Rezar, un bombazo en Spotify
¿Puede unos seguidores de Dios, de la noche a la mañana, colarse entre lo más escuchado en Spotify y vender todas sus entradas para conciertos en el Palacio Vistalegre y el Wizkink Center de Madrid? Parece ser que sí. El grupo que está arrasando es Hakuna Group Music o, como ellos mismos se definen, unos jóvenes que, a través de la música, cuentan al mundo la verdad que viven y llevan muy adentro. En 2023 ha sido todo un bombazo y promete seguir dando de qué hablar en 2024.
Por Pedro Fernández
El año 2023 ha sido el escenario de una de las irrupciones musicales nacionales de la última década: Hakuna Group Music. Sus números hablan por sí solos. En Spotify aglutina 230.000 oyentes cada mes, convirtiéndose en un fenómeno mediático tras el lanzamiento de su último disco, Qaos, cuya principal canción, Huracán, lleva más de 6,7 millones de reproducciones. En Youtube no se quedan atrás: cuentan con 108.000 suscriptores… ¡y subiendo! Su éxito no parece haber tocado techo, habiendo provocado también un tsunami en la red social china TikTok.
El grupo Hakuna pertenece a una familia eucarística que lleva el mismo nombre y que nació hace diez años, tras la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Río de Janeiro. El papa Francisco pidió a esos jóvenes que “hiciesen lío”, y vaya si lo han hecho. El párroco José Pedro Manglano recogió el guante y, años después, en 2020, dejó el Opus Dei para dedicarse en exclusiva a este movimiento.
Una de las integrantes de Hakuna, Rocío Campos, recuerda aquellos días en Río de Janeiro y cómo surgió el movimiento: “Unos jóvenes empezamos a vivir una experiencia con Dios y a componer canciones de aquello que vivíamos”. Ese es precisamente su lema: “Cantamos lo que vivimos y vivimos lo que cantamos”, cita orgullosa. Sus palabras y gestos desprenden alegría. “Es nuestra manera de rezar. El proceso de componer, tocar, cantar… todo es hacer oración”, añade.
Otro miembro del grupo, Miguel Goñi, recuerda las palabras de San Agustín: “Quien canta, reza dos veces”. Pues eso.
Hakuna no es un grupo musical al uso. Rocío admite, sin evitar soltar una carcajada, que es “el más raro del mundo”. No le falta razón. No hay un solo grupo de música, sino múltiples, tantos como ciudades cuentan con una agrupación Hakuna, que se ha extendido por cerca de 30 países. “Somos bastante numerosos”, añade riéndose. En España, algunas urbes que cuentan con un grupo Hakuna son Madrid, Valencia, Barcelona, Pamplona, Sevilla, Granada, Málaga, A Coruña o Burgos. “Solo en Madrid, somos casi 200 personas”, confiesa Rocío.
Nada es improvisado. El grupo cuenta con artistas y compositores que crean letras y melodías pero, a veces, pasan años hasta que se incorporan a un disco. “Todo pasa por muchas manos y arreglos. Nuestro objetivo es crear la canción que Dios quiere”, afirma Rocío. En otras palabras, evangelizar a través de la música, llegar al corazón de quienes las escuchan. Por la cantidad de público que conoce sus letras y consume su producto, no hay duda de que lo consiguen.
“No buscamos el éxito aunque, si lo recibimos, lo abrazamos”, dice Rocío Campos
Martina ha ido a varios de sus conciertos y conoce la letra de muchas de sus canciones. Para ella, “además de sonar muy bien y ser muy pegadizas, acercan la fe a los jóvenes y a quienes están más alejados”. Cree que esa puede ser la fórmula de su éxito. Eso y porque “la gente que veía a los católicos como algo anticuado y aburrido se han dado cuenta que no es así, Hakuna demuestra que se puede hacer música actual, atractiva y con valores”, asegura.
