El proyecto ‘Mujeres en modo ON VG’, de Fundación ONCE e Inserta Empleo, ayuda a víctimas de violencia de género a rehacer su vida e incorporarse al mercado laboral

¡Que salten las alarmas!

Detectar la violencia de género ejercida contra la mujer con discapacidad es fundamental para poder actuar, aunque no siempre sea fácil. Fundación ONCE e Inserta Empleo trabajan en ello a través de su proyecto ‘Mujeres en Modo On VG’ con el objetivo de hacer que estas mujeres recuperen sus vidas y se integren en el mercado laboral. En este camino se hace necesario el apoyo de un entorno que las acompañe sin juzgar.

Por Patricia Encinas

14/01/2025
Violencia de género.

Parece evidente que el primer paso para luchar contra la violencia de género es la detección, aunque, por muy obvio que resulte, no siempre es fácil. Y no lo es porque la situación de inferioridad en la que se encuentran las mujeres que la padecen les priva de fuerza suficiente para denunciar, aún más si se trata de aquellas en las que la discapacidad aumenta su vulnerabilidad ante la violencia.

Según la macroencuesta recopilada en Ojo al dato. Visibilidad de una realidad oculta a través del dato: mujer, discapacidad y violencia, el primer estudio que analiza esta realidad, el 40,4% de las mujeres con discapacidad sufren violencia de género, frente al 32% de las mujeres sin discapacidad.

Un 57,6% de las mujeres que participaron en el estudio, realizado por Inserta Empleo, la entidad de Fundación ONCE para la formación y el empleo, cofinanciado por la Unión Europea, y recogido por el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo de Fundación ONCE, Odismet (‘www.odismet.es’), indican que la discapacidad es previa a la violencia de género sufrida; frente al 27,6%, que afirma es consecuencia de la violencia vivida. Asimismo, el 13,4 % de ellas señala que su salud ha empeorado como consecuencia de la violencia.

Miedo a denunciar

En numerosas ocasiones son las propias víctimas las que se oponen a denunciar a su agresor porque su discapacidad las hace sentir todavía más frágiles, por miedo, culpabilidad, vergüenza, falta de redes de apoyo social o familiar, o dependencia económica del agresor. Esta resistencia puede provocar incomprensión en el entorno, por lo que la ayuda de personas cercanas es esencial.

El coordinador de Estrategia de Datos de Fundación ONCE e Inserta Empleo, Luis Enrique Quífez, explica que el miedo a represalias o no ser consciente de que se está viviendo una situación de violencia de género hace que el 34,5% de las mujeres con discapacidad de la muestra del estudio no hayan denunciado y el 4,3 % hayan retirado la denuncia. Como reconoce Lola, mujer con discapacidad que ha sufrido violencia de género, “no es la persona la que da miedo, eres tú misma que te haces más pequeña” y además, según Esther, también víctima, “es muy fácil decirle a una mujer maltratada que se separe, pero, ¿de qué come, dónde va?”

Miles de inserciones laborales

Fundación ONCE e Inserta Empleo pusieron en marcha en el año 2020, con la cofinanciación de la UE, el programa Mujeres en Modo ON VG, dirigido a mejorar la empleabilidad de mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género. Gracias a esta iniciativa se han atendido hasta septiembre de 2024 a más de 3.100 mujeres y se han consolidado más de 1.300 inserciones laborales, pero todavía queda mucho por hacer.

La directora del programa, Ana P. Cruz, señala que “los resultados cuantitativos y cualitativos del periodo 2020-2023 nos han permitido contar con la confianza del FSE+ y fijar nuevos retos con un horizonte temporal hasta el año 2029. Entre ellos: llegar al entorno rural, seguir promoviendo alianzas, concienciar y sensibilizar a empleadores para promover oportunidades de empleo, visibilizar las nuevas fuentes de conocimiento compartido a través del estudio Ojo al Dato, y, sobre todo, seguir dando voz a las mujeres para poner rostro a esta realidad oculta a través del Libro La Voz del Coraje. En definitiva, son nuestros objetivos dar mayor alcance en la atención a estas mujeres y conseguir nuevas inserciones como fórmula más eficaz para la inclusión social y superación del ciclo de la violencia”.

El 40,4 % de las mujeres con discapacidad sufren violencia de género

Esta iniciativa ofrece un modelo de intervención ajustado a las necesidades específicas de las mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género para conseguir su retorno al mundo laboral. Para ello, cuenta con profesionales denominadas compass (brújula en inglés), especialmente preparadas para diseñar un plan de entrenamiento y refuerzo personal.

Elizabeth García, es una de estas técnicas y asegura que “tener una discapacidad previa a la violencia es un factor de vulnerabilidad que el agresor aprovecha enormemente para someter a la víctima. Además, añade que “nadie nos enseña a encender una alarma a la primera señal de malos tratos. Muchas veces porque son señales que se han normalizado desde la infancia, porque es en el primer lugar que muchas mujeres conocen la violencia como el modo de relacionamiento intrafamiliar”.

El 34,5 % de las víctimas no han denunciado

En cuanto a las claves para detectarla, la compass de Inserta Empleo afirma que “muchas actitudes, palabras o silencios pueden encender la alarma. Por ejemplo, si a una mujer le cuesta hacer una formación o una entrevista si la persona que está del otro lado es un hombre. La falta de autoestima, el no considerarse suficientes para determinados trabajos, el creer que nunca podrán ser independientes y autosuficientes... También el hecho de que aparezca a la entrevista acompañada de su pareja y esta insista en entrar junto a la mujer. En otras ocasiones, se ve en mujeres que van a muchas entrevistas pero nunca acaban de insertarse laboralmente o no duran mucho porque la violencia se reactiva (si está separada del agresor) o se recrudece (si aún conviven) ya que este quiere mantener su control y poder”.

Ana Díaz, también compass, añade que “hacérselo ver es una tarea que lleva tiempo, una generación de confianza por nuestra parte y ofrecer un hospedaje emocional necesario para poder abordar este tema delicado. En muchas ocasiones, hacer ver que está sufriendo violencia machista no es bien recibido, ya que la sociedad lo muestra como estigmatizante, y la mujer no quiere colocarse en esa casilla”.

El papel del entorno

“El entorno debe ser el primer motor de cambio de la vida de las víctimas de violencia. Cuando la sociedad actúe con más fuerza y determinación contra la violencia, esta podrá ir mermando.” Así de claro lo ve Elizabeth García, quien añade que “lo primero es saber identificar las diferentes caras que tiene la violencia, que no solo son golpes, y posteriormente saber acompañar, sin culpar a la mujer (muchas veces por no saber salir de la relación), sin presionarla tanto en denunciar como en no hacerlo”. En este mismo sentido se pronuncia Ana Díaz, para quien se trata de “no juzgar, no invalidar lo que siente, mostrar empatía y apoyarla. Existen muchas entidades públicas y privadas, gratuitas y accesibles, para que se las pueda acompañar o informar de sus servicios”.

Inserta Empleo apuesta por el empleo para que las personas con discapacidad como fórmula imprescindible para que puedan ser dueñas de sus propias vidas, mujeres con discapacidad víctimas de violencia de género incluidas. El camino está empezado, pero hay que seguir recorriéndolo.

 

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