El reto de lograr un uso responsable de la tecnología en la era de la hiperconectividad

Pequeños adictos de la era digital

La edad media de acceso al primer móvil se sitúa en España en los 11 años. No solo nos debemos preocupar de que los menores no pasen horas muertas enganchados al móvil, sino de los peligros del entorno digital: el porno, el acoso digital y la adicción al juego están al alcance de la mano con solo encender un ‘smartphone’. Organizaciones y especialistas destacan la importancia de que los adultos sean un ejemplo para los menores.

Por Carolina Martínez

01/10/2024
Videojuego.

¿Es posible vivir sin dispositivos digitales? Mientras los adultos miramos el móvil, vemos una serie, chequeamos las redes sociales, buscamos información en internet, nos vamos de compras online o pedimos una cita, entre otras muchísimas cosas, nos preocupamos de que nuestros menores pasen menos tiempo ‘enganchados’ al móvil, a la play, a la tablet…

Quizá seamos el peor ejemplo para los menores y eso necesite también una reflexión. La pedagoga Mar Romera, especialista en inteligencia emocional y autora de diversos libros dedicados a la escuela, la infancia y la didáctica activa, sostiene que “en primer lugar, los padres nunca deben usar pantallas delante de los peques, aunque sean bebés”.

“No podemos mirar el móvil o la tableta mientras comen o juegan en el parque, ni convertir las pantallas en un elemento imprescindible en cada segundo de nuestras vidas”, añade. En su opinión, el primer móvil de un menor siempre tiene que ser un préstamo: “El niño o la niña debe entender que el teléfono no es suyo, sino que se lo prestamos”.

La OMS recomienda que los niños y adolescentes no pasen más de dos doras expuestos a dispositivos digitales

Esta sería la premisa que incumbe a los adultos a la hora de valorar el problema de adicciones a los dispositivos digitales y los peligros que este entorno puede generar. La realidad es que debemos estar alerta del uso que los niños y adolescentes hacen de sus aparatos, porque el entorno digital no solo puede afectar a su crecimiento y a su desarrollo cognitivo (con peores resultados académicos) sino que en sí mismo, y en no pocas ocasiones, resulta realmente peligroso.

Los peligros de los dispositivos

El porno, el acoso digital y la adicción al juego son tres de los grandes peligros a los que se pueden enfrentar los menores en el entorno digital.

Tres de cada cuatro niños, niñas y adolescentes (75,4%) se han visto envueltos en una situación de violencia sexual a través de dispositivos electrónicos, según las conclusiones del estudio Violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en el ámbito digital, llevado a cabo por la Fundación Mutua Madrileña, con la colaboración del Equipo Mujer-Menor (Emume) Central de la Guardia Civil, entre los meses de febrero y mayo de 2024, con la participación de 3.000 personas, padres e hijos.

María Dolores Gimeno, jefa del Departamento de Investigación Criminal y Coordinación de la Unidad Técnica de la Policía Judicial, alerta de que las formas de agresión más frecuentes a través de pantallas son recibir imágenes con contenido sexual sin haberlas solicitado (43,2% de los casos), recibir mensajes insistentes para quedar o buscar una relación (41,8%), ser objeto de comentarios sexuales no solicitados (40,2%) o acceder involuntariamente a contenidos pornográficos (39,6%).

Tres de cada cuatro niños y adolescentes (75,4%) se han visto envueltos en una situación de violencia sexual a través de dispositivos electrónicos

La presión para enviar contenido sexual personal (24,2%), ser espiado o controlado por la pareja/expareja u otra persona (23,3%), chantaje con difundir contenido sexual (17,8%), reenvío de contenido sexual personal sin consentimiento (15,1%) y creación de imágenes con inteligencia artificial (IA) para mostrar a la persona menor de edad desnuda (12,9%) son otras de las situaciones vividas por los menores.

Según las conclusiones del estudio, estas situaciones de violencia sexual digital suceden en mayor medida en la primera adolescencia, concretamente entre los 13 y los 15 años, con una incidencia superior en mujeres (53%) frente a los hombres (47%).

El mayor problema de esta situación es que uno de cada tres afectados (29,5%) no lo compartió con nadie y tres de cada cuatro (75,8%) no se lo contaron a sus padres, por vergüenza, falta de confianza o temor a una reprimenda. De hecho, muy pocos de estos casos llegan a convertirse en denuncia.

Adicción a los videojuegos

Marc Masip, psicólogo y fundador del Programa Desconecta, un centro que ofrece terapias para adolescentes con adicciones, mantiene una opinión muy dura con los creadores de videojuegos: “Hay unos mejores que otros, por supuesto, pero en general son adictivos porque incluyen acciones para mantenerte enganchado, como que si dejas la partida a medias te penaliza o si entras cada día te premian… ¿Qué vemos en el centro? Vemos que genera un desorden mental bestial: agresividad, falta de higiene, bajo rendimiento en el cole, estrés y ansiedad…”, añade.

Diferencias entre niños y niñas

Masip destaca que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya habla de los videojuegos como causantes de patología y apunta que en su centro la adicción ya se trata “como una droga: el adicto al videojuego no puede jugar en cuanto entra”. Según explica, juegan ambos sexos, pero la adicción es de los chicos en un 95% de los casos, mientras ellas muestran más enganche a las redes sociales y más trastornos de alimentación.

