Juan Pablo Ordúñez, ‘El Pirata’, locutor y productor musical
“El rock está más vivo que nunca”
Su nombre es Juan Pablo Ordúñez, pero en el mundo del rock y de la radio todo el mundo le conoce como El Pirata. Aparte de su carisma, es uno de los locutores más heterodoxos y a sus 68 años presume de ser un viejo rockero con mucho futuro. Su pasión nació en un hospital cuando era niño, pues afectado por polio, un sencillo transistor le permitió evadirse y le abrió la puerta al universo de la música.
Por Rafael Olea
Para Juan Pablo Ordúñez de la Fuente, El Pirata (Talavera de la Reina, 1956), el tiempo no pasa. Siempre fiel a la típica pinta rockera (vaqueros, camiseta musical, sudadera —negra, por supuesto— y larga cabellera), el éxito (ha ganado un Premio Ondas y un Antena de Oro) ni le ha hecho cambiar de vida ni ponerse corbata. Es fiel a sus principios, a disfrutar con humor de la vida, aunque esta a veces deje cicatrices, como aquella polio que de niño le causó cojera o incluso un infarto en pleno directo en 2022.
Pero sabe reponerse. Incombustible, tiene planes, como volver a disfrutar de nuevo del mundo de la noche, y anima a cualquier persona, pero especialmente a aquellas con discapacidad o dificultades en la vida, a luchar por sus sueños. “Si yo puedo, tú también puedes”. Palabra de leyenda del rock.
¿Cómo comenzó su pasión por la música?
Nació cuando, siendo un niño, estaba hospitalizado en el hospital. Por lógica conocía a The Beatles, pero no sabía que existían los Rolling Stone, Serrat u Otis Redding. En el hospital fue donde empecé a descubrir voces, grupos y canciones. Un día, con mi madre vimos a Jimmy Hendrix y dijo, “este es bueno, un genio”. No sabía nada de música, pero desde luego no era tonta. Era un genio.
¿Y ahí comenzó su idilio con el rock?
Sí. Ahí me surgió el hambre de saber, de conocer y de buscar discos. Hay una pauta en la vida de cualquier persona seguidora del rock en la que descubre un grupo que le gusta, se interesa y desde entonces no para de buscar discos suyos, de enterarse de su biografía y, por supuesto, de morir en el intento de verlos en directo. Esa es la pauta que seguí y sigo ahora.
¿Qué fue lo que aprendió aquel joven Juan Pablo, antes de convertirse en El Pirata, de aquella estancia en el hospital y de la enfermedad?
Sin darme cuenta, me enseñó a ser fuerte, a decir ‘j...’ con lo que hay que lidiar en la vida, y a superarlo. Cuando mis padres me llevaron al primer traumatólogo y les dijo que tenía polio, en qué consiste la enfermedad y qué repercusión iba a tener, este le dijo a mi padre una frase absolutamente fundamental, necesaria y definitiva en mi vida: que me trate como a un niño normal. Aquello lo llevaron a rajatabla. No he tenido superprotección por parte de mi familia, excepto el cariño y toda la búsqueda de intentar curarme, sanarme o mejorarme; pero no tuve un trato especial o diferente de cualquier niño.
Creo que esto es lo que me ha salvado la vida. Si no hubiera sido por aquella conversación, que me imagino que les costaría mucho trabajo llevarla a cabo constantemente, posiblemente hubiera sido un gilipollas haciéndome la víctima con mi enfermedad. Esa frase me ha sido fundamental. Me he enfrentado a la vida como cualquier otra persona. Evidentemente, teniendo clara mi dificultad y mi diferencia con respecto a los demás. Y que hay que pelear, como todos.
Basado en eso, he hecho en la vida lo que me ha parecido. He llegado a donde he querido llegar y lo sigo manteniendo. Mi cojera no me ha cortado ni impedido hacer exactamente lo que quisiera. He subido a presentar un concierto ante 100.000 personas y evidentemente, no ha habido ni el más mínimo complejo. Aquí estoy yo, como soy.
Desde su experiencia, ¿qué consejo aporta a jóvenes que estén pasando por aquella situación?
