Roberto Suárez, presidente de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE)
“Las personas sordas seguimos encontrando barreras que atentan contra nuestra dignidad”
En España, entre 70.000 y 150.000 personas se comunican con lengua de signos, según diferentes estudios europeos. Pese a los avances en inclusión y al respaldo legal “más que destacado” que tiene esta lengua, las personas sordas encuentran “todavía encuentran barreras” en ámbitos como la televisión, la sanidad, el ocio, la cultura o la formación, según precisa Roberto Suárez, presidente de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE).
Por Redacción
¿Qué importancia tuvo para la comunidad sorda esta declaración?
El Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas se adoptó en 2014 en Consejo de Ministros y, desde entonces, se celebra cada 14 de junio porque ese mismo día de 1936 se constituyó la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE), entidad que junto a su red asociativa ha hecho posible que estas lenguas, la lengua de signos española y la catalana, sean valoradas en la sociedad.
Su objetivo no es otro que compartir y promover la difusión de estas lenguas y normalizar su uso; porque cuanto mayor sea el conocimiento de la lengua de signos española y la lengua de signos catalana, y más se entienda su trascendencia para muchas personas sordas y sordociegas, con más facilidad se adoptarán actitudes de tolerancia y empatía entre la ciudadanía.
El Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas es, sin duda, una excelente ocasión para recordar el papel fundamental que la lengua de signos juega para la transmisión de ideas, la relación personal y social y el intercambio de conocimiento. Constituye además, una oportunidad de impulsar medidas para normalizar su uso más allá de los ámbitos estrictamente domésticos o comunitarios.
Además, con esta conmemoración, España se alinea con otros países europeos como Eslovenia, Suecia, Portugal, Islandia, Hungría y Finlandia que cuentan con iniciativas similares.
¿Qué impacto ha tenido la declaración durante estos diez años?
Es indudable que la declaración del 14 de junio como Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas ha contribuido a visibilizar nuestras lenguas de signos. Asimismo, ha suscitado el interés no solo de investigadores, sino también de ciudadanas y ciudadanos de a pie, por conocer la evolución histórica de estas lenguas, su formación, la cultura milenaria que se expresa en ellas y el sentimiento de comunidad de sus usuarias y usuarios.
Si bien, es difícil medir el impacto que ha tenido este reconocimiento sin tener en cuenta todos los logros que han venido después.
Por ejemplo, en 2017 la Asamblea General de la ONU declaraba el 23 de septiembre como Día Internacional de las Lenguas de Signos para apoyar y proteger la identidad lingüística y la diversidad cultural asociada a las más de 300 lenguas de signos que existen en todo el mundo.
"Este día es una excelente ocasión para recordar el papel fundamental que la lengua de signos juega para la transmisión de ideas, la relación personal y social y el intercambio de conocimiento"
En 2023, el Consejo Nacional de la Discapacidad ratificaba el Marco estratégico de protección, promoción y revitalización de la lengua de signos española que se configura como una hoja de ruta que aborda la protección, promoción y revitalización de esta lengua desde las políticas públicas, con un enfoque transversal e interseccional, para garantizar el pleno ejercicio de los derechos lingüísticos de las personas sordas y sordociegas signantes.
Poco después, el Gobierno daba luz verde al Real Decreto 674/2023, de 18 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de las condiciones de utilización de la lengua de signos, una norma que ha transformado los derechos reconocidos a las personas sordas por la Ley 27/2007 en obligaciones concretas para las administraciones públicas.
Más recientemente, asistíamos a la promulgación del Real Decreto 155/2024, de 6 de febrero, por el que se declaran las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos como Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro país, y como objeto de salvaguarda.
Por otro lado, encontramos referencias a las lenguas de signos españolas en varias leyes y normativas que se han ido generando en estos años, como por ejemplo la Ley General de los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Ley de Enjuiciamiento Civil, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley para la Igualdad de trato y no discriminación, la Ley del Cine y la Ley General de Comunicación Audiovisual.