La Guardia Civil aconseja acompañar a los hijos e hijas en el uso de los dispositivos, comenzando por saber dónde navegan y con quién se relacionan. Y si se enteran de alguna situación anómala, no juzgarles ni culpabilizarles por lo ocurrido, sino hacer que se sientan apoyados en ese momento en el que acuden a pedir ayuda y acompañarlos en todo el proceso.

El Programa ‘Desconecta’ considera que ningún menor debería tener un móvil antes de los 16 años

Masip apela a la responsabilidad de los padres. “No les culpabilizamos pero sí les responsabilizamos en la recuperación de sus hijos, y deben participar en terapias de grupo y asumir las decisiones que se tomen en el seno de la familia”, añade. En su opinión, ningún menor debería tener un móvil antes de cumplir 16 años.

Claves para un uso seguro

Desde PantallasAmigas, plataforma que nació hace veinte años con el propósito de fomentar el uso seguro y saludable de lnternet en la infancia y la adolescencia, son más flexibles. Consideran que antes de los 12 años, un niño con móvil es un peligro, pero aseguran que a partir de ahí “tiene que ver con el momento en que entre padres e hijos alcanzan el umbral adecuado para que el uso, aun con ciertos riesgos que siempre existen, sea provechoso y saludable”. Así lo apunta Jorge Flores, fundador y director de la iniciativa PantallasAmigas, experto en ciberseguridad y protección infantil en línea. “No quiere decir que por encima sea adecuado ni que por debajo siempre sea irresponsable. También hay que mencionar que retrasar en exceso hace que se pierda capacidad de influencia y supervisión de los padres”, destaca Flores.

Protección por Ley

Recientemente, el Gobierno ha dado luz verde al anteproyecto de Ley Orgánica para la protección de las personas menores de edad en los entornos digitales, que incluye como una de las medidas más relevantes el control parental obligatorio de fábrica en los aparatos electrónicos, como móviles o tabletas, y un test pediátrico para conocer si se está haciendo un uso inadecuado en los dispositivos electrónicos.

El anteproyecto ofrece un diagnóstico previo y destaca que la edad media de acceso al primer móvil se sitúa en los 11 años. Respecto a su uso, el 94,8% de los adolescentes dispone de un teléfono móvil con internet y un 90,8% se conecta todos o casi todos los días. La mitad de los adolescentes usa internet más de cinco horas al día durante los fines de semana y un 31,6% entre semana.

Además, el 98,5% de los adolescentes está registrado en alguna red social y hasta un 83,5% lo está en tres o más de tres.

Las situaciones de violencia sexual digital suceden en mayor medida en la primera adolescencia, concretamente entre los 13 y los 15 años

La OMS recomienda que los niños y los adolescentes no pasen más de dos horas expuestos a dispositivos digitales. Sin embargo, la proporción de niños que cumplen estas recomendaciones, según el estudio PASOS 22, de Gasol Foundation, es muy baja para los días entre semana (36%) y aún mucho más baja el fin de semana (16,2 %).

Causa de sedentarismo

Una de las múltiples consecuencias de una sobreexposición a las pantallas es la obesidad, como denuncia la Asociación Española de Pediatría. “Su uso no adecuado también se ha visto relacionado con sedentarismo, incremento de la ingesta de alimentos no saludables, mayor riesgo de obesidad, aislamiento, depresión y conductas adictivas”, advierte el doctor Julio Álvarez Pitti, coordinador del Comité de Promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (CPS-AEP).

Ana Caballero, abogada especializada en tecnología y actual vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital (AETD), defiende la necesidad de alcanzar un Pacto de Estado para proteger a los menores de edad en internet y redes sociales, una propuesta a la que se han sumado Fundación Anar, Save the Children o Unicef, entre otras organizaciones.

Caballero denuncia que “los modelos de negocio de las grandes plataformas y redes sociales se basan en la captación de la atención de los niños, niñas y adolescentes, a través de diseños persuasivos, casi siempre ocultos incluso para los padres y madres, produciéndose una mercantilización de sus datos a través de su recogida, la aplicación de algoritmos opacos y el perfilado para su venta a terceros con fines publicitarios”. En su opinión, el pacto pasa por reconocer en primer lugar que el uso compulsivo de la tecnología es un problema de salud pública.

Recomendaciones de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no usar en ningún caso pantallas en niños de hasta dos años y, entre los 3 y 4 años, nunca más de una hora. “El tiempo sedentario tiene que convertirse en tiempo de calidad. Leer un libro con su hijo, por ejemplo, les puede ayudar a desarrollar sus habilidades de lenguaje”, explica la doctora Juana Willumsen, responsable de obesidad infantil y actividad física para niños de la OMS.

“Lo que de verdad tenemos que hacer es que los niños vuelvan a jugar”, explica. Se trata de reemplazar el tiempo que los niños pasan pasivamente frente a una pantalla por juegos más activos y de asegurarse de que duermen suficientes horas. La OMS no considera como actividades “pasivas” si el niño está, por ejemplo, imitando los movimientos de baile de un video o hablando con una familiar en otro país por el teléfono móvil o tablet, pues existe una “interacción”.

 

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