Respondo con una cita, el título de una canción de un grupo alemán que se llama Helloween, una banda grandísima y que está en su mejor momento. Tienen una canción que se llama I can (tú puedes). Y es lo que digo. Si yo, que soy el tío más vago del mundo, el que menos fuerza de voluntad tiene, el más desorganizado, el que pasa de todo… si yo puedo, tú también puedes. Eso sí, hay que currárselo.
Vuelvo a insistir en ello. Si yo, que soy un tío normal, he podido llegar hasta aquí, puedes tú y puede cualquiera. ¡Que no te corte nadie! Eso sí, dedícate a ello y cúrratelo, porque aquí no hay nada fácil y para nosotros, que siempre tenemos nuestras dificultades, algo va de añadido, con lo cual hay que superarse aún más. Pero si yo he podido, tú puedes.
Tiene 68 años. Se sabe que los viejos rockeros no mueren, pero ¿tampoco se jubilan?
De momento, no. En cualquier caso, mi actitud vital es no jubilarme mientras el coco, la salud y la fuerza me lo permitan. Es posible que en algún momento dado cambie el chip y deje de madrugar, puesto que te imposibilita disfrutar de la noche. Algún día que salgo por la noche, veo las luces y vuelvo a parecerme al paleto que con 12 años llegaba a Madrid de su pueblo. Disfrutar de la noche es algo que sí quiero volver a hacer en mi vida, pero dejar de currar, nunca. De hecho, tenemos planes que pueden ser demoledores en cuanto a lo profesional y a la repercusión pública que puedan tener. ¿Para cuándo? Para cuando a mí ya se me ponga de los ‘c...’ no volver a madrugar.
Una frase suya es que “llevan matando el rock desde que Elvis Presley hizo la mili”, pero ¿sigue con buena salud o comienza a estar moribundo en tiempos del reguetón?
Hay datos irrefutables, como que en este país de la pandereta, de la castañuela, de los folklóricos de siempre que siguen estando, y del reguetón… hay una cadena, RockFM, que cada día consigue más de millón y pico de oyentes. Si luego te vas a los conciertos y grandes festivales y ves que todos están abarrotados, eso significa que el rock tiene una salud bien robusta. Y si cada día recibes un disco o una maqueta de una nueva banda, ves que el rock, el metal y sus derivados están más fuertes que nunca por el hecho de que hay más bandas. Eso da una idea irrefutable de que el rock está más vivo que nunca. ¡Tan vivo como siempre!
Puede que no sea tan visible como en los ochenta, cuando las ciudades de pronto se plantaron de chupas negras coronadas por pulcras melenas y un heavy era visible a cada medio metro que andaras. Está bien vivo pese a las coletillas de siempre y de los de siempre: el rock es satánico, el rock se muere...
¿Algún género de rock tiene mejor futuro?
Creo que el rock es una diáspora que se abrió y todos los géneros ahora tienen su valía y su fuerza. Hay muchas bandas en el planeta haciendo lo que se podía llamar rock clásico, pero con tintes de cada uno de los grupos. También hay muchas bandas haciendo diferentes géneros dentro del metal. Todo el que no está haciendo música comercial está gozando de una buena salud.
Hard rock y religión en principio podrían parecer antagónicos, pero la única radio específica de rock 24 horas a nivel estatal pertenece a la Conferencia Episcopal.
¡Así es! Los curas nunca han tenido, al menos en mi caso, ningún problema con el rock. Llegué a la Cope a principios de los años ochenta con una melena bien larga y con mi chupa de cuero. Jamás me miraron mal, ni me censuraron, ni me dijeron lo que tenía que hacer o que poner. La dirección veía el seguimiento que tenía mi programa, la audiencia y que era un profesional, con mis pintas y música rara, y es lo único que tuvieron en cuenta.
Siempre digo lo mismo, en la misma emisora donde salían Luis del Olmo y Encarna Sánchez, yo hacía mis programas por la noche. Por ejemplo, Metallica, la banda de metal más grande del planeta, la primera vez que sonó en España fue conmigo en Cope, y eso son cosas que no hay que olvidar.
Esta casa nunca ha tenido problema con el rock, de hecho hay una cadena, Rock FM, que lleva 13 años y que apoyan y cuidan. Si tuviéramos la cobertura que tienen otras cadenas, seríamos un absoluto suceso en la radio de este país. Supongo que serán cosas de este país tan sui generis que tenemos.
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