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La ‘Capilla Sixtina’ escondida tras la Gran Vía

Humilde por fuera y suntuosa por dentro. Así es San Antonio de los Alemanes, la única iglesia madrileña cubierta por completo, desde los muros a la imponente bóveda, por frescos pintados por los artistas más reputados de la época. Un auténtico tesoro que deslumbra y sobrecoge por su belleza. Construida entre 1624 y 1633, y vinculada a la corona, Felipe V se la cedió a la Hermandad del Refugio y Piedad por su labor caritativa. Ofrece visitas guiadas y conciertos.

Por M. J. Álvarez

12/08/2024
San Antonio de los Alemanes.

Es la joya de la corona, escondida y una gran desconocida. Su modesta fachada de ladrillo visto apenas llama la atención a los transeúntes. Situada en la confluencia de dos céntricas calles (Puebla y Corredera Alta de San Pablo), a espaldas de la Gran Vía madrileña, la imagen de San Antonio de Padua en una hornacina sobre la puerta principal y la pequeña cruz que corona el edificio denotan que se trata de una iglesia, la de San Antonio de los Alemanes; iglesia que, de tan sobria y humilde, no despierta el menor interés por su exterior, de estilo posherreriano.

Sin embargo, si la curiosidad o la puerta entreabierta te incitan a traspasar la entrada, surge el asombro: el interior, fastuoso, deslumbra y sobrecoge. No hay palabras para describir toda la belleza y la riqueza cromática de las imágenes dedicadas a distintos momentos de la vida del santo a cuya advocación está dedicada. Todo un tesoro para la vista que no cesa de recrearse en cada detalle ejecutado con mimo.

Se trata del único templo de la capital cuyas paredes y bóveda están cubiertos íntegramente por frescos, provocando una sensación de amplitud infinita, realizados por los pintores más representativos de la época: Juan Carreño de Miranda, Francisco Rizi —que plasmó su arte en Las Descalzas y en la catedral de Toledo— o Luca Giordano, quien dejó su sello en el Palacio Real, el Casón del Buen Retiro y las escaleras de El Escorial. Se la compara con la Capilla Sixtina de la Basílica de San Pedro por su técnica de estar pintada sobre yeso, al fresco.

San Antonio de los Alemanes.
San Antonio de los Alemanes es uno de los pocos ejemplos en España de iglesia con planta elíptica u ovalada. Los frescos llevan el sello de Juan Carreño, Francisco Rizi y Luca Giordano.

Constituye, además, uno de los ejemplos más importantes del barroco madrileño plagado de curiosidades. Una de ellas es su planta elíptica u ovalada, única en la capital y una rara avis en la arquitectura religiosa española.

De portugueses a alemanes

Su construcción se inició en 1624 y concluyó en 1633 por iniciativa del Consejo del Reino de Portugal y con fondos de un grupo de nobles. Diseñada por el arquitecto jesuita Pedro Sánchez, con la intervención posterior de otros, como Juan Gómez de Mora, se edificó como complemento al Hospital para los Portugueses creado en 1606 por Felipe III, y el albergue para los viajeros, enfermos y residentes sin recursos que llegaban a Madrid desde esas tierras y querían tener un templo propio.

Por ello, fue bautizada como San Antonio de los Portugueses, un franciscano del siglo XII nacido en Lisboa al que se le atribuyen un centenar de milagros. El cerrojazo llegó con la independencia del país vecino en 1640 hasta que Mariana de Austria en 1689 decidió reabrir el templo, desoyendo la reclamación de la Casa de Braganza, para la comunidad de católicos afines a su nuera, la germana Mariana de Neoburgo. Cambió entonces de nombre por el que hoy se le conoce, San Antonio de los Alemanes, y todas las instalaciones pasaron a manos del Patronato Real.

Napoleón saqueó lámparas, candelabros, alhajas y otros objetos de oro y plata del templo, hospital y albergue para pagar a su soldadesca en la Guerra de la Independencia

El templo está bajo protección de la corona, no de la iglesia, explica Miguel Ángel Cortés, hermano mayor de la Santa, Pontificia y Real Hermandad del Refugio y Piedad a la que pertenece desde que, con el cambio de dinastía, Felipe V en 1702 le cedió su administración, movido por sus acciones caritativas. Esta Hermandad se fundó en 1615 con la finalidad y el compromiso de socorrer a los pobres que abundaban en una Villa y Corte que no paraba de crecer de forma desordenada. Los retratos de los reyes de España que tuvieron vinculación con el templo, situados sobre las hornacinas de las capillas, refuerzan su vínculo. En la sobrepuerta está el de Mariana de Austria.

Ilusionismo que envuelve

Lo mejor para disfrutar de esta ‘Capilla Sixtina’ es tomar asiento en un banco y dejar que la mirada vague por este majestuoso y reducido espacio hasta empaparse de todo su esplendor. Los ojos se pierden en el trampantojo que decora la cúpula, en las seis capillas laterales y en sus cuadros, en las esculturas de los retablos, en las escenas de los frisos que representan de forma alegórica las virtudes o distintos momentos de la vida de santo, y en todos y cada uno de los rincones repletos de color y luminosidad.