En definitiva, nuestras lenguas de signos no solo gozan de buena salud, sino que además cuentan con un respaldo legal más que destacado. Leyes que evidencian que la lengua de signos española y la lengua de signos catalana tienen el mismo valor que las lenguas habladas, y en las que se insta a los diferentes gobiernos a facilitar su aprendizaje y a hacer efectivos los derechos lingüísticos de las personas sordas.
¿Cuántas personas hablan actualmente en España lengua de signos?
Los diferentes trabajos existentes sobre la cifra de personas usuarias de lengua de signos se basan en estimaciones más que en datos fehacientes. Hay investigaciones que aseguran que un 0,15% de la población europea, es decir, 15 de cada 10.000 ciudadanas y ciudadanos europeos son personas sordas usuarias de lengua de signos. Si aplicáramos la media europea a la población española, obtendríamos un total de algo más de 70.000 personas sordas usuarias de lengua de signos.
Otras fuentes, como la EUD (European Union of the Deaf), indican una horquilla de entre 120.000-150.000 personas sordas usuarias de lengua de signos en España, mientras que el Parlamento Europeo estima que una de cada mil personas utiliza la lengua de signos como su primera lengua.
Sea como sea, debemos tener en cuenta que el colectivo de personas sordas es heterogéneo. Hay una serie de factores que inciden en ello, los asociados a la pérdida auditiva y los que están relacionados con el contexto en el que se desenvuelve la persona a lo largo de su vida. No todas las personas sordas lo son de nacimiento o desde temprana edad. De hecho, de ese 1.000.000 de personas sordas que refiere el INE, buena parte se corresponde con personas mayores que han perdido la audición con los años. Es decir, personas oyentes que han dejado de oír y que, por tanto, no están familiarizadas con la lengua de signos.
"Nuestras lenguas de signos no solo gozan de buena salud, sino que además cuentan con un respaldo legal más que destacado"
Por otro lado, es importante señalar que la comunidad signante no solo incluye a las personas sordas y sordociegas, sino también a la población oyente que usa las lenguas de signos cotidianamente, como los profesionales relacionados con el ámbito de las personas sordas o las lenguas de signos (intérpretes, lingüistas, profesorado, etc.) y las/os familiares de personas sordas.
¿Existen estadísticas que muestren el uso de la lengua de signos en diferentes ámbitos, como el educativo, laboral o social?
La falta de datos concretos sobre el número de personas signantes dificulta en cierto modo la inclusión de las lenguas de signos en las estadísticas. Del mismo modo, que no es posible actualmente saber qué signantes son nativos y quiénes tienen la lengua de signos como segunda lengua, o su nivel de competencia, tampoco encontramos datos oficiales sobre el uso de esta lengua en los diferentes ámbitos.
Sí que contamos, sin embargo, con estudios como el II Informe sobre la situación de la lengua de signos española, publicado por el CNLSE (Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Española), que nos ofrece datos primarios sobre los usos, actitudes y opiniones lingüísticas de las personas sordas y sordociegas, así como de distintos grupos de interés relacionados. Para su desarrollo, se elaboró una herramienta de medición de la vitalidad lingüística propia tomando como referencia la escala de evaluación del grado de vitalidad sobre las lenguas de la UNESCO.
El objetivo de este informe es dar a conocer la situación sociolingüística de la lengua de signos en distintos ámbitos de uso. Los datos recogidos son la base para elaborar un diagnóstico acerca de la lengua de signos española y concretar medidas en cuanto a su promoción y protección por ser garantía de acceso a otras lenguas y al conocimiento en general.
"Aún estamos lejos de ofrecer un entorno accesible en lengua de signos tal y como se contempla en la legislación vigente"
De él se concluyen que aún estamos lejos de ofrecer un entorno accesible en lengua de signos tal y como se contempla en la legislación vigente. Por ejemplo, en lo que a educación se refiere, más del 80% de las y los informantes coincidieron en que la presencia de la lengua de signos española en el sistema educativo es deficitaria, y el 97,7% consideró que esta lengua es importante en la educación de las niñas y niños sordos. De hecho, la gran mayoría reclama cambios en el sistema educativo para que se atiendan adecuadamente las necesidades del alumnado sordo.
