofe en un presunto beneficio electoral propio, mientras miles de personas veían cómo perdían todas sus propiedades, su paisaje y sus recuerdos. No hay derecho a que no haya un poco de raciocinio, aprender de los errores y empezar a establecer estrategias para afrontar estos incendios de nueva generación, con llamas enormes, inalcanzables, destructoras de todo por donde pasan. Falta la creación de planes de prevención, de abordaje de estos incendios que se van a repetir otros años, planes de evacuación de las zonas afectadas.

La Unidad Militar de Emergencias (UME), creada el 7 de octubre de 2005, fue una gran idea. Quizá habría que fomentar su establecimiento por todo el territorio nacional, con sedes en cada autonomía, o por lo menos con más personal. Faltan más aviones para luchar con los incendios, porque se ha demostrado que desde el aire es la mejor formar de abordar esta catástrofe. Y, sobre todo, falta voluntad de coordinación de los equipos nacionales y autonómicos. Una vez más, como ya pasó con la Dana, se ha demostrado que no existe una relación fluida y coordinada entre los diferentes estamentos. Hemos fracasado. Ya está bien. Hay que ponerse de acuerdo y atender a las poblaciones más desperdigadas y abandonadas, y establecer planes de ayuda y evacuación a las personas con discapacidad en situaciones límite. No podemos esperar más.

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