Las figuras parecen adquirir movimiento, vida propia. Envuelven y atrapan. En la parte media se representan escenas de los ocho milagros de San Antonio de forma novedosa, fingiendo ser tapices, con ángeles sujetando la imagen, realizados por Luca Giordano, autor de todos los frescos de las paredes. También es la primera vez que se coloca una barandilla rematando el final de la bóveda, un motivo que inspiró a Goya, que vivía muy cerca, y repitió esa idea en San Antonio de la Florida, precisa el hermano mayor.

San Antonio de los Alemanes.
Talla de San Antonio de Padua con el Niño, lo único que se conserva del altar original.

La talla de San Antonio con el Niño en el altar, realizada por el artista portugués Manuel de Pereira, es la única que se conserva del original. El resto del retablo fue retirado por orden de Carlos III y se encuentra en la sacristía.

Esta ‘Capilla Sixtina’ esconde en su interior una cripta, donde descansan los restos de dos infantas de Castilla: Berenguela y Constanza, así como la sacristía y el Museo de la Hermandad, abiertos al público hace tres años, que contienen auténticas obras de arte. Entre lo más valioso, se encuentra la Magdalena Penitente de Mateo Cerezo, considerado el mejor cuadro por la Hermandad. Otra de las obras que atesora son la Inmaculada Concepción de Claudio Coello o un Cristo crucificado del s. XVII, atribuido a Juan Alonso de Mena.

Esta ‘Capilla Sixtina’ esconde en su interior una cripta, donde descansan los restos de dos infantas de Castilla: Berenguela y Constanza

Una silla de mano de madera decorada para cruzar las calles y evitar que los nobles se mancharan sus lujosos zapatos, donada por un conde o una camilla de madera que parece un féretro para trasladar a enfermos a los psiquiátricos de Toledo o Zaragoza son otros de los objetos curiosos que alberga, junto a la capa que formó parte del terno funerario de Felipe III o la casulla que usó el cardenal Benavides cuando casó a María de las Mercedes con Alfonso XII.

Orfebrería del siglo XIV, la custodia regalo de Isabel II, cálices de Carlos V o un arca eucarística de jaspe y plata anterior a época afrancesada son otros de los tesoros que atesora, la mayoría donados. Había muchos más. “Napoleón saqueó lámparas, candelabros y otros objetos de oro y plata tanto del templo como del hospital y el albergue u hospedería para pagar a su soldadesca en la Guerra de la Independencia”, asevera Miguel Ángel Cortés.

A esta iglesia, por su vinculación a la corona, no le afectó la desamortización ni ardió ni en el 31 ni en el 36. “Las señoras de la cercana calle de la Ballesta la salvaron de las llamas”, agrega el hermano mayor. Calificada de la joya de la corona por Felipe V y de Monumento Histórico Artístico en 1973, se financia con las aportaciones de los 500 integrantes de la Hermandad, los donativos y las visitas, que pueden ser guiadas, así como de los conciertos de arpa y órgano que ofrece.

350 cenas diarias

Junto a San Antonio de los Alemanes hay un comedor social que da 350 cenas diarias. “Las sirven los propios integrantes de la Hermandad del Refugio y Piedad de Madrid, como señal de humildad bajo la protección de la Inmaculada. Todas las donaciones que recibimos, no solo económicas, y lo que recaudamos, va destinado a ayudar a los pobres y a sufragar obras de caridad”, afirma el hermano mayor Miguel Ángel Cortés.

San Antonio de los Alemanes.
El comedor de San Antonio de los Alemanes ofrece 350 cenas diarias.

Siguen al pie de la letra el lema de la Hermandad, visible en el museo: “Al pobre, al enfermo y al necesitado hay que tratarle como a Cristo mismo”. Por ello, durante el siglo XVII y XVIII, una comitiva hacía la denominada ronda nocturna. En ella, un grupo recorría a media tarde esa zona del Madrid de los Austrias para proporcionar alimento a quien no había probado bocado y tenían el cielo como techo.

El menú: pan del día y huevos duros, que, además de frescos, tenían que ser de un determinado grosor. Disponían de moldes para verificarlo. Su frase: “Si pasa, no pasa; y si no pasa, pasa”, decían en alusión a su tamaño. La llegada de la luz eléctrica puso fin al reparto y entró en servicio el comedor, presidido por el cuadro de La última cena.

La Hermandad fundó en 1651 el Colegio de la Purísima Concepción para la formación de los huérfanos pobres, un centro que también pervive. ”La ayuda a los más desfavorecidos no cesó nunca, incluso en los momentos más adversos, cuando se llegó a ejercer de forma clandestina. A día de hoy, sigue siendo una de sus señas de identidad, no en vano funciona como una entidad benéfica”, concluye Cortés.

 

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