Si nos trasladamos a otros de los ámbitos de este estudio, como son los medios de comunicación, se apunta a que la presencia de la lengua de signos en televisión es limitada, solamente en algunos canales y a algunas horas (un 94% mantiene que les gustaría que hubiera más programas en lengua de signos). Lo mismo sucede con las manifestaciones culturales en esta lengua un 93% demanda un mayor número de producciones literarias, artísticas y culturales propias de la lengua signada).
También llaman la atención datos tales como que un 95% de las y los encuestados querría que más personas oyentes aprendieran la lengua de signos; que un 65% cree que se la margina; y que un 87% reclama una política explícita para estas lenguas.
¿Qué estrategias se podrían implementar para incrementar el uso de la lengua de signos en España?
Como comentaba antes, las lenguas de signos españolas cuentan con un amplio respaldo legal en nuestro país que, sin embargo, no ha hecho posible que nuestros derechos lingüísticos se vean plenamente materializados. Prueba de ello, es que las personas sordas seguimos encontrando barreras que atentan contra nuestra dignidad y nos limitan. Barreras en materia de empleo cuando se prefiere a una persona sorda “que oiga” a una que signe. Barreras en el acceso a la información cuando una televisión rechaza incorporar la lengua de signos alegando que “molesta”. Barreras en el ámbito educativo cuando a una alumna o alumno sordo le niegan el derecho a usar intérprete porque “lleva audífonos”. Y no son las únicas. La sanidad, el ocio, la cultura o la formación también presentas barreras.
"Un 65% de las personas sordas cree que se la margina"
Es por ello, que desde la CNSE y su red asociativa hacemos un llamamiento a los diferentes gobiernos para que asuman su responsabilidad en lo que a la protección y promoción de las lenguas de signos españolas se refiere. Para que impulsen medidas de accesibilidad lingüística que garanticen que podamos ejercer de manera libre nuestro derecho a usar la lengua de signos, a recibir educación en lengua de signos, o a ser atendidas en lengua de signos. Para que ‘sancionen’ cualquier intento de discriminación hacia la lengua de signos y hacia las personas que las utilizamos. Y para que sean conscientes de que el futuro de nuestras lenguas y su prosperidad dependen del apoyo que se les brinde.
¿Cómo pueden las políticas públicas apoyar de manera más efectiva a la comunidad sorda?
Contamos desde el año pasado con un Reglamento práctico y garantista que incluye medidas de protección de la lengua de signos como derecho lingüístico, asegurando su presencia en la vida de las personas sordas y sordociegas e incrementando las condiciones de accesibilidad a la información y a la comunicación en todos los ámbitos. Un Reglamento que refrenda que las lenguas de signos españolas son fundamentales para el desarrollo de nuestros proyectos vitales. Que apoya que son un vehículo de comunicación que constituye uno de los principales signos de identidad y de capital simbólico de su comunidad lingüística usuaria. Que apunta a que mediante el reconocimiento de los derechos lingüísticos de las personas sordas a aprender, conocer y usar la lengua de signos española, también se reconoce su valor para garantizar la accesibilidad a la información y a la comunicación de los diferentes bienes, recursos y servicios. Un Reglamento que debe llevarse a la práctica.
Por otro lado, nos preocupa que la disparidad de funcionamiento entre las distintas autonomías en ámbitos como la educación, la sanidad, los servicios sociales o los servicios de emergencias disuada a las comunidades autónomas de regular de manera más concreta la forma en que van a aplicar esta norma en su territorio.
Es necesario que este Reglamento sea bien conocido y utilizado por las diferentes Administraciones para que todas las personas sordas tengan acceso al ejercicio pleno de sus derechos independientemente del lugar donde viva. Porque no podemos permitir que las necesidades de las personas sordas sigan siendo ignoradas.
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