Lo curioso es que muchos de los miembros del grupo no son profesionales. Previamente, Rocío tan solo había cantado “con amigos o en alguna fiesta benéfica, pero poco más”. Y, de pronto, se encuentra delante de 17.000 almas. “Es impactante, pero quiero recalcar que no hay una conexión de la gente con Hakuna, sino con Dios. Nosotros solo somos el instrumento para llegar a la gente”.
Maca Torres, también cantante de Hakuna, reconoce que “ni siquiera siento nervios”. La razón: “No vienen por nosotros, sino por Dios. Se trata de rezar juntos. Aún así, es un regalo poder compartir estos momentos en recintos de tanta reputación como el Palacio Vistalegre o el Wizink Center”.
Y es que sus conciertos son distintos hasta en eso. A pesar de llenar el Wizink Center, en su concierto del pasado 6 de enero, “la experiencia es muy sencilla, muy tranquila, muy familiar”. Buscan ayudar a la gente: “A veces, el mundo es feo y necesita belleza. Nuestras letras hablan de esa belleza, de amor; hay que disfrutar de la vida”.
Todo esto empuja el éxito a un plano residual. “No componemos ni cantamos para que nos lleguen cosas buenas, no buscamos el éxito aunque, si lo recibimos, lo abrazamos. Pero no dejamos que nos coma, porque no es nuestro. La gente no llena un estadio por nosotros, es Dios quien les ha llamado para estar ahí”, asegura Rocío sin dudarlo.
Por su parte, Miguel califica la realidad de Hakuna como “una revolución”, aunque insiste en que, para ellos, “da igual los números, los conciertos llenos, los titulares… solo nos importa seguir a Dios y que nos lleve donde quiera”.
Ellos son los primeros sorprendidos de este despegue mediático. Para Miguel, solo hay una explicación: “Dios es muy grande”.
Visión de la crítica
El crítico musical Iñaki de la Torre, que colabora en la Cadena Ser, en los 40 Classic y en Zappeando, de La Sexta, también se siente sorprendido por esta irrupción musical: “El único motivo que se me ocurre para entender este éxito es que sus canciones tienen un formato y unos arreglos cercanos al pop convencional comercial más suave”, afirma. El crítico cree que estas canciones las podrían haber compuesto y cantado artistas como Conchita, Amaya OT en sus principios, Dani Fernández o Xuso Jones. “Solo son un poco menos enérgicas y efectistas”, concluye.
Sin embargo, Iñaki de la Torre no cree que exista solo un motivo musical para el auge de Hakuna: “El triunfo de esas letras o esa temática se entiende fácil con el auge sociológico de la ultraderecha católica en España en los últimos años”.
Otro experto musical, Jesús Rodríguez Lenin, colaborador de medios como Rockdelux, New York Times T Magazine o Metrópoli, entre otros, se muestra muy crítico con la música popular de iglesia: “A lo más que se había llegado fue a traducir de cualquier manera a Bob Dylan o a fiarse del escaso talento de una tal María Ostiz. Con esos mimbres no había peligro de proselitismo”.
Para el crítico Lenin, "de lo suyo no es posible reírse ni hacer burla: es bueno"
“Hakuna Group Music es otra cosa”, afirma, incluso como si le costase admitirlo. “Sus canciones tienen melodía, armonía, contrapunto y arreglos que denotan que hay músicos de verdad detrás”. El crítico se rinde, incluso, a la canción Dime Padre. “Es, posiblemente, lo mejor que han hecho hasta el momento, aunque no se suban a la ola de ninguna moda. En sus canciones no hay ni rastro de trap, reguetón o latinismos de esos que hemos visto recientemente en los Grammy Latinos de Sevilla. Su sonoridad es de finales de los años 70 –en la línea de Don Francisco y José Luis o Víctor y Diego, parejas de cantautores que merecieron mucha mejor suerte en su día– y sus letras, aunque tengan el mensaje evidente que tiene, no son fáciles ni ramplonas”.
Te puede llamar o no, pero Lenin lo tiene claro: “De lo suyo no es posible reírse ni hacer burla: es bueno”.
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